domingo, 19 de noviembre de 2017

Almas XXI

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Edward Coley Burne-Jones: El espejo de Venus (1875). M. Calouste Gulbenkian, Lisboa.
Y no encontraban lugar donde poner los ojos que no fuera pantalla de sí mismas.
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sábado, 18 de noviembre de 2017

Pasos suspensivos

Hay pasos de cebra. Y pasos de puntos suspensivos. Como en la política.

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(Poesía visual, 18)

Trigal


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Van Gogh: Korenveld met kraaien (1890). Van Gogh Museum, Amsterdam.
«No pasa nada —se dijo—, sólo son cuervos».
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viernes, 17 de noviembre de 2017

Amor de Aker

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(Lecturas en voz alta📝10). Antonio Hernández Marín, «Aker», poeta grande y casi completamente inédito, ya fallecido, amigo y maestro de mi amigo Alejandro González Terriza, a quien debo su conocimiento, es el autor del poema que comparto, cuya reproducción también he tomado del muro de AGT. 

La figura y obra de Antonio HM son una verdadera «enmienda a la totalidad» de una opinión que he tenido durante mucho tiempo y que he defendido, incluso de forma apasionada, en más de una conversación con amigos y colegas: que toda obra literaria digna de mérito acaba encontrado tarde o temprano su cauce de difusión. 

Sin duda ese «tarde o temprano» me permite no desdecirme por completo de pasadas impresiones. Pero apenas atempera la enorme extrañeza que me producen anomalías tan escandalosas. 

El poema que reproduzco me parece de una finura y penetración muy poco comunes. Es más, diré —aunque estas afirmaciones son siempre problemáticas, más que nada por lo imperecedero de su provisionalidad— que es la descripción del sentimiento amoroso, con su «sueño doble», con la que más identificado me he sentido nunca. O al menos en este mismo instante cuya real duración desconozco.

jueves, 16 de noviembre de 2017

La Sombra

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Goya: Perro semihundido, o Cabeza de perro o, simplemente, El perro. Museo del Prado.
Vuelve a mirarla: sabe que ahí está todo.
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Cánticos cántabros

Imagen de Cantábrico, le película.
(Visiones en voz alta, 🐺🐜🐬🐾🍁🏔🎥22). El cine documental de naturaleza hecho en España hace tiempo que alcanzó la madurez, pero en los últimos años, y pese a las dificultades económicas, ha producido algunas obras señeras. Tal fue el caso de Guadalquivir (2013), una intensa y bellísima película en torno al recorrido del principal río meridional de Iberia y sus diferentes y valiosos ecosistemas. Y este es también el calificativo que merece Cantábrico (2017), un viaje al compás de las estaciones protagonizado por algunos de los miembros más destacados de la fauna que habita en los bosques, picos y ríos de nuestra cordillera septentrional, en lo que con propiedad se pueden considerar «los dominios del oso pardo», tal como indica el subtítulo del largometraje dirigido por Joaquín Gutiérrez Acha y con producción de José María Morales, responsables también de Guadalquivir.
Junto al gran plantígrado, emblema indiscutido de la fauna norteña, del que se ofrecen escenas muy vivaces, comparecen en los papeles estelares de la película el lobo ibérico (con la filmación real por vez primera de una cacería en manada), el gato montés y su finura andariega, el atildado armiño, el rebeco y su dones de gran equilibrista , la víbora de Seoane, varias especies de aves picatroncos, el mirlo acuático, que se revela como un gran submarinista y nos asombra al emerger tras una poderosa cortina de agua, en uno de los tiros de cámara más sorprendentes del filme. Sin olvidar a algunas variedades de insectos, y mucho menos, en lo que a la fauna acuática se refiere, al infatigable salmón, cuyos deportivos remontes de las aguas, en su pertinaz vuelta a casa para asegurar la reproducción en la cabecera del río que le vio nacer, está filmado con todo detalle y gran espectacularidad.
Aunque probablemente la secuencia estrella de la película, junto a la citada cacería lobuna, sea el vistosísimo y pocas veces captado ceremonial de cortejo y apareamiento del urogallo, incluidos los inauditos cantos de un ave cuyo declive demográfico, al borde de una casi irreversible extinción, da especial valor a las imágenes y sonidos que aquí se ofrecen. Junto a ellas, las secuencia que muestra a unas plantas carnívoras en pleno frenesí devorador, justifican por sí solas el visionado. No en vano, como decía Darwin —y se cita expresamente en el filme—, las estrategias alimentarias de este tipo de plantas son uno de los fenómenos más fascinantes de la evolución de la vida.
Estamos, en suma, ante una película muy recomendable, de impecable factura técnica y que, como aspectos de realización más destacados, cuenta con un guion bien pautado y siempre muy cercano a las imágenes, una excelente fotografía y una banda de sonidos animales y de la naturaleza en la que queda patente la mano maestra de Carlos de Hita, al que se debe también la escritura del texto que con bien trabado ritmo narrativo va engarzando las diferentes historias. Para no perdérsela.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Día de Difuntos

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Panteón familiar de los Ramos Ramos, en el camposanto de Cerreda, Ourense.
Sólo tuvimos una vida para aprender el lenguaje secreto de la muerte.
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