Kiarostami y Erice, dos maestros de la mirada. |
La muerte del director iraní Abbas Kiarostami, además de fragmentos de su cine que (salvo alguna excepción) me cuesta trabajo recuperar con nitidez, me trae sobre todo el recuerdo de su correspondencia visual con Víctor Erice, que pude ver en la exposición organizada por La Casa Encendida a finales de 2006. Estoy seguro de haber escrito algo al respecto, pero no tengo modo de localizarlo. Quizás fuera sólo el correo electrónico enviado a un amigo recomendándole vivamente la visita y tal vez comentándola con cierta extensión. Por fortuna, hay por la Red suficientes huellas para poder recuperar, si viene al caso, lo que en su día, tanto por su novedad como por su calidad, me pareció un hito importante de la cinematografía contemporánea. Y que hoy, pese a su relativa cercanía (¡qué son 10 añitos de nada en el espejo de una vida!), tiene ya el aura de un hecho del pasado que la extraña mezcla de recuerdos y falta de memoria convierte en algo mítico: ese tipo de sucesos por los que, sin duda ingenuamente, suponemos que nuestra vida tiene o tuvo un brillo especial. Volver a recuperar esa emoción, o intentarlo al menos (ya sabemos las sorpresas que encierran a menudo las, por otro lado imposibles, vueltas al pasado) será la mejor forma de rendir homenaje a uno de los grandes maestros del arte de mirar.