viernes, 1 de julio de 2016

Aira dice...


Leo en el suplemento literario de El País (18.06.16) estas declaraciones del escritor argentino César Aira, entrevistado por Javier Rodríguez Marcos.

–¿Escribe a mano?
–No solo a mano sino dibujando. He llegado a cierto fanatismo en eso. Cuando veo en la pantalla [a la hora de pasar al ordenador (la computadora) lo escrito] una palabra que quiero cambiar, la sustituyo también en el cuadernito. [...]

–Parece tenerle un gran respeto a la literatura, pero su obra parece una broma enorme.
–No lo veo contradictorio. Siempre pensé que a cierta edad lo mío sería la elegante melancolía. Hago todo lo posible, pero lo que escribo no me sale ni elegante ni melancólico. Me sale el juego. Tengo una veta infantil fuerte. Si tuviera que definirme diría que escribo libros infantiles para adultos, juguetes literarios para adultos que hayan leído a Lautréamont...

La entrevista sigue con declaraciones no menos interesantes. Mucho antes de llegar al final me hago el propósito firme de remediar una carencia que, además de perniciosa, me parece casi inverosímil: ¿cómo he podido zafarme hasta el presente de la necesidad de leer a César Aira?

(Tiempo contado, 19.06,16)

Fotografía de César Aira tomada de Zona de obras.

jueves, 30 de junio de 2016

Despertar


Salir del sueño por el pasadizo
que lleva al día con su senda extraña,
medir el paso azul del sol de españa
como el que mide el curso de un hechizo.
Y apurarlo en el vaso el bebedizo
de la luz fresca y ver cómo se baña
en transparencias la sustancia huraña
del cuerpo al despertar, tan huidizo.
Crece la realidad cuando, aún brumoso,
cruzo la casa y busco el excusado
rincón donde la vida a fluir empieza.
Frente al espejo hay ojos al acoso
de un viejo conocido, algo asombrado
de que haya luz y agua en una pieza.

Magnus Henckel: El despertar (1893).

miércoles, 29 de junio de 2016

No es país para sueños

                                                       
                                                          (Impromptus del ay, ay, ay: sin señalar...)

Hay fetichismos implícitos
que calcinan la memoria
sombras simiescas que cruzan
delante de los espejos
la vieja melancolía
y la puta mansedumbre
el olor de los pesebres
la raíz del cardamomo

Hay letreros ilegibles
que nos retratan al paso
cada palabra ignorada
es un reloj sin agujas
olvidados los plumieres
la vida es sólo descartes
no quedan en la baraja
figuras que nos consuelen

Hay carteles drogadictos
que nos hacen prisioneros
y nos ponen al cuidado
del guardián más abyecto
es una vieja leyenda
que termina donde extiende
su lento manto de nieve
cada día la costumbre

Fotografía: Cielo enrejado con ave indecisa. 
© AJR, Gredos, 2016


martes, 28 de junio de 2016

El espíritu Del Bosque*


Fútbol es fútbol:
noble impulso geométrico
que le inventa al espacio lugares imposibles
un rectángulo enorme
cruzado por la magia
de una esfera ligera como el alma de un niño

músculos adiestrados para que las neuronas
de la imaginación puedan llegar más ágiles
a idear la parábola del cuerpo luminoso

vieja fascinación de la pelota
que va y viene y va
y siempre vuelve
cargada con las alas del aire

misteriosa
promesa que aún mantiene
su corazón de trapo
por más que sean de oro
y piedras florentinas
los humos que la impulsan
y conserve en su vuelo
el viejo don tribal
de las adormideras
y otras sublimaciones

agua sin trascendencia
rito lúdrico
que siempre sacrifica su corazón al dios
de las inmediaciones
con su pequeña histeria
tan oportuna para
calmar ansias mayores

reducto de la gracia soñada o presentida
pasión que engendra bestias
de carga y desafueros
de forofos cegados
por la bilis solemne
y coartada tan útil
de otras mercaderías

pero al fin juego puro
sueño puro pura imaginación
y deporte sublime
si lo animan la afinada belleza
del espacio bailable sacado de la nada
la ilusión que perdura más allá de sí misma
y esa fuerza de grupo
o espíritu Del Bosque
que prescinde de todas las palabras vacías
para hacer de la calma
y del entendimiento
y hasta de la envidiable carencia de
glamour
el método seguro pero provisional
con que llegar al centro de ese azar favorable
en que consiste al fin toda victoria
aunque algunas parezcan
que han sido modeladas
por el sueño de un pueblo
cansado de soñar.
Fútbol es sueño. Y, luego, al despertar,
los dinosaurios, ay, los dinosaurios...


Esta entrada fue publicada, con el título de PostMundial, el 14 de julio de 2010, a las 22:26, con ocasión del triunfo que la selección española de fútbol, de la mano de Vicente del Bosque, obtuvo en el Mundial de Sudáfrica. Hoy, tras la justa derrota del equipo español frente al italiano y cuando los días del gran entrenador, hombre de probada sensatez y ciudadano ejemplar parecen enfilar un cambio de rumbo, creo que es oportuno rescatarla de los arcones de la Posada. Junto a las lógicas, fundadas y asumibles críticas al papel del entrenador, produce algo más que un profundo malestar el vuelo bajo de algunas bandadas de cuervos que se aprestan a convertir en carroña vomitiva de su propia cosecha lo que quizás no hace mucho era pura coba gratuita. No es nada nuevo, pero causa una gran murria constatar que el vicio de la ingratitud y el don del oportunismo siguen estando tan arraigados entre nosotros.  

viernes, 24 de junio de 2016

Cuencos o cuncas


Para recoger el agua nueva de San Juan.

Desde la orilla,
mientras llega la noche,
contemplo el agua.

Sombras del cielo,
astros dubitativos,
giro con ellos.

Un cuenco apenas
para encender los sueños:
ritos que curan.

Y las palabras
de quien se fue con ellas
hacia la luz.


Mar Menor ©  AJR, 2012


jueves, 16 de junio de 2016

Querida Molly Bloom...

Querida Molly Bloom:
Al llegar un nuevo Bloomsday, efemérides que cumple años al mismo ritmo que quien sueña estas líneas, quiero acordarme especialmente de ti, que  al final del Ulises pensaste no sé si las páginas más legibles de toda la obra pero sí las que más veces se han leído, quizás porque contienen una mayor capacidad de emoción confiable y quién sabe si el poder de clausurar el abismo que existe entre la vida y la escritura, hasta el punto de hacernos creer que es posible (aunque no lo sea) atrapar y reproducir el curso del libre pensamiento y seguir el zigzag de la conciencia en su corriente. Laureles parecidos ya habían sido cortados antes de que a ti te diera por pensar en voz alta. Pero créeme si te digo que nunca nadie lo había hecho con tanta frescura y en todos los sentidos. No me negarás que en ese tu poder de evocación libérrima se pone de manifiesto el temperamento mediterráneo que sin duda tenías, aunque solo fuera por la fuerza de la veta judía de tu sangre materna y el inevitable contagio de los días de infancia en Gibraltar. Ah, la Roca, esa dimensión íntima del cuerpo geográfico, la última colonia perdida en el culo de esta Europa que hoy parece más raptada que nunca, el faro que permite entrever las costas africanas tras la brumosa raya del lugar exacto donde se juntan las aguas, el sueño y la vigilia, en el mar, el mar carmesí. Cuánto no le deberás a esa idea de ti misma que hizo crecer a aquella muchachita que en tiempos de penuria (mas cuáles no lo son) fantaseaba con viajes interminables alrededor del mundo, con amaneceres en lugares insólitos y con el sabor de la sal sobre la piel. No hay forma de decirte, para que me entiendas, las impresiones que se anudan al hilo de tus palabras tan carnales en espacios donde solo somos el eco que se alza ante los ojos de un desconocido en un lugar remoto en un tiempo indiferente. Un revuelo de telas entre sombras y espacios calcinados: a eso suenan tus palabras, Molly Bloom. Se me ocurre pensar que todas y cada una de tus frases son puertas giratorias: creemos que nos llevan en una dirección, pero la sugerencia de salir en otro sitio, que puede parecer el mismo de la entrada aunque será siempre otro, es tan fuerte que una vez tras otra estamos a punto de vislumbrar lo que finalmente, para darnos la razón y no perderla, identificamos como un subrayado de lo que en el mundo sigue resultando visible y compartido, aunque sepamos que la realidad es ese tejido que, como hacía Penélope (tu irónico o sarcástico modelo), se teje y se desteje según el espíritu de la hora y la fuerza del juego sentimental que una vez tras otra y de nuevo otra vez está a punto de hacernos creer en algo nuevo. Gracias, Molly, por enseñarnos que la monotonía es una vena que nunca deja de conducir sangre. Que los cuerpos se sueñan. Que al final, entre las más ocultas de nuestras pulsiones y en los recovecos de la imagen abolida de tanta inconsistencia, está sonando, como un rayo de luz que se cuela por la ventana mal cerrada de la desolación, el latido de la única sílaba que puede, si acaso, darle sentido a la miseria de nuestra condición y a esta cadena inhóspita de palabras que ahora ya se adentran en la misma espesura que nos ampara a todos: sí dije sí quiero Sí.


Imagen superior: Escena del Bloosmday de 2004. 
AP Photo /John Cogill. 

Rescatada de Los Arcones de la Posada.
Primera publicación: 16/06/2012; a las 00:00 hora de verano de Europa Central.


miércoles, 15 de junio de 2016

Reminiscencias

Rincón de Cuevas Bajas, Málaga.
Fotografía de autor no identificado, tomada de aquí.
En otro sueño me he visto bajando por esa calle, mirando hacia ese cielo, entrando por esa puerta. En algún lugar de mi memoria estoy dentro de esa casa y espero a alguien. Cuando caiga la noche volverá a llover.