viernes, 13 de marzo de 2015

El coleccionista de enciclopedias

Bin Laden en su refugio de Tora Bora.
Imagen cedida por la oficina del Fiscal de Nueva York y tomada de el_país.

El hombre del turbante blanco, el rostro aceitunado y la negra barba piramidal, posa ante las cámaras sentado en postura yóguica, ataviado con vestimentas disímiles, como si hubieran sido recolectadas en un baratillo para hacer un teatro de aficionados o, simplemente, para andar por casa en pie de guerra. Y de esa guisa, lanza una mirada levemente perdida, o ensimismada, mientras pronuncia, acaso de memoria, una sentencia que quiere que suene como amenaza creíble para unos y como canto hipnótico para los próximos. Sin embargo, por detrás de toda esa representación, mitad desmintiéndola y mitad corroborándola, lo que se pone de manifiesto es una oculta o desconocida condición del personaje: parece alguien que ha dedicado la mayor parte de su vida a coleccionar, fascículo a fascículo y tapa a tapa, todas esas enciclopedias que se alinean a su espalda, sobre el diván y el lecho (aquí duerme el arma), y cuya temática no costaría mucho adivinar, si fuera necesario. Es probable que todas ellas sean solo encuadernaciones de una misma y reiterada idea. Y es posible, también, que algunas contengan técnicas útiles para algún tipo de bricolaje, el manual del muyahidín autosuficiente, tal vez unos cursos de aeromodelismo. Y no ha de faltar, en un lugar destacado de la pulcra y escuálida biblioteca, un breve tratado del juego de ajedrez que incluya, entre sus infinitas variaciones, esa estrategia básica que pasa por el derribo de las torres del rival.

lunes, 9 de marzo de 2015

La belleza que cura

Aquí debería verse una noticia de RTVE1 en la que se cuenta, con imágenes, como un enfermo terminal pidió ver de nuevo los cuadros de Rembrandt como último deseo antes de morir. Este lienzo blanco en que se ha convertido el presunto enlace ofrecido por la pestaña «ponlo en tu web» tal vez esté mostrando un signo de la gran contradicción de estos tiempos en los que el exceso de información y de imágenes, buena parte de ellas secreciones purulentas y hasta cancerígenas del yo, empieza a ser un verdadero problema: el problema del vertedero. Los últimos autorretratos de Rembradt muestran el que si duda es uno de los estados de mayor transparencia alcanzado por la expresividad humana. Son la vida con toda su luz. Y el mayor consuelo. 

martes, 24 de febrero de 2015

Rosalía, aniversario



Se cumplen hoy años (178, si no hago mal las cuentas) del nacimiento de Rosalía de Castro. Como es sabido, a ella le debe la lengua gallega el inicio de su renacer como lengua de cultura. Un resurgimiento enraizado en la cultura popular y que, a lo largo del último siglo y medio, ha logrado traducirse en una gran riqueza de obras, movimientos y nombres, hasta culminar en un presente brillante en lo literario, pese a que todavía haya que batallar para lograr la plena normalización del uso del gallego y frenar el relativo descenso de hablantes que se ha producido en los últimos años. Hace sólo unos días, las calles de Santiago acogían un clamor popular para reclamar de las autoridades de la Xunta el cumplimiento de sus obligaciones al respecto. Las tantas veces vidriosas cuestiones nacionalistas, siempre en trance de convertirse en una pelea de gallos, en lo relativo a la defensa de la lengua tocan aspectos muy sensibles, cruciales en su razón de ser, y nada parece más justo y razonable que garantizar a los ciudadanos el derecho a conocer y utilizar la forma de nombrar el mundo más cercana a su propia tradición y a sus querencias. Pero, además, no vendría mal que el Gobierno central se preocupara un poco de potenciar la presencia de las lenguas peninsulares en el resto de España, pues son el vehículo del conocimiento y disfrute de una riqueza cultural cuya valoración y difusión adecuadas parece la mejor manera, junto con la justicia económica, de asegurar la cohesión del Estado. Es una lección que, entre otros, ya nos enseñó García Lorca con su especial aprecio de la figura de la escritora y del idioma gallego. Esta Salutación elegíaca a Rosalía, que Amancio Prada interpreta con su habitual cuidado y devoción, es una buena prueba.

lunes, 16 de febrero de 2015

Trabes


Hay frases que prefieren seguir vivas
Y lápidas carentes de sentido
Los huesos del poema son elásticos
Pueden sobrevivir a la catástrofe
El poeta se mueve entre dos mundos
Entre dos muros  En medio de las aguas
Como Ulysses atado en la cubierta
Sabe que son sirenas engañosas
las que roban su espíritu  Descifra
sus infinitos nombres sombreados
Las ama con pasión  Clama por ellas
Siente cómo se alejan con su carga
De veneno inmortal y nudos corredizos
Pasa la tempestad  La calma extiende
su sombrilla de tópicos amables
Las lápidas arropan a sus muertos
Y hay frases que prefieren seguir vivas



Imagen 
Ruinas de la ermita de San Xoán do Cachón, posible primitivo enclave del Mosteiro de Santo Estevo, en Nogueira de Ramuín, Ourense. 
En el dintel puede leerse esta inscripción: 
«+ CUM DEI ADMINICLO / FRANKILA ABBA CONDIDIT OPUS / ERA DCCCCLVI»
Foto © AJR, 2007.



Rescatado de los Arcones de La Posada.
Primera publicación: 30/07/10 16:50.

domingo, 15 de febrero de 2015

Hoy mismo, acaso ayer, cada mañana

Raoul Dufy: L'Atelier.
Para creer en ti
sólo hace falta
abrir los ojos.
La fe no es eso.
Lo sé. Pero no creo
que me haga falta
ni siquiera la fe
para creer 
                     en ti
como ahora creo.



viernes, 13 de febrero de 2015

¿Qué sería de nosotros sin la radio?


Lo de los «Días Mundiales de...» es una milonga que ya parece excesiva, incluso como broma. Pero cuando tienen apellidos como el de hoy (ya casi ayer), Día Mundial de la Radio, a uno le cuesta poco sumarse a la fiesta y aprovechar la efemérides para escribir un post: este. Un post en el que lo único que me gustaría escribir es la misma frase que una vez le mandé a Mara Torres, a la Cadena Ser, cuando ella era la conductora de Hablar por hablar y yo el oyente que muchas noches le enviaba un correo electrónico firmado por Farero, y que ella leía en antena. Un invento que tuvo cierto éxito, y que incluso llegó a contar con una sintonía propia (aún sobrevive en los archivos de la Cadena) y hasta una hora fija, al filo de las 3,33 a.m. Fueron, aquéllas, noches de duro bregar: estábamos actualizando la enciclopedia Espasa en turnos estajanovistas y en lucha contra el reloj, y la compañía cálida de las ondas era una barca segura para surcar la noche y alcanzar las horas altas de la madrugada, muchas veces bastante más allá del amanecer.

La radio es, sin ninguna duda, el medio que más cerca he tenido siempre. Y la verdad es que a estas alturas no soy capaz de pensar en mi vida sin ella. Ahora mismo, está sonando a mi espalda. Así que puedo repetir, con plena consciencia y vigencia total, la frase que una noche le envié a Mara, y que no era otra que la que encabeza estas líneas. Aunque no lo parezca, les aseguro que es mucho más que una pregunta retórica. De Farero, que de cuando en cuando aún sigue acudiendo a su Faro, tal vez hable otro día. En estos vídeos, Mara Torres lo recordaba, al volver a ponerse frente a los micrófonos del Hablar por hablar con motivo del 20º aniversario del programa.





Imagen superior: (c) Paco Farero, 2014, tomada de aquí.