Por aquello de los horarios de esta Posada (privilegios y dependencias del «albergue a cualquier hora»), pude enterarme de la eliminación de
Bin Laden casi media hora antes de que el presidente
Obama se dirigiera a su país a través de la televisión para anunciarla de forma oficial.
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La ejecución de Bin Laden seguida en directo desde la Casa Blanca. |
Un flash urgente parpadeando en la página de
elpais.com me puso en la pista de la noticia, tal vez a eso de las 4,30
mam de la madrugada (
mam = "más o menos"). La búsqueda en
Google con la frase «Bin Laden ha muerto» arrojaba ya a esas horas cientos de resultados, entre ellos las webs de varios periódicos estadounidenses. Pude ver los titulares del
New York Times y el
Washington Post, que en sus informaciones de alcance ya daban detalles acerca del lugar donde el jefe de
Al Qaeda («La Base», no se olvide) había sido abatido.
Cierto espíritu áspero periodístico, alguna vez sentido en carne propia (en especial, un sábado de gloria, y también durante varias semanas de mediados de 1989), pero mucho más experimentado a través de películas como
Luna de papel (y su
remake,
Primera plana) o
Todo los hombres del presidente, sin olvidar ejemplos más cercanos como
Buenas noches, y buena suerte...; en fin, algo así como una sensación de estar asistiendo a un "instante real" me cosquilleó en el estómago ante la gravedad de la ocasión: ese temblor que todo profesional que se precie debe sentir ante la cercanía de la primicia. Aunque no se me escapa que, en este mundo global de información que ha hecho posible Internet y todos sus adminículos (ese es el viejo nombre de lo que ahora se llaman
Apps), la novedad ya es algo muy diferente.
De hecho, la primicia de esta noticia la dio, sin saberlo, su temblor. Vecinos de la casa donde se estaba produciendo el asalto definitivo, ante el movimiento de helicópteros y la presencia de grandes luminarias, comentaron en las redes sociales su extrañeza ante lo que todavía no sabían qué era, pero sin duda prometía ser algo «muy gordo». No cabe descartar la posibilidad de que el propio Bin Laden se hubiera enterado de su aciago destino inminente a través de un aviso de urgencia en su cuenta de
Twitter..., si es que el jefe
alqaedista frecuentaba esa red (que supongo que sí).
(Tiempo contado, madrugada de 1 al 2 de mayo de 2011)