Los personajes de Francisco Ibáñez en plena faena. |
Supongo que no seré el único ciudadano de este país al que no le haya sorprendido la descarada y presuntamente delictiva destrucción de la información existente en los ordenadores de Bárcenas. El también presunto (por improbable) y minucioso (por lo ominoso) borrado de huellas criminales a que los máximos responsables de la banda pepera están procediendo (y, al menos de momento, con completa impunidad) recuerda mucho a las aventuras de algunos personajes de los tebeos de nuestra infancia. No tanto quizás a las del Caco Bonifacio, otro del mismo gremio, aunque mucho menos zafio, como a las deslabazadas fechorías de «Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio». Aunque la cosa es muy seria. Grave de toda gravedad. En realidad, este secuestro o formateo de discos duros no es más que el reconocimiento explícito, a cara desnuda, de lo que el partido que nos gobierna está intentado hacer en los últimos años: borrarle la memoria al país. Y a la vista está que en muchos casos lo ha conseguido. O está a punto de hacerlo. Pero hay que seguir confiando, pese a todo, en la justicia. O tal vez mejor en que, durante alguna de esas chapuzas ya algo más que pintorescas, la casa se les venga abajo.