La capacidad engendradora del lenguaje es realmente de condición bíblica o babélica. A ver si no cómo le explica usted al sujeto paciente que al oír/escuchar (gestos sucesivos) en la radio la expresión «mochila austriaca» se haya puesto en marcha, y por completo al margen de su significado objetivo (cierto tipo de indemnización laboral y modo de organizar las pensiones en ese país), una deriva de sugerencias que, tras situarlo en un fuego de campamento en Hoyos del Espino, allá por 1968 o 69, lo llevó derechito a bañarse en las muy frías aguas del joven Tormes, y luego a participar en una competición escolar natatoria en la que todos sus gestos deportivos se concentraron en el esfuerzo por no perecer ahogado. Y ya desde ahí —tal vez por cercanía de los afilados picos— el dibujo de las ondas verbales se fue abriendo paso hacia las altas montañas, que no en vano es en ellas, entre nieves de mucha duración siempre blanquísimas, donde crece la flor del edelweis, quizás la misma que se nos contó a tantos y se nos puso denoDaDamente como símbolo heroico y algo apolillado de aquella pureza tan sangrante, sumo ideal del joven recio y pleno contrapunto imaginario de las horrendas penas del hiperbólico inferno jesuítico, siempre un poco risible, no se vaya nadie a creer que nos tomamos alguna vez aquello en serio, y mucho más (menos) desde que a aquel condiscípulo luso (de Póvoa de Varzim, por ser exactos), rostro cetrino, dientes de ardilla, ojos voraces, le oímos decir sin asomo de estar hablando en broma: «Eu prefiro ir ó Inferno pra’ pasalo ben ca filla do Diablo». Y puede que el “pasalo ben” fuese algo más explícito y hasta minuciosamente gesticulado. Hay que ver la de cosas asaz peregrinas que caben en un objeto tan común, en el fondo un simple sac-à-dos, como el que portaba sobre sus hombros aquel muchachillo monegasco, Jean-Jacques, que cantándole a su Maman, aunque no ganó el Festival de Eurovisión de 1969, tuvo un enorme éxito, y que ahora, más de medio siglo après, también viene a sumarse al carrusel de ocurrencias y al botín que en su interior escondía la susodicha mochila. Y eso que era sólo austriaca. Si llega a tener la condición de austro-húngara, la cabalgata hubiera sido… imperial, como de plano-secuencia berlanguiano. Seguro.
(LUN, 897 ~ De la vida misma)