lunes, 29 de agosto de 2016

Carne que tiembla


 Los primeros temblores de la carne.
Temblores de la carne los primeros.
Primeros de la carne los temblores.
Carne la de los temblores primeros.
De los temblores primeros la carne.
La carne de los primeros temblores.

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Encuentro el primer envite de este «dado» en el artículo que Manuel Vicent dedica a Sílvia Pérez Cruz en la contraportada de El País. He visto desarrollada en este texto, con la brillantez habitual del escritor levantino, una idea o intuición que me acompaña desde la primera vez que oí cantar a la artista catalano-gallega: en la actitud de esta mujer puede que esté latiendo la solución a los conflictos patrióticos que con frecuencia han ensombrecido la convivencia en tierras ibéricas, y a los que tanto cuesta encontrar remedio. La identificación que Vicent hace entre la fuente de la voz de la cantante y el lugar «donde nacen todas las patrias» puede parecer una metáfora demasiado sutil o incluso rebuscada. Pero basta escuchar con atención a Sílvia Pérez Cruz en una cualquiera de sus actuaciones (por ejemplo en esta, casi improvisada, con su padre) para comprender lo atinado y revelador de esas palabras. Tal vez porque, a fin de cuentas, la verdadera patria no es más que el recuerdo de un temblor y de la emoción que lo produjo.

2 comentarios:

Navajo dijo...

Comparto tu admiración por esta gran cantante (y encantadora señora) y su posible rol de fusión de emociones patrias. Leí el texto de Vicent y no acabo de explicarme ese empeño suyo en representarse continuamente a tan delicada criatura como opulenta matrona ampurdanesa, cocinando sin parar paletadas de arroz negro. Parece que a veces lo excesivamente carnal le nubla el sentido a don Manuel. Eso o que la ve gorda.

Alfredo J Ramos dijo...

Supongo que es su forma de mitificar, tal vez de representarse la felicidad en clave mediterránea como una sucesión de ritos y texturas, «maridajes» perfectos que se dice ahora (horrible expresión a mi humilde entender, por cierto, la entrecomillada, que ya se utiliza para todo todito: hasta al presidente de la RAE, nada menos, a micer Villanueva, se la escuché utilizar el otro día para hablar, fíjate, de la asociación entre un término y sus significados... ¡pero qué broma es esta!). A mí Vicent, qué quieres que te diga, suele gustarme. Aún recuerdo los comentarios algo irónicos que Juan Cueto, a principios de los 80, solía hacerme sobre las volutas de su prosa (de Vicent), desde aquel espíritu ilustrado y posmoderno avant la lettre (o casi) que caracterizaba al heredero de Clarín, hoy tristemente ausente (le echo de menos). En este caso concreto me venció además la estúpida vanidad, o figuración, de ver confirmada en román paladino y en prensa impresa una intuición particular. En todo caso, el encanto de la voz y la presencia de esta, como tú dices, "encantadora señora" parece fuera de toda duda. Su último disco, el de la peli que aún no he visto, no me produjo especial entusiasmo, pero aún queda mucho por descubrir en su intensa y fértil trayectoria.