Luz apagada
—la Hora del Planeta—
en la Posada.
Un años más, sin otra convicción que la de creer aún en el poder de los símbolos para avivar la consciencia, en la Posada nos unimos a esta iniciativa global que al menos debería servir para poner en primer plano nuestra responsabilidad, individual y colectiva, en la salud de la Tierra.
Curiosa coincidencia que el Día del Padre sea en esta ocasión el elegido para acordarnos de nuestra Madre.
Un años más, sin otra convicción que la de creer aún en el poder de los símbolos para avivar la consciencia, en la Posada nos unimos a esta iniciativa global que al menos debería servir para poner en primer plano nuestra responsabilidad, individual y colectiva, en la salud de la Tierra.
Curiosa coincidencia que el Día del Padre sea en esta ocasión el elegido para acordarnos de nuestra Madre.
2 comentarios:
Feliz día del Padre, Alfredo, aunque lo pases agarrado a los pañuelos. Sumémonos al símbolo, aunque, pensado fríamente, no sé si gestos así sirven realmente de mucho. En cualquier caso, menos es nada.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Antonio. La cercanía primaveral nos tiene asediados (o, más bien, «apañuelados»). Y, es verdad, estas grandes fechas conmemorativas, incluidas las de más añejo arraigo, sirven de poco si uno no incorpora aquello que pretenden subrayar a su vivir de cada día. De eso se trata. Otro abrazo (con las debidas cautelas sanitarias; parece que la "cosa” va cediendo).
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