sábado, 3 de julio de 2010

Viajar para contarlo (II)


El LITVI, la interesante iniciativa para prestar atención a los libros de viajes que se celebró durante la semana pasada en Compostela, discurrió por los cauces previstos en su triple condición de evento ferial, congreso sobre el Camino de Santiago y reunión de autores y profesionales. Participé en él durante las tres primeras jornadas y pude comprobar el vigor de un sector editorial que aún está lejos de haber alcanzado el tope de su desarrollo, aunque en el momento actual tampoco escapa a la crisis general que afecta a la economía.

El evento, cuya organización a cargo de la empresa
Trevisani resultó impecable, contó con la presencia de autores como César Antonio Molina, que el domingo 20 inauguró los actos con su conferencia «Lugares donde se calma el dolor» (algún despistado preguntaba por qué se había elegido "una charla sobre hospitales" para abrir un congreso de viajes), o Javier Reverte, Julio Llamazares y Fernando Martínez Laínez, que explicaron sus respectivas experiencias como escritores y viajeros (o viceversa). En días sucesivos también participaron Paco Nadal, Cristina Morató, Soledad Puértolas, Susana Fortes y Luisa Castro, entre más de medio centenar de autores.

Durante la cena peripatética de inauguración, que se celebró en la antigua capilla del Hostal de los Reyes Católicos, pude conversar un buen rato con el escritor coruñés y antiguo ministro de Cultura, uno de cuyos méritos no menores (y así se lo hice constar con énfasis de lector agradecido) es la de haber contribuido a recopilar la obra periodística dispersa de Cunqueiro. «El año que viene es su centenario», me dijo con un gesto expresivo. Cunqueiro volvería a estar presente en diversos momentos de las jornadas, en especial durante una mesa redonda sobre «El teatro en el Camino», donde el dramaturgo gallego Manuel Lourenzo concluyó su intervención con un homenaje a la capacidad fabuladora del autor mindoniense.


Dentro de las conferencias de temática jacobea, me resultaron especialmente interesantes, entre las que pude escuchar, las intervenciones del historiador Fernando López Alsina sobre el Codex Calixtinus, que bien podemos considerar como «la madre de todas la guías», y la del hispanista inglés John Rutherford, quien compartiendo mesa con Suso de Toro explicó en perfecto gallego los impulsos que le llevaron a hacer varias veces el Camino de Santiago siguiendo las famosas flechas amarillas (o "de oro", como él las llama) y a novelar la experiencia.


Sobre guías


En la mesa redonda que el lunes 21 dedicamos a intercambiar impresiones sobre las guías de viaje como «herramientas necesarias», se apuntaron
algunas reflexiones sobre las condiciones que debe reunir una guía de calidad, se matizaron algunas de las diferencias (no siempre obvias) entre las guías y los libros de viaje, y se apuntaron experiencias particulares de los intervinientes en animada charla con el público, al que uno de los contertulios, el editor y autor extremeño Marino González, calificó como «heroico», habida cuenta de que la hora del debate coincidía con el España-Honduras de fútbol. Los goles de Villa resonaron puntualmente en medio del debate.

Algunos de los participante de la mesa redonda sobre guías: (de izquierda a derecha) Marino González, Manuel Bragado, Pemón Bouzas, el que suscribe y Pep Bernadas. Faltan Gabriel Pernau y Xosé Miranda, que estaban situados a uno y otro extremo. He tomado la foto del blog de Pemón Bouzas.

La presentación corrió a cargo de
Pemón Bouzas, que hizo una brillante introducción sobre el impulso viajero que late en el fondo de toda actividad literaria, quizás porque «las canoas poseen, en esencia, la misma naturaleza que las arpas». Fue especialmente destacable, por lo atinado y claro de su visión desde una perspectiva profesional, la intervención de Manuel Bragado, director general de la editorial Xerais, y emotiva y cargada de elocuente sentido común la de Josep Bernadas, el fundador y editor de la revista Altaïr, un verdadero punto de convergencia en el mundo de las publicaciones viajeras, y viajero él mismo con rica experiencia que sabe compartir de forma apasionante. Xosé Miranda, narrador y experto en tradiciones, subrayó la importancia de recoger y transmitir los aspectos de la cultura popular que están en trance de perderse, y el periodista Gabriel Pernau relató algunos amenos pormenores de la aventura que le llevó a hacer el viaje desde Barcelona a China en bicicleta. Marino González, ya citado, subrayó el compromiso ineludible del editor con la calidad.

Por mi parte, de las dos versiones que había preparado para mi intervención, opté finalmente por la más breve, aunque en el coloquio tuve la oportunidad de comentar algunas experiencias y de reclamar para las «modestas» guías de viaje, no un estatus literario (me parece que son más bien un género periodístico o puramente divulgativo), pero sí su irrenunciable aspiración a la calidad y la excelencia dentro de sus peculiares características como textos en los que, frente a la lógica de la narración, ha de imponerse la lógica del viaje o de la visita. La verdad es que algunas ideas solo pudieron quedar apuntadas. Pero la reunión resultó fructífera. Y los días compostelanos, breves e intensos, en una ciudad inusualmente luminosa y tan babilónica como siempre (o acaso más), estuvieron llenos de conversaciones interesantes y de encuentros muy gratos cuyos ecos es probable que en algún que otro momento afloren a esta bitácora.

Copio aquí el poema con el que abrí mi intervención.


Prólogo en 14 líneas para una Guía de Viaje

La guía que te guía no es la guía
que pone ante tus ojos la belleza
de la ciudad mojada o la rareza
de una columna torsa en plena Vía.

Tampoco la emboscada cacería
de palabras que, en toda su fiereza,
te acerca el ser de la naturaleza
y hace leyenda de la geografía.

La guía que te guía, viajero,
hipócrita lector o transeúnte*,
no es la verdad palmaria del barquero,
ni el plano a escala humana del abismo,
ni siquiera el reverso de este apunte…:

la guía que te guía eres tú mismo.


*Esta línea, encartada con el final de la anterior, tiene una "versión desplegable" en la que, una vez extendida, se lee: «... viajero, / hipócrita lector, tal vez solo turista o apenas transeúnte»

3 comentarios:

Antonio del Camino dijo...

A la vista está que debió de ser un fructífero encuentro. La crónica del mismo nos acerca a cuantos no pudimos disfrutar de unos días en tierras tan queridas (aunque fuese sin románica lluvia).

El soneto, cabal y bien trazado, aporta luz a esas "guías" tan manejadas por cualquier viajero. (El juego, versión desplegable, muy hábil y curioso).

Un abrazo.

Elías dijo...

Estimado Alfredo: ya sabía que os lo habíais pasado pasado bien en ese encuentro viajero en tierras del apóstol, como dice Antonio, y esta entrada me lo confirma.
Anoche precisamente cené con Marino y me transmitió tus saludos.
Y estoy también con Antonio en lo del soneto.

Un abrazo.
Elías

Alfredo J Ramos dijo...

Gracias, Antonio y Elías, tan cercanos y cómplices. Una de las más agradables sorpresas de los laberintos afables de la red es esta posibilidad de encontrarnos y hasta de reconocernos sin habernos visto nunca (aunque la exposición pública en los blogs puede llegar a ser a veces más intensa que el contacto directo, tan sometido a los gruesos designios de la apariencia y la fugacidad). El caso es que estas ciberrelaciones, y más cuando se entretejen con los hilos más vivos de nuestra memoria, producen un modo de nueva familiaridad que quizás esté modificando sustancialmente nuestra manera de estar en el mundo, creando como alternativa poderosa de comunicación una especie de lugar sin lugar que está en todas partes y en ninguna, y nos acoge a todos. No sé. Hay materia para pensar. Y muchas posibilidades experimentales. En ello estamos. En todo caso, fue un placer el encuentro "real" con Marino en Compostela y una agradable sorpresa la facilidad con que salieron a relucir los hilos, no menos reales aunque virtuales, que nos unían y que, además, se siguen prolongando, como ya le comentaré a Marino cuando le haga llegar las palabras que le debo... Abrazos para los dos.