(En voz alta). Esta información del diario ourensano La Región contradice mi propia experiencia (parcial: aún sigo con el papel los fines de semana y a menudo acudo a la prensa impresa gratuita) y, sobre todo, lo que observo a mi alrededor: kioscos que desaparecen o son ya solo poco más que paneles publicitarios, amigos que reconocen no leer más que la prensa digital (ese oxímoron), bares de los que van desapareciendo los periódicos del día... El caso es que tampoco me extrañaría —y lo deseo vivamente— que un día este resurgir fuera cierto. Pero, como en el caso del cine en el cine —en clara y me temo que imparable decadencia, pese a su potente vocación de geriátrico los días martes—, creo que la información responde más a una ensoñación autoafirmativa, tal vez cierta a pequeña escala, pero muy dudosa en cuanto tendencia general. Lamentablemente.
Algunos comentarios
No veo lo que dice 'La Región' (¿de Murcia?), pero mi experiencia es la tuya: en Almagro hay un quiosco de prensa para el que la prensa es ya negocio marginal. Los montoncillos de periódicos son esqueléticos salvo los domingos, en los bare no hay ni prensa deportiva. Y lo que es más significativo quizá: a la prensa gratis solo le hacen caso cuatro viejos. Me da la impresión de que, efectivamente, leer periódicos en papel es de viejos y nada glamuroso. ¿Bueno o malo? Ese es asunto que merecería conversación más reposada. Por lo que a mí respecta, siempre he dicho que leería el periódico en papel hasta que me muriese; ya no estoy tan seguro: a poco que Dios me dé alguna salud, es posible que los periódicos de papel se mueran antes.
Alfredo J Ramos
Pedro Torres: La Region de Ourense. Creo que ahora ya se puede ver el enlace.
No es sólo, me parece, una cuestión de uso o hábito: creo que las ediciones digatales de los periódicos no han conseguido repicar la organización y lógica interna de los viejos diarios gutenbergianos, esa especie de rejilla o parrilla para ordenar la información sobre "lo que pasa en el mundo" mediante secciones claras y estructuras perceptibles. Es verdad que intentaron —e intentan— hacerlo, en buena medida adaptando a las nuevas tecnologías el viejo "saber hacer" periodístico. Pero en esa transformación han tenido más peso otras características de esas nuevas formas, algunas (como los enlaces) muy valiosas per se, pero otras con ciertas 'contraindicaciones' y no pocos y complejos 'efectos secundarios', y me temo que el saldo general de su impacto —al menos de momento— juega sobre todo a favor de la dispersión, la confusión, la banalidad... y el babélico cacareo en que estamos sumidos.
Curiosamente, aunque sería prolijo explicar ahora cómo, tal vez la IA pueda ayudarnos en este atolladero (aunque también podría, ay, emponzoñarlo aún más).
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