lunes, 5 de diciembre de 2022

LA EVAPORACIÓN (2)

Pablo Picasso: Desnudo azul, 1902. Colección particular.

Tenía a su alcance la expresividad intacta del cuerpo, con todos sus rincones, y de forma muy especial todo lo que podría llegar a suceder en la punta de la lengua. Un dolor circular le ponía al corriente de que hay niñas que son capaces de enmascarar el autismo para no ser o sentirse rechazadas. Y que muy a menudo en lugar de silencio sólo había un borboteo sordo de dolor sin nombre. ¿Y si la vida no fuera otra cosa que la extraña concreción de un fenómeno atmosférico?

(LUN, 544 ~ «Picasso azul»)

domingo, 4 de diciembre de 2022

CON LA Y de YESCA

En la gruta, junto al fuego, con la “Y de yesca” en la mano.
Foto: Getty Images/National Geographic.

No me resulta en absoluto fácil establecer cuando fue la primera vez que vi el fuego ni que impresión me causó. Sé, sin embargo, que lo que puedo llamar con propiedad mi infancia estuvo llena de picón y badila. Y qué el descubrimiento de las piedras calientes en el bolsillo delantero de mi mandilón son también recuerdos prestados, como quizás lo sean estas pantuflas y estos calcetines de lana cruda con los que trato de combatir los nocivos efectos que este invierno anticipado produce en la información almacenada en mi memoria y en mis circuitos más sensibles aquí, en el fondo de esta gruta en la que vivo desde el día de la gran explosión.

(LUN, 545 ~ «Cuentos alfabéticos: Serie Z/A»)

sábado, 3 de diciembre de 2022

EL CANTO HILADO (el Centón)

Al volver a las andadas, sin dejar de mirar desde el Acantilado, pero ahora a vista de las aguas de cristal, no tuvo más remedio que comenzar por el Fin. Era sin duda un modo apropiado para acercarse a lo que fue El mundo de ayer y también a lo que pudiera encerrar La tormenta de nieve Sin destino que un tal Marcos Montes casi lograra transformar en un episodio de Esplendor y gloria de la Internacional Papanatas. No hay terceras personas, con excepción si acaso de Fouché, capaces de explicar La vida y las muertes de Ethel Jurado. Ni siquiera La tía Mame, buena conocedora de la etapa París-Brest y de Los milagros de la vida, logró descubrir el secreto de Amok y mucho menos ese verdadero ejemplo de La impaciencia del corazón que viene a ser La historia de Tristán e Isolda.

Los Disturbios en la Historia de un Estado clandestino, señalados con cuidado y precisión por los Dedos meñiques de algunos autores expertos en Cómo escribir relatos policíacos, no fueron ajenos a la Derrota de Vasco de Gama y el primer viaje marítimo a la India relatado en las Cartas a su hijo que, al margen de La felicidad conyugal y los alegres días pasados en Gottland, dieron pie para urdir sin apenas dificultades el Libro de las maravillas para niños y niñas, así como para gentes de otras muchas edades que habitan en los hermosos campos de Brañaganda.
La ley del silencio, también la dictada en torno al caso de María Antonieta y los Siete años que permaneció en manos de Las hermanas y su “Conte drolatique”, es, a su modo, una puerta de acceso a Universos ocultos, Un viaje a las dimensiones extras del cosmos, sobre todo si lo entendemos como una Ciudad abierta en la que, vivo o muerto, está recluido El gato. Y Pietr, el Letón (de Los casos de Maigret), astuto conocedor de La liebre con ojos de ámbar, no llega a reconocer que tiene Una herencia oculta en La casa del canal.
El perro canelo era el alias con el que fue conocido El anarquista que se llamaba como yo; es decir: Yo, otro, esa Crónica del cambio. Las Mitologías de Core Sobre enfermos, enfermedades y la búsqueda del alma de la medicina en ocasiones han sido tomadas como una Breve historia de Inglaterra, Cuando los dioses duermen y María Estuardo, en compañía de Los vecinos de enfrente, transforma su vida en una Exposición de primavera.
La vida para principiantes, del modo en que la enfrentaron Castellio contra Calvino, conciencia contra violencia, es también uno de los Momentos estelares de la humanidad e incluye, con una Historia menor de Grecia, Una mirada humanista sobre la agitada historia de los griegos. Pero no conviene olvidar que, tal como pudo poner de relieve Stendhal, la Ortodoxia y la Catarsis Sobre el poder curativo de la naturaleza y el arte son Nuestro pan de cada día.
El señor Fox siempre consideró que eran lirio y serpiente Las hermanas Lacroix. Es sabido, con todo, que Maigret en los dominios del córoner y en pleno Drink Time! (En compañía de Patrick Leigh Fermin), tomó conciencia súbita de que era Mejor hoy que mañana el momento idóneo para iniciar La vuelta al mundo con la tía Mame. ¿Qué podía importar si La nieve estaba sucia en El círculo de los Mahé y El caso de Charles Dexter Ward había quedado sepultado En las montañas de la locura?
No tuve conocimiento de que nadie pudiera exhibir un mejor Pedigrí que El arrriero de “La Providence”. Lo conocí en La Cripta de los Capuchinos, en un lugar muy bien identificado: Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río. Con la infinita parsimonia de Job, me puse a recolectar con él Fresas salvajes, me calé Las gafas de oro y, sin pensarlo apenas, me adentré por El jardín de los Finzi Contini.
La utilidad de lo inútil Manifiesto se percibe claramente Intramuros cuando el Genio ingobernable entona su Tango satánico y todo se llena de Hormigas salvajes y suicidas. Es en situaciones así cuando Maigret tiende una trampa, de modo tal que cuando creemos estar viendo a Maigret en el Picratt’s en realidad lo que tenemos delante es El muerto de Maigret, y con ese tipo de Clásicos para la vida, Una pequeña biblioteca ideal, no hay otra alternativa que la de dejarse mecer por la Melancolía de la resistencia.
La muerte de Napoleón causó menos Miedo que El caso Saint-Fiacre, tal vez porque La penúltima bondad, ese Ensayo sobre la vida humana, no puede consistir en gritar, como al parecer se le atribuye al general corso, un estridente Me casé por alegría, tan intempestivo que al parecer produjo un gran asombro en Maupassant y “el otro”, bien entendido que este último se encontraba ya En el mar último de su vida, en plena De senectute politica, mon Chéri, y creyente ya sólo en lo que pudiera revelarle —pura ucronía— El cielo según Google.
Zorba el griego, o sea: Vida y andanzas de Alexis Zorba, en su cruce con Loxandra, deja bien a las claras que Cada día es del ladrón, incluida la posibilidad de ver en La resistencia íntima el Ensayo de una filosofía de la proximidad. No conviene olvidar que hay en El rey de las hormigas, con su Mitología personal, una a modo de parodia de la aventura de Américo Vespucio con su Relato de un error histórico. Así que no le deis más vueltas a la tuerca y Contad, hombres, vuestra historia, incluyendo lo que dijo El mendigo y otros cuentos, así como lo aprendido en El camino que va a la ciudad y otros relatos. Siempre hay en El lugar de la espera una ocasión para ver a Cristo de nuevo crucificado, del mismo modo que En la colonia penitenciaria no es posible hacerse El sueco y simular La felicidad de los pececillos con algunas Cartas desde las antípodas.
Las pequeñas virtudes, según el testimonio de Enoch Soames, engendran pequeños paraísos y el espíritu de los jardines. El alfabeto alado, surgido de la complicidad entre Palas y Héctor, permite imaginar y describir con todo detalle, además de a Grecia en el aire, herencias y desafíos de la antigua democracia ateniense vistos desde la Atenas actual. Pero probablemente no sean lecturas apropiadas para Un hombre soltero ni tampoco para quien ose decir, sin ironía alguna, “Me llamo Vila-Matas, como todo el mundo”. Monte a través, cuando Zuleijá abre los ojos la Noche de fuego se transforma en un auténtico Patch Word o la Historia de un sombrero. Y eso fue lo que pasó cuando el Bandido por fin supo que Lo que no es tuyo no es tuyo.
Pero seamos serios y concisos: El laberinto junto al mar es un buen espacio para descubrir Cosas conocidas y extrañas, y emprender después un recorrido por La ciudad y las sierras, seguido de Civilización, hasta encontrar la forma idónea de contar Una boda en Lyon y otros relatos.
He aquí la Breve crónica de una paulatina desaparición: Tras Años de hotel, postales de la Europa de entreguerras, la lectura de San, el libro de los milagros, donde se explica La razón del mal y se ofrecen las claves de una Novela de ajedrez, no habían pasado ni Veinticuatro horas en la vida de una mujer cuando la Carta de una desconocida puso en evidencia a Los ojos del hermano eterno que Mendel el de los libros guardaba un Ardiente secreto y una gran Confusión de sentimientos mezclada con los apuntes personales del consejero privado R. v. D.
Sin duda fue entonces cuando Clarisssa quiso contarle Una historia crepuscular. ¿Fue él? La embriaguez de la metamorfosis es El legado de Europa e implica un Viaje al pasado. La curación por el espíritu (Mesmer, Baker-Eddy, Freud), en una Noche fantástica, fue posible al comprender que El amor de Erika Ewald era en verdad El candelabro enterrado y que La lucha contra el demonio (Hölderlin, Kleist, Nietzsche) hacía preciso recurrir a otros Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski) y, sobre todo, tener las ideas claras respecto a La mujer y el paisaje.
Recapitulemos: El conocimiento de La filial del infierno en la Tierra, con sus escritos desde la emigración, impulsó la Fuga sin fin de los Judíos errantes, incluidos Zipper y su padre mientras residían en el Hotel Savoy. Leían allí a Montaigne y conocieron la Correspondencia Hesse-Zweig, entre otros Encuentros con libros De un mundo que ya no está.
Y también el llamado Tarabas, en su extraño destino, desplegó La tela de araña hasta cubrir por completo El busto del emperador y no le importó hacerse acompañar por El Leviatán durante sus Vacaciones en el Cáucaso. «Ser amigo mío es funesto», se dice que dijo. Tal vez fuera consciente de que El triunfo de la belleza implicaba aceptar La rebelión en El espejo ciego.
Por su parte, el Jefe de estación Fallmerayer, conocedor de Primavera de café, un libro de lecturas vienesas, vivió en Abril una Historia de un amor, de la que fue testigo El profeta mudo Detrás de la puerta. Su Querido Miguel conoció por entonces Los días luminosos, pero también dejó constancia de La vida difícil que llevó mientras escribía su Diario de un viejo cabezota (Reus, 2066).
¿Me creerías ahora si te digo que Mi hermano Jeremías, con su poema dramático en nueve cuadros, viajó en el Orient-Express, el tren de Europa? No obstante, si quieres saber si Tuyo es el mañana, tendrás que conocer por boca de Marcia de Vermont el Cuento de invierno de las grandes Coníferas.
El espectador, con sus Apuntes (1991-2001), cada Domingo, con sus relatos, crónicas y recuerdos, trató de ofrecerle a su amante La violeta del Prater, al tiempo que ansiaba tener, como Antón Chéjov, una vida a través de las letras. Ese es el momento preciso en que El señor Norris cambia de tren y dice definitivamente Adiós a Berlín.
Todo esto deja bien a las claras que hay en lo Humano, más humano Una antropología de la herida infinita, y también la huella Mexicana en El quepis y otros relatos ideados por algunos Peregrinos de la belleza, viajeros por Italia y Grecia, que no cesan de preguntarse: “¿Éste es Kafka?”. 99 hallazgos hacen de Los senderos del mar un viaje a pie inolvidable, el verdadero Relato soñado, y la última puntada de las 196 obras que el Acantilado incluye en su catálogo de e-books. Hasta aquí subió la marea: acabemos restaurando lo empezado en el último conFIN.

(LUN, … 550 ~«Desde el Acantilado/ebook», 1-196)

SOLPOR OU O PÓR DO SOL

Egon Schiele: Cuatro árboles, 1917.
Österreichische Galerie, Viena.


Una penumbra rayada de sol poniente.
Penumbra poniente de sol una rayada.
Rayada de sol poniente una penumbra.
De una penumbra rayada sol poniente.
Sol de una poniente rayada penumbra.
Poniente una penumbra de sol rayada.
(De Luces de Bohemia, I)
(LUN, 546 ~ «Dados»)

viernes, 2 de diciembre de 2022

PEREC AL PASO

EL VIAJE DE INVIERNO O ALGUNAS RAZONES AZAROSAS POR LAS QUE NO HAY QUE DESCARTAR, NI MUCHO MENOS, LA IMPORTANCIA DEL PESO ATMOSFÉRICO EN LA ORDENACIÓN DE LOS ACTOS LIBRES Y POR ENDE EN LA CONFIGURACIÓN DE LOS DESTINOS


Para adentrarse sin remilgos en las landas del Invierno, sin temor a los hielos resbaladizos ni a los fríos cortantes, tal vez no sea mala idea dejarse guiar, siquiera en lontananza, por ‘El pintor cotizado que añadía su bruma a las obras famosas’. Es bien sabido que, tarde o temprano, a muchas obras maestras —sin descartar la vida propia— cierta pátina envolvente, a menudo muy sugeridora, les llega del exterior. Y no siempre resulta fácil distinguir qué es voluntad y qué “potra” —si se me permite recuperar este vocablo de mi más tierna infancia— en los aconteceres del arte o de la vida. Desde ese observatorio se entiende bastante bien la actitud de —pausa textual mediante— ‘El príncipe Eugenio que mandó contar todas las Santas Reliquias’. Un deseo legítimo de acotar el territorio de lo sagrado para quizás deslindarlo de la superstición cuando la contabilidad llegue a poner de relieve, por ejemplo, que hay astillas para completar al menos una docena de “lignum crucis”; o que las mandíbulas de algunos santos y santas se caracterizan por tener triplicadas o más todas sus piezas dentales. Al fin y al cabo, como ocurre con la bruma pictórica bajo el pincel del tiempo, la devoción y el exceso glandular propician todo tipo de fascinaciones. Y cada uno pone su confianza donde puede, o saca las fuerzas de aquello que se ajusta mejor a sus querencias y le propicia acaso un impulso imPerecedero, como se dice —y Perec lo anota— que hacía ‘El Emperador, que pensaba en “L’Aiglon” para atacar a los británicos’. Gentes hay en todas partes con intereses la mar de diversos.

(LUN, 547 ~ «Perec al paso», 171-173)

jueves, 1 de diciembre de 2022

Stig Dagerman


(En voz alta).
De gran interesante me ha pareido este artículo de Ángel Sánchez Luengo sobre un autor muy poco conocido y al que conviene tener muy presente en tiempos algo más que borrascosos.

FELCI BRUCIATE

«Fentos queimados», última anotación del Cuaderno XXXVII. ajr/22

Estaban junto a él desde hacía mucho. Y aunque procuraba no prestarles más atención que la propia, por así decir, de cualquier Antón Perulero, sabía que su insistencia no era caprichosa ni su constancia mera costumbre. ¿En qué idioma aún por descubrir le hablaban aquellas improvisaciones? La pregunta, aunque acallada, no podía obviarse por más tiempo. De modo que echó mano de una de las fantásticas armas bruñidas en los fuegos de Babel y fue buscando sintonías, semblanzas, pronunciaciones, giros… hasta dar con un aire de familia que, lejos de ofrecerle una idea tranquilizadora, no hizo sino aumentar sus sospechas de que todo podía obedecer a una maldición deslizada en la línea final de uno de sus más viejos textos y frente a la que, en puridad y a tiro limpio, no cabía otra defensa que la minuciosa declinación de su sentido en las doce posturas capaces de neutralizar —o encauzar— las vibraciones de cada una de las cuerdas que en su conjunto creaban el nudo de la realidad y su imposible desenlace. Eran estas (se ruega la mayor discreción y un rotundo y redondo silencio porque… “peligra la vida del artista”):

燃えたシダ
የተቃጠሉ ፈርንሶች
জ্বলি যোৱা ফাৰ্ণ
այրված պտերներ
မီးရှို့ထားသော ပဲပင်များ၊
燒焦的蕨類植物
‎פארברענטע פערן
сожженные папоротники
καμένες φτέρες
ዝነደዱ ፈርን ዝበሃሉ ፍረታት
спаљене папрати
янган ферналар
(LUN, 548)