martes, 29 de noviembre de 2022

EL CANTO HILADO (y 20)

Edición alemana de Relato soñado, de Arthur Schnitzler.

Hay en lo Humano, más humano una antropología de la herida infinita, y también la huella Mexicana en El quepis y otros relatos ideados por algunos peregrinos de la belleza, viajeros por Italia y Grecia, que no cesan de preguntarse: “¿Este es Kafka?”. 99 hallazgos hacen de Los senderos del mar, un viaje a pie inolvidable, el verdadero Relato Soñado, y la última puntada de las 196 obras que El Acantilado incluye en su catálogo de e-books. Y hasta aquí llegó la marea. FIN

(LUN, 550 ~ «Desde el Acantilado/ebook», y 190-196)

lunes, 28 de noviembre de 2022

MORISQUETAS MANUSCRITAS

Escaparate de la tienda de Elisabetta Franchi, noviembre 2022.
Calle de Serrano, Madrid.

Mis movimientos más meritorios, madames, mesiés, muestran muchas menudencias. Manos mormonas me matan. Maniobras mentales, mordisqueos, meros motivos mordaces, muchas miserias… movilizan milagrosas maquinaciones. Mis más maravillosos momentos merecerían mejor misión. Mantengo mis medrosas maneras, muy mostrencas, monotemáticas, milimétricas, misteriosas. Menos mal: mientras maduran mis máximas mnemotécnicas, me mixturo magnánimo, maquino maldades, manipulo maravillas, mezclo multitudes, merodeo milagros, muestro morbos montaraces, muevo maquinarias minuciosas, machaco minerales mitológicos. Mastuerzos mendicantes minusvaloran movidas musicales. Murciélagos mundanos masacran mi memoria. ¿Más madera? ¡Menos monos, muecín!

(LUN, 551 ~ «Cuentos literales, M»)

domingo, 27 de noviembre de 2022

LA EVAPORACIÓN

Pablo Picasso: La Vie, 1903. The Cleveland Museum of Art, Cleveland (USA).

Sólo tenía el título y una idea imprecisa. Una intuición vaga, como si se negara a salir de la hura y andar por su cuenta. La dejé estar. Pero tenia por corazón una piedra imán. Y no tardó en atraer limaduras de hierro. También ellas dispersas, remotas, acaso insignificantes. Y en esto llegó Picasso. Me salió al encuentro en lo de VP, el movimiento. Y enseguida vi claro que ese era el primer impulso. Este. Todo bajo una premisa señera: «Tenemos el arte para no morir de la verdad» (Nietzsche). Iremos viendo.

(LUN, 552 ~ «Picasso azul»)

sábado, 26 de noviembre de 2022

Adiós a H. M. Enzensberger

H. M. Enzensberger fotografiado en Barcelona por Kim Manresa
(En voz alta). Descanse en paz el gran pensador y poeta Hans Magnus Enzensberger. Nos costó un poco aprender a pronunciar su eufónico nombre, pero enseguida nos conquistó su sensibilidad humanista, la amplitud de su pensamiento, su olfato poético especialmente orientado a la precisión verbal. Su cercanía a grandes creadores alemanes, con el imprescindible Heinrich Böll a la cabeza, nos lo hacía aún más amable y cercano. Ha dejado un rastro luminoso (aquí hay algunas pistas) que aún podemos seguir. Buen viaje, maestro.

As bestas, buena pero...

(Al filo de los día). As bestas, la última peli de Rodrigo Sorogoyen, es un buen filme, con una prodigiosa media hora inicial —esa conversación de taberna digna de figurar en las antologías de la literatura gallega—, el desarrollo de una por momentos intensa y viva situación de conflicto y una, a mi entender, fallida sutura final que, aún siendo valiosa por sí sola, saca a la historia que se estaba contando de su eje narrativo, sin resolverla bien, y cae del lado de lo bienintencionado pero incoherente. Discutible.

Se me entenderá mejor si buscan el documental Santoalla, que reconstruye con gran fidelidad y tino la tragedia real en que se inspira As bestas y ofrece perspectivas imprescindibles —y hasta determinantes— sobre una historia que, una vez más, demuestran que la realidad es más amplia que la ficción —tal vez porque la imaginación es uno de los principales recursos de la conciencia.

Por otro lado, a diferencia de la fallida serie Rapa, el uso simbólico del conocido ritual ganadero de las montañas galaicas tiene en As bestas» una poderosa traducción visual, brillantemente transformada en el poderoso fulcro de resonancias poéticas sobre el que gravita toda la película, aunque sea discutible —y se preste a polémica: ya ocurre— el sentido primitivo, cerril y violento que se puede inferir de su uso en la historia.
En todo caso, una película que merece la pena y de la que me ha resultado especialmente grata la comparencia del gallego en pie de igualdad con otras lenguas de cultura. Por ahí, y con Luis Zahera como singular mensajero, llegan los mejores y más brillantes hallazgos del filme. Vayan al cine.

viernes, 25 de noviembre de 2022

INTRUSOS DE SUEÑO

Edward Hopper: New York Movie, 1939.
(No he podido localizar el museo o colección donde se encuentra).

Como le pasó a Alicia con su conejo (escribo sin segundas intenciones), a veces en mis sueños se cruzan personajes presurosos que no sé de dónde vienen ni a dónde van. Sin ir más lejos, hoy he estado charlando un rato con Román de Ginebra, que había llegado a la habitación en que a veces nos reunimos muertos y vivos de la mano de un pariente que vive en Bruselas. Tras serme presentado en un aparte —o tal vez lo abordé yo con impulsiva franqueza, como suelo—, enseguida me mostró su vivo interés por conocer Eburia, «esa mítica ciudad —me dijo— a orillas del Tajo, famosa por sus cúpulas, sus cacharros y la rareza de sus gentes». Debió de notar mi gesto de asombro porque el de Ginebra enseguida me miró con sonrisa pícara —incluso de “lazarillesca” podría calificarse— y, llevándose el dedo quevediano primero a la boca y luego a la frente, me soltó: «No le digas a nadie que yo te lo he dicho». Pero lejos de mí semejante intención. Caí en la cuenta entonces —lo veo claro ahora— de que estaba en un sueño y lo único que fui capaz de pensar es de dónde habría salido este personaje del que lo desconocía todo. Y me dije que, al despertar, debería escribir una nota sobre los intrusos que se cuelan en nuestros sueños, de dónde vienen, cuál es su naturaleza, por qué nos eligen… Tal vez también ellos sean sólo criaturas extraviadas.

(LUN, 554)

APOCALIPSIS

Anónimo (Escuela mexicana siglo XVIII): Dolorosa inserta en un óvalo fingido.
Óleo sobre cobre (45 x 36 cm).
¿Por qué no dejamos de fingir?
¿Qué fingir de no por dejamos?
¿No dejamos de fingir por qué?
¿Dejamos de no fingir qué por?
¿De qué dejamos por no fingir?
¿Fingir de qué dejamos por no?
(Leído a Jonathan Franzen)
(LUN, 553 ~ «Amo idioma: dados»)