viernes, 29 de abril de 2022
LAS COSAS DE NOSTRA
REENCUENTRO CON NOSTRA EN UN VIEJO TERRITORIO DE LEONES Y EN POS DE UNA PALABRA
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Jacopo Tintoretto: Retrato del rey Segismundo II Augusto, hacia 1570. Kunsthistorisches Museum, Viena. |
«Hay palabras —me dijo Nostra, el profeta de La Prospe, en Territorio de Leones, al terminar el coloquio subsiguiente al convivio en el que casualmente coincidimos la otra tarde— que nos eligen. No te quepa duda la menor, chavalote. No sabemos por qué. Pero un buen día, quizá un poco talmente a deshora, más bien ya “de anochecida”, que diría Claudio, se nos aparecen, se aposentan y fundan lugar y tienda en nuestros gustos; o sea, Oseas, que se nos imponen como título o rótulo o datáfono o consigna de un grito, cagüendiez, incluso como santo y seña para ponerle nombre propio a alguna empresa o batalla por librar, esas quimeras con las que tan a menudo nos entretenemos y torramos y perseveramos, qué sé yo…. El caso es que, verás fierabrás, esas palabras se quedan a nuestro lado con un punto de familiaridad tal, que a veces llegan a confundirse con nuestros nombres más queridos, vaya grima». Dio un manotazo al aire, como si quisiera espantar a algún moscón, y prosiguió ya por completo ensoliquiado, dueño de todo el espacio sonoro y hasta icónico en muchas millas alrededor: «Incluso, fascinantes, hurgonas, hechiceras, esas palabras pueden provocarnos la ilusión de que son de nuestra propiedad, como si su existencia tuviera algo o mucho que ver con nuestra propia vida, si serán pendejas…». Aquí creo recordar que comenzó a embarullarse (‘embulleirarse’ dice él) más de lo habitual y no consigo recordar lo que pude haber entendido. Luego hizo una larga pausa y puede que, de pie y todo como estaba y sin inmutarse, incluso echara una cabezadita. Minutos después, tras un respiro hondo, tal si regresara de quién sabe dónde, juraría que por fin me vio de cerca y me miró, no sé si a los ojos, pero casi, y remató la cháchara: «Desde hace bastante tiempo, pongamos cuatro décadas, una de esas palabras para mí es “territorio”, a menudo con versal inicial, pero también sin ella. Ni que decir tiene que, tanto o más que en el aspecto físico o meramente geográfico, esa palabra se refiere al espacio en el que de verdad vivimos: el lenguaje, ¿capisci? Y, también, a renglón seguido, pero cómo si no, al lugar de la escritura: este ‘territorio de gestos fugitivos’ (aquí me guiñó ostensiblemente un ojo) con el que pretendemos descifrar el mundo. O, al menos, tratar de hacerlo menos salvaje e inhóspito. No sé si lo pillasssssss…». Silbó largamente al final de la última palabra y se quedó como en suspenso. Por esta vez ya no dijo más. Aunque sé bien que no tardará en volver a las andadas.
(LUN, 761 ~ Las cosas de Nostra, autofagias)
jueves, 28 de abril de 2022
Adíós al actor Juan Diego
Su actuaciòn en Los santos inocentes, inolvidable, es uno de los grandes hitos interpretativos de nuestro cine. Hay en su trayectoria al menos media docena de papeles memorables. Y siempre una gran dignidad y compromiso, también artístico, en su trabajo.
Poco antes de la pandemia, en una actuación de Miguel Poveda en el
Price, me crucé con él en un pasillo y, en una breve y muy amable conversación, pude manifestarle mi admiración. Me dio un abrazo que recuerdo con gran cariño.
Price, me crucé con él en un pasillo y, en una breve y muy amable conversación, pude manifestarle mi admiración. Me dio un abrazo que recuerdo con gran cariño.
Muchos años antes, era un habitual de los saraos del Johnny, donde lo vi algunas veces.
Que tenga el tránsito que merece y su arte no se olvide.
LA PALABRA DEL DÍA: «TROGLODITA»
miércoles, 27 de abril de 2022
CORTINILLAS DE CONTINUIDAD
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El Don Pasquale de Donizetti en el Palais Garnier, Ópera de París, en junio de 2018. |
De mi más alta consideración, señor o señora, madames, monsieurs, dos puntos: no me dirigiría a usted si no fuera absolutamente prescindible poner en su conocimiento, antes de que la ignorancia general nos afilie a todos bajo sus órdenes, que es necesario que usted en su consciencia se haga cargo de algunas criaturas de la imaginación (o no tanto: entre lo imaginario y lo real no es seguro que haya término medio), a saber: ‘El viejo industrial japonés magnate del reloj submarino’, ‘El diplomático que clamaba venganza para su mujer y su hijo’ y, para completar el trío del día o triduo PERECedero, ‘La señora que no pudo marcharse hasta el día siguiente y reclamó sus judías tiernas’. Es gracia que espera alcanzar aunque no sea fácil —la dirección se hace cargo— verle la gracia. Las cortinillas de continuidad es lo que tienen. No serán las últimas. Bien sure, sire!
(LUN, 763 ~ Perec al paso, 78-80)
martes, 26 de abril de 2022
EL GRAN DILEMA
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Goya: «Asta su Abuelo», 1799. Grabado número 39 de la serie «Los Caprichos», Museo del Prado, Madrid. |
«Escribir o leer, he ahí el dilema». Me sorprendió la otra tarde mi amigo el actor plantándose ante mí con un tintero de cerámica de Talavera-El Puente en una mano y en la otra uno de esos librillos que se compran muy baratos en los chinos y que, ya desde su falsa apariencia moleskine, parecen estar diciendo «Es tu bebé, es tu bebé», como una clara invitación a la escritura. No me pareció baladí la propuesta escénica, aunque sé que mi amigo el actor es muy burlesco y no suele creerse ninguno de los papeles que representa. Pero en este caso me pareció advertir en su propuesta un claro sesgo de argumento ad hóminem; vamos, que me estaba criticando directamente, no sé bien si de pecar de presumir de lo primero o de empeñarme en parecer que tengo de lo segundo las gracias de carencia cervantina. Dicho de otro modo: de alardear de lector cuando lo único que de verdad me interesa es figurar, o fungir (sic) de escritor, siendo así que en realidad las más de las veces me limito a transcribir —traducir— y no siempre lo mejor que puedo aquello que logro asimilar de mis largas tardes y noches de lectura ensimismada, que las mañanas se me suelen ir en soñar y en pergeñar estas boludeces y otras parecidas. Pero el peculiar momento dramático llegó a su clímax cuando, en una pausa de silencio mutuo, mi amigo sacó de su portafolios —¿dónde lo llevaba?— una imagen con un conocido grabado de Goya y me lo puso delante con un gesto que aún estoy intentado interpretar. Tampoco voy a sorprender a nadie —colijo— si digo que mi amigo el actor en ocasiones me tiene hasta el asta con sus… ¿improvisaciones? Quién lo sabe.
(LUN 764 ~ Al pie de Goya)
lunes, 25 de abril de 2022
7 haikus hilados
Extrañas formas
que, al verlas, se contagian:
haikus, bostezos.
Palabras, signos,
maullidos, ronroneos,
meadas de gato.
Y el andar alto
del gato de Ferlosio
entre los vidrios.
La Luna llena
es todo lo que tengo.
Y ella lo sabe.
Pone el ocaso
los rayos en la hoguera
del sol ya muerto.
¿Quien habla aquí?,
dice la voz que escuchas.
Pero no hay nadie.
Qué gran silencio:
dentro de él cabe todo:
el día, la noche.
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