Una vista muy pop. Nota para clásicos: ¿alguien recuerda que en ese rincón del escaparate de la tienda de Vargas solían poner un chiste gráfico que cambiaban cada día o casi? Era habitual pasarse a verlo junto con las carteleras de cine que ponían en los expositores de la tienda de Mazuecos (aún existen).
miércoles, 13 de octubre de 2021
El chiste de Vargas
Una vista muy pop. Nota para clásicos: ¿alguien recuerda que en ese rincón del escaparate de la tienda de Vargas solían poner un chiste gráfico que cambiaban cada día o casi? Era habitual pasarse a verlo junto con las carteleras de cine que ponían en los expositores de la tienda de Mazuecos (aún existen).
AÑORA ROÑA
Al volver sobre sus pasos y caer de lleno sobre la avenida de la música militar y los belfos congestionados de blanquecina ira, observó cómo una mano invisible trazaba sobre el cielo, con mucho regodeo en los moños de la ñ, el bumerán que puede leerse —también aquí y aquí también— ahí arriba. No se puede olvidar de que el viejecito que estaba detrás de él, bien apoyado sobre su bastón, lo miró con ojos casi prehistóricos y subrayó:
—Pues va a ser eso.
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martes, 12 de octubre de 2021
Algunas de aquellas noches (1)
lunes, 11 de octubre de 2021
Fragmento 19
Y volver sobre el lomo de los librosYY volver sobre el lomo de los libros
Y volver sobre el lomo de los libros
LAS COSAS DE NOSTRA (3)
SORPRESA EN EBURIA POR MOR DE UNA CONFUSIÓN QUE TAL VEZ NO LO FUERA, O NO DEL TODO, AUNQUE QUIÉN SABE…
«O velho barbudo cinza sentado no banco de manhã». Albertshakirov. |
Gran sorpresa, incluso un susto enorme, me produjo descubrir anoche, mientras recorría las calles de nuevo animadas de Eburia, al mismísimo Nostra aposentado en un banco del Paseo de los Arqueros, con su barba en flor, sus ojos vivaces, su gesto como de hallarse ya a punto de estar de vuelta de todo y, de modo excepcional, sumido en un completo silencio, ajeno al mundo y con gesto algo ausente. La sorpresa y el casi susto no me impidieron situarme a su vera y fue entonces cuando caí en la cuenta de mi error: no era él, aunque se le parecía mucho. En realidad, quien deshizo el malentendido fue el propio presunto confundido que, sin duda captando mi perplejidad, me miró y me dijo: «Me has tomado por otro, ¿a que sí? Les pasa a muchos. Pero tampoco te equivocas tanto. No soy el que tú crees que soy, pero bien pudiera serlo porque en realidad a ese lo llevas contigo donde quiera que vayas». Luego, quizás al ver que no podía dejar de mirarlo ni era capaz de decir nada, añadió: «El que tú te has creído que soy también viene a menudo por aquí; ya sabes que los penas nos conocemos todo». Y tras una pausa, remató: «Al final siempre llegas al final».
domingo, 10 de octubre de 2021
DESDE EL ACANTILADO (IV)
EL DESTINO DE LA LITERATURA VISTO DESDE EL ACANTILADO (IV, 51-59)