domingo, 8 de diciembre de 2019
Oriana en el recuerdo
La calma
Joaquín Sorolla: Las tres velas, 1993. Colección privada |
La luz del Faro oscila entre el mar y la tierra. De frente, el mar imaginado bajo la noche oscura. A espaldas, los montes llenos de amarillos, violetas, morados. Este es el paisaje al que llegan las voces de la noche, también ellas oscilando entre la generosidad de esa mujer que va a vender su casa para curar a su hijo y las disquisiciones sobre las inconveniencias del vello femenino en según qué partes. De fondo, superpuesto al soniquete de la escollera, hay un rumor de marcha nupcial que concita parabienes y cansancios. Todo está bien y el mar en calma.
sábado, 7 de diciembre de 2019
La noche sin fin
Oskar Kokoschka: La novia del viento, 1914. Kunstmuseum, Basilea (Suiza). |
Se demoraba dentro de aquel sueño, mientras iba de un tropezón a otro.
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viernes, 6 de diciembre de 2019
La Consti
El juego de siempre
František Kupka: La gama amarilla, hacia 1907. Museum of Fine Arts, Houston (Estados Unidos). |
Echó un vistazo al tablero de su vida y le pareció que todas las piezas estaban a punto de desmoronarse. Así que se demoró en pensar bien la próxima jugada, en juzgar los posibles movimientos en falso y en sondear las salidas cruciales, todo ello sin dejar de escrutar con extrema atención a su rival y las cuencas vacías de sus ojos.
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jueves, 5 de diciembre de 2019
Palabras en la arena
J. M. W. Turner: Amanecer después del naufragio, 1841. Courtauld Institute of Art, Londres. |
«La noche se mueve alrededor del mundo mientras los corazones solitarios buscan entre la bruma una chispa capaz de encenderles los ojos», podía leerse aún sobre la arena cada vez que el Faro barría la playa con su lanza de luz.
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miércoles, 4 de diciembre de 2019
Brasas hechas
El Greco: Una fábula, h. 1580. Museo del Prado, Madrid. |
Nos habíamos acostumbrado a que casi todo maridara con casi todo, a que las cosas no pudieran ser de otra manera, a la milonga del gen ganador, la memez del cordón sanitario, el runrún de los que lo ponen todo negro sobre blanco, la simpleza de los que no salen de su zona de confort, la pesadez de quienes no cesan de poner en valor, los que reiteran los nexos de unión, quienes tiran a todo trapo de talento, tienen la cabeza muy bien amueblada o dan excusas de mal pagador, sin olvidar a los del no ya lo tengo y los del aún más cansino ¡pésimo, no, lo siguiente!, todo ello después de años y años de estar aguantando los en base a y los a nivel de a diestro y siniestro... total. Pero las cosas empezaron a torcerse de verdad cuando aquel caballerete se presentó ante nosotros como «gestor de emociones», y no hubo rincón donde poner los ojos que no fuera pasto de la tontuna.
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