José Benlliure y Gil: La visión del Coliseo. El último mártir (fragmento), 1885. Museo del Prado, Madrid. |
No supimos nada de su verdadera condición hasta que un día, tras un pequeño seísmo, se abrió una grieta en la cueva y penetró por ella un surco de luz que, al dar de lleno en su bulto oscuro, lo transformó en una especie de antorcha y lo lanzó hacia el exterior, convertido en una blanca ráfaga zigzagueante, y no volvimos a verlo. Alguien dijo que se llamaba Lucifer, pero nunca ha habido quirópteros con ese nombre.
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