Isabel Baquedano: Sin título [La huida a Egipto], 2011.
Efecto llamada (o El precedente)
Acaso nadie de los que, sobre las aguas, esperaban el amanecer de un nuevo día podía sospechar que, en realidad, su peripecia era el más reciente capítulo de una larga y ominosa historia.
(Cinemagias, 12). El afortunado remedo, en clave de política española, de una de las secuencias más conocidas de O Brother! (2000), la peli musical de los Coen en la que, con tanta libertad como gracia, los geniales hermanos recrearon a grandes rasgos la Odisea, me ha abierto el apetito por volver a verla.
Recuerdo la sorpresa que en su día me produjo, no tanto por lo inesperado de su factura como por lo afortunado de la manera de contar una historia acaso "oportunista" en su espectacular composición, pero llena de momentos felices, candidatos varios de ellos a figurar en esta muy personal antología de las magias del cine.
Una de las escenas cautivadoras de O Brother! es esta "lectura" del episodio de las sirenas en clave hipersensual y, a la postre, por completo desmitificadora de la capacidad de todo héroe para estar realmente a la altura de su destino.
Quizás toda mi vida se salve en este instante
en que mastico un poco de pan duro de ayer
y exploro la alta noche, juntando tiempo y trama,
como un lugar en donde se puede respirar.
Ser nocturno, he vivido mis vidas más en esta que en cualquiera otra hora, y esa frecuentación de sombras y silencio, de deseos en vela, es mi naturaleza más que yo mismo. Y es
—ahorita que lo pienso sin apenas pensarlo— la condición que pone al viejo que hay en mí el ser rapaz del norte, nacido de la niebla
y devenido enigma sin nada que ocultar, para poder decirlo sin faltar a ninguna verdad o recoveco de cruda realidad.