Grafismos del 09.01.18 |
sábado, 13 de enero de 2018
Grafísmos
viernes, 12 de enero de 2018
El invisible (i)
Odilon Redon: El dia (panel izquierdo), 1910. Abadía de Fontfroid, Aude (Francia). |
Llamadme Artabán.
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Contexto (diversa fuente):
jueves, 11 de enero de 2018
Microdromo (a)
Pablo Picasso: Acróbata y joven arlequín, 1905. The Barnes Foundation, Philadelphia. |
Asirá la risa.
La risa, la risa, la risa.
miércoles, 10 de enero de 2018
Promesa
Retrato de Confucio, de autor desconocido. |
Dije que «Confuncio» sería el protagonista de una de estas historias. Es esta.
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martes, 9 de enero de 2018
Astrolenguas: Aries
Francisco de Zurbarán: Agnus Dei, 1635-1640. Museo del Prado |
Los Aries, que griten.
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lunes, 8 de enero de 2018
Halcones (redux)
Edward Hopper, Nighthawks, 1942. Instituto de Arte de Chicago. |
—Phil miente —dice él.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta ella.
—A la vista está —responde él.
El camarero los mira como si hubiera comprendido.
Phil, taciturno, mastica su rencor.
—A la vista está —responde él.
El camarero los mira como si hubiera comprendido.
Phil, taciturno, mastica su rencor.
—¿Por qué iba a hacerlo? —dice ella.
—Tal vez no tenga otra salida —sugiere él sin convicción, con gesto ausente.
Durante un buen rato permanecieron en silencio. Ambos tenían la vidriosa sensación de que alguien los observaba.
Por un momento estuvo a punto de rozar sus dedos. Pero la acedía volvió a impedírselo.
¿Qué hacía él ahí? ¿Era esto lo que perseguía en sus sueños de muchacho rural? Su vida ahora consistía en agacharse una y otra vez para entrar y salir de aquel cubículo.
En su interior, el tiempo transcurría imperturbable, como si no hubiera ni un pasado ni un mañana.
«Hora de retirarse», pensó Phil.
De forma casi imperceptible pero evidente, había comenzado a enderezar su espalda y a tensar los músculos faciales. Cualquiera diría que estaba a punto de perder los papeles. Pero se contuvo.
—Buenas noches, señores —dijo y se dispuso a abandonar el local.
—¿Habéis visto? —dice él— ¡Al salir, nos miraba con desprecio!
—No está pasando una buena racha —dice el muchacho.
—Quizás por eso se comporta así —sentencia ella.
—No está pasando una buena racha —dice el muchacho.
—Quizás por eso se comporta así —sentencia ella.
Phil subió a su casa. Fue a cerrar la ventana de su habitación. Tuvo que saltar por encima del cadáver. En una fugaz ojeada a la barra del bar, vio que otro ya había ocupado su sitio.
Antes de bajar la persiana, leyó el gran rótulo (PHIL LIES), con las letras que en aquella historia caprichosa lo condenaban a ser un mentiroso. Y, acaso lo peor de todo, a tener un nombre.
¿Que cómo puedo saber yo todo esto?, preguntas. Porque estuve todo el tiempo observando por la mirilla de la puerta amarilla.
Y porque me llamo Phil.
Y porque me llamo Phil.
The End ... |
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