(Tiempo contado, 1 de junio de 2014 )
lunes, 2 de junio de 2014
«Habla, pueblo, habla»
Quién lo diría. Pero resulta que aquella cancioncilla pegadiza de Jarcha que en 1977 le sirvió a Suárez para movilizar a la gente en favor del «Sí» en el referéndum sobre la Reforma Política, como en un bucle que reapareciera casi otros cuarenta años después, vuelve a ponerse de actualidad en este momento histórico en el que, por fin, el rey Juan Carlos ha decidido aceptar, si se me permite el exceso retórico, la sugerencia sombrerera que le hiciéramos desde esta página hace más de un año... El gesto de Juan Carlos I, aunque tardío y desenfocado, es un último intento de salvar la institución monárquica, una entelequia difícilmente justificable en el mundo de hoy. No sabemos si logrará sus propósitos. De lo que no cabe ninguna duda es de que estamos frente a la oportunidad manifiesta de zanjar viejos fantasmas y de legitimar completamente el tránsito de la dictadura a la democracia. Es imprescindible que el pueblo se pronuncie sobre la forma del Estado. La forma y los tiempos en que esto deba hacerse no son de fácil concreción, pero en eso consiste precisamente la política: en buscar los caminos de lo posible. Ahora podemos hacerlo. De no ser así, además de desperdiciar torpemente un impulso que de verdad puede hacernos salir de un tiempo muerto y vislumbrar con alguna esperanza el futuro de la España de 2054 (por señalar el hipotético momento en que el bucle cronológico habrá desplegado otra espiral), se daría un nuevo paso en falso sin excusa alguna y estaríamos abocados a una desafección popular de graves consecuencias.
miércoles, 28 de mayo de 2014
Amor, bala, broma
Al volver sobre sus pasos, en medio de la pista central y ante la expectación unánime del público, el mago fue sacando del sombrero lo que parecían ser los restos desordenados de su último insomnio: un corazón al rojo vivo, un matasuegras y, quién lo diría, una... oveja.
viernes, 23 de mayo de 2014
Metáfora del pájaro
La osadía del pájaro es una traducción de su gorjeo, el canto firme de su ser en el aire, una respuesta que ilumina la mañana.
Hay en el pájaro tanto peso ideal, que su figura atraviesa la historia y sus contornos como una exhalación -flecha emplumada- y está presente en la raíz de los sueños, sean o no el fruto de ese impulso hacia la duración al que llamamos arte, e incluso en los silencios más bellamente construidos.
Los pájaros, que tienen en su herencia biológica huellas adivinables del temblor de la Tierra, cruzan de un lado a otro del mundo y salvan los escollos más salvajes para que no se borren las líneas de fuerza que impiden que los cielos se desplomen.
Nada hay más parecido al alma humana, incluidas su idea sensible y su fabulación, que la extrema levedad de un pájaro en nuestra mano convertida en cuenco.
Tal vez por eso, muchos de nosotros, al sostener esos cuerpecillos tan frágiles, sentimos la punzada de un antiguo terror.
Todos alguna vez fuimos un pájaro.
Imagen: La tierra de los mil pájaros.
(Rescatada de los Arcones de la Posada. Primera publicación: 12/06/09; 19:54)
(Rescatada de los Arcones de la Posada. Primera publicación: 12/06/09; 19:54)
lunes, 19 de mayo de 2014
Latido a latido
El triunfo liguero del Atlético de Madrid, que rompe diez años de férreo bipartidismo en «la mejor Liga del mundo» y señala el real fin de ciclo del mejor Barça de la historia, es una de esas victorias que rozan la perfección absoluta por su carácter incruento, ya que parece haber contentado a todos. Y ello no sólo porque en el partido definitivo del Camp Nou quedara claro que había un equipo que quería y otro que casi ni a dudar llegaba, sino porque en el equipo rojiblanco se encarnan valores como la humildad, el tesón o el coraje (o, dicho al chólico modo, «confianza, sacrificio y güevos»), cualidades que, si siempre han gozado de buena prensa, en tiempos tan duros como los que vivimos son para el común de los mortales una necesaria obligación vital. Virtudes, además, que están bien reflejadas en el eslogan elegido para celebrar el triunfo, con ese «latido a latido» que es un afortunado eco del mantra del «partido a partido» que Simeone logró convertir en el mejor resumen de la Liga más disputada de los últimos tiempos, tal vez de toda la historia moderna del fútbol español. No es difícil entender que para muchos, incluidas las escasas ciudadanas que aún logran vivir al margen de la pasión universal de los estadios (no conozco a ningún varón que cumpla esa premisa), el triunfo del Atleti ha podido ser algo así como un rendija de luz en medio de la noche, un síntoma cierto de que no todo necesariamente ha de escribirse según el dictado implacable del más fuerte, o de acuerdo con la lógica férrea del poder, que en última instancia no suele ser otra que aquella que se mide a través del vil metal y sus secuelas.
Manos mágicas
Hubo una vez, en la televisión en blanco y negro, un miniprograma llamado Manos mágicas. Eran breves números de magia manual filmados en primer plano que solían emitirse sin previo aviso, tal vez como relleno entre espacios con peso específico, quizás para ajustar horarios o para solucionar imprevistos en la programación. Puede que en algún momento llegaran a gozar de un tiempo propio, con un hueco fijo en la parrilla. El caso es que su aparición la vivíamos, mis amigos y yo (por aquel entonces, la televisión siempre se veía en grupo), como una agradable sorpresa, como un regalo que nos mantenía pegados al asiento, sin parpadear, fascinados. Este magnífico vídeo que Honda realizó como homenaje a sus ingenieros, y que al parecer fue uno de los fenómenos virales del año pasado, me ha hecho recuperar aquellas viejas sensaciones. Durante un buen rato no he podido hacer otra cosa que mirar y admirar las manos de la magia. Y pensar, con renovado asombro, en cuánto le debemos, en todos los terrenos, a la vieja pericia del homo habilis.
miércoles, 14 de mayo de 2014
Y sin embargo... ¿te voto?
Ganas, ganitas tibias, de cantarle a los políticos, de nuevo en campaña, la gran copla de Quintero, León y Quiroga, la misma que doña Concha Piquer llevó a extremos inimitables de afinación, limpieza y trémolo (oígase el vídeo). Pero ganas de cantársela, eso sí, cambiando aquí y allá la letra, con toda la intención, para decirle a los representantes del pueblo que el rito democrático de manifestar la voluntad popular a través del voto, rito en el que uno, hasta ahora, sigue creyendo y no ha dejado de practicar en una sola ocasión ni fiesta de guardar, no puede seguir siendo vaciado de sentido con tanta conducta irresponsable, tanta mentira y tanta obcecación en el error. Que la piel de los «sin embargo» y los «pese a todo» se está cuarteando, y en la conciencia alerta del votante se abre paso una duda enorme, a menudo rematada por la ganzúa del hastío, hasta dibujar un bucle que puede desembocar en el vacío y hasta, quién sabe, en la vieja consigna anarca y budista de la no acción... Lo ha dicho muy claramente, en su blog, Gonzalo Hidalgo Bayal, y con su permiso lo repito y suscribo: «Siempre he votado», dice (no hay más testigos que el café, unas pastas, la tarde que declina), «a pesar de las campañas. Pero esta vez no creo que pueda contenerme».
Eso, y seguir tarareando las palabras cargadas de sentido de la copla:
Anda, rey de España,
vamos a dormir...
martes, 13 de mayo de 2014
O bolo o lobo
En la provincia, de pequeño, me contaron el cuento del niño fantasioso y cabroncete que se entretiene alarmando en vano a sus vecinos, y no me lo creí. Ahora, aquí, en la capital, aúllo por la noche cuando no hay luna llena.
Lobo de origami. Tomado de aquí.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)