viernes, 7 de marzo de 2014

Leopoldo María Panero, al vuelo

Leopoldo María Panero retratado en 1984 por Chema Conesa. Tomada de aquí.

0. Leopoldo María Panero,
precedido de una leyenda a la que a veces se llama vida,
tal día como ayer,
un seis de marzo del año catorce del primer siglo del tercer milenio
(según los cómputos más a mano),
entraba y se adentraba
en la nada redonda a la que algunos llaman eternidad.

1. Al conocer, la otra tarde, la muerte de Ana Maria Moix, el primer nombre que se me vino a la cabeza, antes incluso que el de su hermano, fue el de Leopoldo María Panero. Y de forma absurda. Porque la frase que realmente se formó en mi mente fue: «Vaya, Panero se ha quedado viudo». Recordaba sin duda lo leído sobre la enorme fascinación que, al llegar a Barcelona, un joven Leopoldo María, poseído de toda la fuerza de un Narciso que en vez de sangre en las venas tuviera palabras, había sentido por alguien «que no podía corresponderle». No fui el único que tuvo semejante idea, como pude comprobar nada más darme una vuelta por los blogs. Hay líneas de sensaciones o sugerencias que parecen moverse de forma transversal. Es así. Aunque no sea fácil entenderlo. Y menos explicarlo.

2. Tampoco al conocer la muerte del poeta al que mejor cuadra, tópicamente al menos, el nombre de maldito, mis recuerdos, aunque solo míos, son muy originales. Todo el mundo comparte con gran facilidad sus vivencias en forma de ocurrencias. Y es un gran consuelo y un enorme fastidio saber lo mucho que nos parecemos en lo obvio. Solo vi de cerca y hablé una vez con Leopoldo María Panero, si se descuentan las abundantes noches o tardes pasadas con sus libros. Fue tal vez un día de marzo o abril de 1981, a la caída de la tarde, en El Café de Ruiz, un  conocido cafetín del barrio de Malasaña de Madrid. Entonces lo frecuentaba con amigos, o con mi novia, a veces para beber absenta. El poeta, que se había hecho famoso por la película de Chávarri que puso nombre al sentimiento predominante en los años inmediatamente posteriores a la muerte de Franco (¿qué fue antes, el título o el clima?), estaba apoyado sobre la barra, a la entrada, visiblemente borracho o colocado. Yo llevaba en la mano unos cuantos ejemplares de una publicación que editábamos por entonces un grupo de amigos, y le regalé uno. Él lo miró,  leyó (o declamó) el título en voz alta, lo abrió, pasó alguna página y lo dejo a un lado en la barra. Traté de conversar con él, pero enseguida me di cuenta de que no era posible. Así que le dije algo amable y me marché, no sin antes hacerle un gesto hacia el libro, como indicándole que no lo olvidara. Lo que probablemente haría. Algunos días después (o antes), le había oído leer sus poemas en una de las tertulias a las que solía ir por entonces, tal vez en Puente Cultural. Recuerdo que no me gustó nada su forma de recitar. Aunque seguí admirando y leyendo sus poemas. Y sus cuentos: las narraciones que componen En lugar del hijo siempre me han parecido un punto y aparte en la cuentística española. Un cruce entre Lovecraft y Poe, a través de la mirada de JM Barrie, el creador de Peter Pan. «El terror es la carencia de un rostro a la hora de arrancar las máscaras». Recuerdo bien el impacto que ya entonces me produjo esta frase, asociada a ese libro. Aún hoy creo en su clarividencia.

3. Ayer jueves tenía previsto asistir en la Fundación Juan March a una conferencia de Pere Gimferrer. Según las nuevas normas de la fundación, había reservado las entradas que debería validar unos minutos antes del acto. El miércoles recibí en mi correo electrónico un aviso de que el conferenciante había suspendido su intervención. No me consta que haya ningún vínculo entre esa suspensión y las muertes, tan azarosamente cercanas, de Ana y Leopoldo María. Tal vez sólo el hecho de que Gimferrer puede ser considerado el vértice mayor del triángulo que los une. Algo así como el punto 0 de los novísimos, con sus nueve letras.

4. No sabía si aún estaría en su sitio, después de tantos años, pero sí. En el lugar correspondiente de la estantería pude localizar la carpetilla azul (Centauro, modelo 7825) en la que hace décadas un amigo de entonces, pariente del poeta, me regaló cuidadosamente fotocopiados dos de los primeros libros de poemas de LMP,  Teoría y Así se fundó Carnaby Street. Al deplazar las gomas y abrir la carpeta, se formó en el aire una pequeña nube de polvo. Al trasluz,  me pareció que las motas danzarinas creaban algo así como la mueca desdentada y aburrida con que el poeta aparece en algunas de sus últimas fotos. En mi recuerdo, sin embargo, su aspecto es más bien el de la foto de Chema Conesa que he colgado arriba. En ella comienza a hacerse visible el deterioro. Pero no hay todavía ningún rastro de las devastaciones de la supervivencia.

5. Al final, es posible que a todos nos venza la desgana. El desencanto, desde luego, hace tiempo que resulta insuficiente para contener tanto desastre.

6. Como ha escrito de forma atinada el poeta Antonio Lucas, alguien deberá atreverse a  cribar alguna vez tanta facundia, abismarse en las resmas de tanta letra impresa. Y ver qué queda. Desde luego, y como mínimo, un buen monto de imágenes brillantes que han ahondado, siempre con gran vuelo retórico y también con muchos momentos de hermosa o hiriente lucidez, en los inconvenientes de haber nacido hijo. De padre y madre. Y no ser capaz de superarlo. ¿Pero alguien lo supera?

lunes, 3 de marzo de 2014

Aniversario



Siempre es un momento oportuno para volver a la luz de esta negra sombra. Pero mucho más en este 3 de marzo en el que hace tres años que murió mi madre. Su memoria nos acompaña. Y al calor de su recuerdo cobran un significado muy especial las palabras prodigiosas del poema de Rosalía en la interpretación inimitable de Luz Casal.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Paco de Lucía



Nunca fuera tan triste quedarse sin palabras.
Se mezclaron las aguas y el río baja turbio.
¿Quién volverá a decirnos dónde está el manantial?
¿Quién será el zahorí de la fuente clara?
En una mano cabe la tristeza del mundo,
la otra es el reguero que prende la alegría.
Y hay un pozo sin fondo en medio de la noche.
Adiós, maestro, gracias por toda la belleza.

martes, 25 de febrero de 2014

lunes, 24 de febrero de 2014

La tele letal

Ventura&Corominas

Al volver sobre sus pasos, en el plató principal del crematorio de basuras, el presentador estrella no pudo aguantar más y, sin darse cuenta de que aún estaba en directo, fuera de sí exclamó:
—¡Me cago en la puta! ¿No os he dicho mil veces que me quitéis el retorno?
Fue inútil. En las pantallas de todas las televisiones conectadas (casi el 28% del share en algunos momentos), ante los ojos vaciados de los espectadores, se repetía una y otra vez, entrando y saliendo de la boca de los contertulios, la imagen del vómito.
Y así durante horas, días, meses.
Hay quien sostiene que con aquella mezcla de vísceras, bilis, sangre, fluidos espesos y materia fecal se estercolaban cada día los campos del país, de modo que en el transcurso de unos pocas semanas el número de zombis había alcanzado tal proporción que era casi imposible ver por las calles a alguien que no anduviera conectado a un teléfono móvil. 

viernes, 21 de febrero de 2014

Gürtel: casi toda la trama


Los cambios en la dirección de El País saltaron al conocimiento público, el pasado fin de semana, a través de un envío presuntamente equivocado de e-mails por parte del que ya ha sido designado como nuevo director, Antonio Caño. Una peripecia que calcaba tan de cerca viejos y hasta novelescos procedimientos de difusión anticipada de novedades que resulta cuando menos sospechosa. El clásico paripé. Tampoco es que pareciera necesaria una maniobra amortiguadora de una decisión polémica en una situación en la que Juan Luis Cebrián, heredero máximo del reino de Polanco, controla todos los resortes del poder, por más que se mantengan formalmente las cautelas societarias e incluso siga en vigor el muy democrático y pionero estatuto de la Redacción, que obliga a la empresa a someter a una consulta previa (aunque no vinculante) decisiones de este calado.

La noticia del relevo ha sido interpretada en la mayoría de los demás medios como la prueba palmaria de la derechización del periódico. O por decirlo con mayor propiedad, como el refrendo de un pacto de la empresa editora con el actual Gobierno para disminuir la crítica a cambio de apoyos económicos que permitan sortear la muy difícil situación de Prisa, cuyas cifras de negocio arrojan un resultado cercano a la quiebra técnica, aunque ya se sabe que el valor del dinero en términos capitalistas (¿pero hay otros?) es algo muy relativo. La verdad es que, como suele ocurrir en casi todos los relatos informativos que tienen que ver con asuntos complejos, es muy difícil hacerse una idea desprejuiciada de la situación, y el rastro de las informaciones que uno podría seguir es tan prolijo y enrevesado, que la actitud del común tiende a refugiarse en el parapeto del tópico confortable, sin tomarse la molestia de ir más allá.

En mi opinión, hay algunas evidencias, en forma de editoriales, titulares a toda página y sesgos informativos, que desde hace algún tiempo vienen mostrando que la independencia de El País, si no perdida, sí está sometida a asechanzas y derivas que la ponen en tela de juicio, o incluso dan pie para pensar que algunos de los apoyos del periódico deben de estar hundidos en aguas pantanosas. La salida de profesionales de indudable valía y de claro perfil crítico con el poder a lo largo de los últimos meses, con eres o sin eres de por medio, es tal vez el síntoma más inquietante. Pero sería injusto (e inexacto) verlo todo desde esa perspectiva, y más aún en una situación como la actual en que la irrupción de Internet y las redes sociales, con la guasa de Facebook y el follón del gay-twittear a la cabeza, ha puesto patas arriba todo el ecosistema informativo dejando herida de muerte (o casi) a la prensa de papel. Y acaso también el papel de la prensa.

Ahí está como prueba de excelente periodismo crítico e independiente la magnífica serie (casi un folletón a la antigua usanza) que José María Izquierdo, con la colaboración de numerosos compañeros del periódico, ha escrito para desentrañar hasta donde aún es posible el intrincado y ominoso «caso Gürtel», ya en su quinto año de investigación judicial. Y casi doce años después del conocido evento escurialense que, en forma de delirio nada azaroso (pues estaba casi calcado de una conocida secuencia la gran saga fílmica de Coppola, si bien adaptada a los aires del Guadarrama y a la dureza berroqueña del corazón patrio), supuso el cenit de la correosa banda mafiosa. Aunque puede que también marcara el inicio de una guerra de familias cuyos episodios, más o menos truculentos, llegan hasta ayer mismo, y de la que no parece difícil suponer que aún queden batallas pendientes (quién sabe si las más cruentas). El documento de Izquierdo, que puede leerse aquí,  es una de esas piezas que, como suele decirse, aunque nunca ocurra, en cualquier país civilizado haría temblar los cimientos del misterio... o al menos de la situación política que hizo posible lo que en él se cuenta.

martes, 18 de febrero de 2014

Gravedad

Tomado de Acordeon Guy vía  Naukas.

Las palabras siempre dicen otra cosa.
Y a veces hasta cumplen lo que dicen.

(Un no sé qué que quedan balbuciendo).