¡A la calle! (Y ella cala)
Progresa, pero muy lentamente, el otoño. Quizás no sea el que corresponda. Hay algo en el aire que nos dice que caminamos, de nuevo, hacia un retorno de la estación deshojada del 74, del 75, quizás del 76. De otro siglo hablo.
Tiempos duros aquellos, pero llenos de esperanza.
Tal vez lo que pasara fuera sólo que éramos muy jóvenes.
Aunque aún no sabíamos, con toda su crudeza,
qué necesaria iba a ser de verdad la lluvia.
Por eso, otros cuarenta años después (¡se dice pronto!), seguimos cantando. Para que llueva.
[AJR, 6:17; Palíndromos ilustrados, XXX]