miércoles, 22 de mayo de 2013

100.001 palíndromos


Todos los amantes de los juegos verbales, a los que en la Posada somos tan aficionados, se alegrarán de saber que Víctor Carbajo, gran músico y admirable verbívoro, acaba de hacer pública una nueva edición de su magna recopilación de palíndromos en español, obra que con justicia puede ser considerada como la biblia de la especialidad.

Si la edición anterior, que recopilaba 82.228 frases de ida y vuelta, ya parecía un reto difícil de superar, la nueva entrega ofrece nada menos que 100.001 Palíndromos Españoles, de los que más de la mitad (60.202) son obra del propio Carbajo. El resto lleva la firma de otros 414 + 1 autores, incluido el prolífico Anónimo (que firma como XXX).  En una tarea de recopilación y ordenación tan titánica, cabe pensar que pueda existir más de una polémica respecto a quién llegó primero, y por qué caminos, a algunos logros. Es esta, sin embargo, una cuestión de menor calado: los palíndromos, y en especial las piezas más admirables, son entidades con conciencia propia que solo se aparecen donde y cuando les parece. Aunque, eso sí, para atraparlos es necesario que el presunto cazador esté bien atento y a ser posible con lápiz y papel a mano.   

La nueva edición, que como las anteriores se ofrece en forma de libro electrónico de libre descarga, muy bien ordenado y navegable, con sus 1.731 páginas alcanza una cifra de palíndromos que une a la perfección simétrica de sus guarismos una alusión visible al lenguaje máquina prototípico, a base de ceros y unos. Quién sabe si el autor y recopilador no estará insinuando que a partir de aquí el testigo debería pasar a manos de un ente programable capaz de manejar, contabilizar y ordenar los nuevos hallazgos en la terra incógnita de todos los palíndromos posibles, quizás hasta alcanzar primero la frontera de 2.001.002. Y luego, cómo no, hasta el infinito y más... etcétera.

En ese escenario se abre ya una especie de dimensión cuántica del arte verbal reversible y tal vez haya que esperar a la puesta a punto de más poderosas máquinas (algo así como un gran acelerador de partículas verbales) para ver si, al igual que en las investigaciones punteras de la física, también aquí encontramos (y nunca mejor dicho) la palabra del dios, el balbuceo inicial provisto de sentido, el alfa y omega unificados de la lengua resuelta.

Como le he dicho a Víctor Carbajo en el correo en que le agradecía su aviso, aunque la mayoría de estos artefactos (y sobre todo los de mayor extensión) tienen más que nada la belleza de viejas máquinas algo averiadas, a las que parece imposible hacer funcionar sin atascos, otras muchas tal vez puedan verse como la plasmación, en el terreno lingüístico, de algo similar a ese concepto central de la física cuántica que los teóricos llaman supersimetría. Aunque sea solo en un orden metafórico (¿pero en cuál si no?), no me negarán que los paralelismos son seductores.

Como siempre que me aproximo al mundo ludoverbal, se me impone el recuerdo del maestro Filloy, bien representado por cierto en la obra. No me cabe duda de que mirará complacido esta nueva hazaña desde su OnicraKarcino, algo así como el Elíseo con el que todos los gustadores de estas delicadezas sueñan alguna vez. Y sé que desde allí se unirá al brindis en honor de una hazaña que hace del 21 de mayo de 2013 un día memorable en el calendario de los Grandes Juegos, y en concreto de estos viejos retos en los rumbos de la mirada que nos incitan a volver una y otra vez sobre nuestras huellas, acaso como una forma divertida e inexorable de intentar encontrar el camino de regreso a casa.

¡¡Arriba la birra!!


martes, 21 de mayo de 2013

Próxima estación: ¿esperanza?


Aunque hoy no con mi propios ojos, otras muchas veces he visto y oído la escena en el metro de Madrid, en la línea 4, justo en ese tramo en el que Manu Chao se inspiró para titular una canción y un disco completo que, pese a estar lleno de infinita tristeza, ahora nos puede llegar a parecer el colmo del optimismo. Nadie sabe hacia dónde se dirige este convoy lleno de gente joven que exhibe, con gracia y un indisimulado hartazgo a punto de desbordarse, las líneas maestras de sus CV.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Edipo lo pide



Al volver sobre sus pasos se dio cuenta de que también había desaparecido la Sombra.
--Llévame dentro --le dijo a su hija.
Fue entonces cuando les hice la foto.

martes, 14 de mayo de 2013

Palabras en trance


Acaba de llegar a las librerías El escritor de anuncios, una novela del gran maestro de la publicidad Miguel Ángel Furones. No es su primera incursión en la literatura, pero sí parece su apuesta más arriesgada. Y, como no cabía esperar menos, se ha lanzado con una campaña publicitaria de gran calidad, uno de cuyos señuelos principales es este vídeo, a modo de tráiler. La obra coincide en el tiempo (supongo que por puro azar) con el anuncio del estreno de Letris, un nuevo concurso de TVE presentado por Carlos Latre. En uno y otro caso, lo que está en danza son las palabras. Y hasta es posible que alguna entre en trance. Sin tretas, sin trampas, sin trucos. O con ellos.  

viernes, 10 de mayo de 2013

Monaguillo antes que santo (inocente)


Es un papel casi insignificante (Monaguillo 1) en una película enorme (El verdugo). Y sería exagerado suponer que ya estaba ahí quien después daría presencia inolvidable a Paco el Bajo, el más dolorido de Los santos inocentes, o a Malvís, el Bandido Fendestas, uno de los singulares habitantes de El bosque animado, por citar solo a  dos de los personajes que con mayor precisión recuerdo de una filmografía que recorre toda mi vida como espectador. Y de la que también forman parte  unos cuantos títulos de aquellos «productos del cine hispano» a los que se debe que la expresión landismo acabara dando nombre a una imagen tan tópica como patética del macho ibérico en la pantalla (que tal vez se hubiera podido llamar también lopezvasquismo, aunque no fue así).

Pero si nos fijamos un poco en las "maneras" de este Monaguillo fugaz de la gran película de Berlanga (en una secuencia, por otra parte, genial), resulta indudable que ahí ya está presente un estilo, una gestualidad, una manera de mostrarse ante la cámara que anticipan las mejores virtudes interpretativas del  gran actor que ha sido (es: el cine tal vez ofrezca el pasaporte más seguro hacia algún tipo de eternidad) mi tocayo Alfredo Landa, fallecido ayer.

De los numerosos artículos y necrológicas que hoy le dedican todos los medios, me parece destacable el firmado por el escritor y crítico Marcos Ordóñez, que además ha sido su biógrafo.  Puede leerse pinchando aquí. El retrato que nos ofrece del actor no olvida al hombre y, además de contener algunas anécdotas reveladoras (como la referida a la preparación del papel de Sancho Panza), es de una cercanía emocionante.

Descanse en paz quien nos ha proporcionado, y lo seguirá haciendo, tantas horas de diversión y muchos momentos de goce artístico.   

jueves, 9 de mayo de 2013

Intersecciones


(Para una tarde "rara" de mayo)

Leer muy despacio los Adagia de Stevens mientras suenan, en este orden o a la inversa, el Adagio in G Minor de Albinoni y el Réquiem de Ligeti. Recordar fugazmente los fotogramas que una y otra música llevan adheridos. Someterlos a la lógica del pensamiento de Stevens, contemplarlos a la luz de su intuición. En las bifurcaciones, respirar hondo y procurar no pensar en nada. O solamente en la cláusula [161]:

The eye sees less than the tongue says. 
The tongue says less than the mind thinks.


Imagen: Descensión (detalle), de James Alridge (2009). Tomada del blog Las arañas de Sibila.


martes, 7 de mayo de 2013

Indicios vehementes



Poner en blanco los espesos sueños
al despertar de cada día    Alzarse
como palmera de presencia indócil
entre la terquedad y la codicia
Darse de todo --menos cuenta    Hacerse
como abalorio que se cruza y ata
en su terror menudo y aún salvaje
una gregaria confusión de sombras
Y empeñarse
sobre el costado azul de la intemperie
en no decir de forma que conduzca
al mismo y cálido y espirituoso
lugar común:
rincón de las polillas,
bostezo soberano,
seno de la nostalgia o humo innoble
donde... qué sabes tú que así te jactas!

Son solo vidrios, cintas de colores,
brillos tardíos de la tarde,
                                                  indicios
de una impostura que no tiene fin.


Fotografías © AJR, 2011

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Indicios vehementes es el expresivo título que Ana Rossetti puso al libro (1985) que la confirnó como la poeta con mejor dominio de los motivos eróticos, entre todas las «diosas blancas» de entonces. En lo que recuerdo, fue ella la que abrió en nuestra poesía de fin de siglo un camino de cálida imaginería claramente sexual, que ha sido transitado después con desigual fortuna. Nada más escuchar esta tarde que la Audiencia de Palma no ha encontrado «indicios vehementes... de que la Infanta [Cristina] conociera, se concertase, ni participase activa u omisivamente en el presunto plan criminal urdido por su marido y su socio Diego Torres, tendente a cometer un fraude a la Administración con ocasión de los contratos de colaboración a que se contrae la presente causa, ni a través de ellos a apropiarse ilícitamente de fondos públicos» (perdón por la larga cita), me he acordado con vehemencia nominal de aquel libro. En el cruce de caminos que es cada día, hoy se han juntado el poema que incluyo arriba, que fue escrito hace ya algunas semanas y del que nunca sospeché que acabaría titulándose así, y el eco e hilo de una expresión que, entre otros impulsos apenas resistibles, me han llevado a leerme integro el citado auto de la Audiencia de Palma. Toda una audacia, de 61 largos folios de duración, que no les recomiendo, a no ser que quieran opinar con conocimiento de causa sobre el asunto o, en su defecto, sean amigos de los funambulismos verbales capaces de sostener una cosa y la contraria en el mismo alambre (o línea). Menos mal que ahí están, entre otras posibles alternativas, los poemas de la Rossetti, hoy convocados en extraña compañía, para desquitarnos de tanta prosa leguleya.