viernes, 2 de marzo de 2012

Chiniaturas

Paisaje 2004. Imagen tomada de aquí.

       Con tinta china
       y papel de arroz
       pinto un estanque
       y una flor de loto.

       En la arboleda
       sueñan los gorriones.
       Hay junto al río
       cañas de bambú.

       Las nubes vuelan
       como mariposas.
       El agua tiene
       ojos de algodón.

       Qué alta, a lo lejos,
       con su barba blanca,
       la gran montaña…                                              
                                                    
         
                           (Para Guillermo, recién llegado al flanco  
primaveral de la familia. Y para Cecilia y Javier
que vinieron un poco antes. 
Entre los tres ya están fraguando nuevas historias.)


jueves, 1 de marzo de 2012

Espectropolarimetría


Avanzo por las páginas del periódico como el que camina por un campo minado. Nunca se sabe dónde va a estallar la desgracia con un mayor  número de víctimas. Ni cuándo te sembrará el ánimo de sombras  la existencia de una nueva «escalada bélica» en alguna de las múltiples zonas en conflicto. O cuánto te va a costar zafarte de las esquirlas disparadas por las noticias económicas, todas puros recortes, papelillos del tocomocho de la prima de riesgo... Menos mal que, de repente, al llegar a la altura de la página 35, en la sección de sociedad, subsección de vida & artes, un titular nos entrega ya hecho el poema del día. Lo leo así:

La luz de la Tierra
que refleja la Luna
permite buscar vida
en otros planetas.

Después de valorar el sentido primero de la frase y su apunte sobre lo que algunos científicos consideran  que podría ser una de las «grandes noticias» de un futuro no muy lejano, caigo en la cuenta de la equilibrada aunque atípica estructura de la pequeña pieza poética, con su mezcla silábica dispar que salva el soniquete, la elegante asonancia entre versos extremos, el valor individual de cada línea articulada por un «nombre fuerte», capaz por sí solo de mantener en vilo toda una constelación de sugerencias… Y sobre todo me deslumbra la imagen implícita del espejo, metáfora creíble del acto de escribir, un afán que las más de las veces viene a ser algo así como una movimiento reflejo en busca de un poco de vida en cualquier parte.

¿Y cuál podría ser el título del sencillo pero poderoso «tetraedro irregular»? La respuesta brilla unas líneas más abajo, en un eneasílabo de una sola pieza (¡con lo raras que son tales criaturas!): es la palabra experta que figura en el título, precisa, enrevesada y útil como un cuchillo curvo. Paladéese convenientemente, sin dejar de sentir ninguna de sus intrincadas reminiscencias, pronunciando con garbo: es-pec-tro-po-la-ri-me-trí-a. Una técnica que, además de servir para saber si «una vida vegetal simple... puede haber emergido en algún otro lugar del Universo», también permite soportar la lectura del diario sin tener que ir al baño a cada poco.


Imagen superior: Instalaciones del Observatorio de Telescopios Terrestres (VLT) de Cerro Paranal, Chile. Sus observaciones de los reflejos de la luz de la Tierra en la superficie lunar se utilizan para buscar, por comparación, posibles indicadores de actividad biológica en otros puntos del Universo, tal como lo cuenta Alicia Rivera en esta información.



miércoles, 29 de febrero de 2012

Qué estás leyendo (concurso de blogs)



Recibo de mi  amiga Inés Miret, compañera de aventuras en SOL, esta carta que con gusto cuelgo en el mural de la Posada. No creo que entre los pocos pero escogidos  lectores de este blog haya muchos que puedan estar directamente concernidos por su contenido, pero es probable que algunos (en especial los docentes) conozcáis sitios donde su difusión sea oportuna. 

Queridas amigas, querido amigos:
La OEI acaba de lanzar, con el apoyo de la Fundación SM, la iniciativa Questasleyendo.org
Se trata de un concurso de blogs de lectores de 12 a 15 años.
Los lectores, por medio de su bitácora, podrán mostrarse en cualquiera de sus facetas: desde el acercamiento a los textos (cuando exploran posibles lecturas, buscan, dudan, eligen, descartan...), a la construcción colectiva del sentido de los textos (comentando, preguntando, reelaborando, contrastando, debatiendo...). Pero el blog puede ser, también, un espacio interesado por el contexto de creación y hacerse eco de ello (por la edición, los autores, los ilustradores…), o por la extensión de la lectura hacia otros ámbitos como el cine, el videojuego, el teatro, la música, la fotografía, el diseño gráfico, la pintura...
La red de blogs resultante, formada por las aportaciones de todos los lectores en concurso, será un punto de encuentro extraordinario, donde todo estudiante tendrá cerca voces con las que compartir, disentir o ampliar su horizonte personal como lector.
La propuesta es abierta y quiere dar cabida a una gran diversidad de orientaciones, de temáticas y de lenguas.
El proyecto de cada lector o grupo de lectores puede orientarse hacia todas las áreas del saber y tipología de textos, y puede contar con la colaboración de docentes de todos los ámbitos de la enseñanza: Ciencias Sociales, Ciencias de la Naturaleza, Lengua y Literatura, Matemáticas, Música, Artes…
Las amplísimas posibilidades de Internet como medio de publicación electrónica invitan a los estudiantes, además, a poner en juego una gran variedad de competencias que tienen que ver no solo con la escritura y la lectura en interacción, sino con su comportamiento como ciudadanos digitales y como miembros activos y críticos en la Red.
Os agradecemos que nos ayudéis a darlo a conocer entre quienes puedan estar interesados.
Muchas gracias por vuestro apoyo.
Un saludo muy cordial.
Inés Miret

Imagen superior tomada de Flickr 

Quadrophenia


Y qué fue de los mods que nunca fuimos?
De qué nos alertaba aquel incómodo gesto desafiante en la cara partida de los rockers?
Cuántas veces cruzamos cabalgando en el humo de nuestra rebelión la cresta acantilada de las playas de Brigthon?
Por qué tiritábamos siempre en el hospicio rapado de nuestra lejanía?
Qué sombras inquietantes se agitaban sobre las pantallas de las noches sin fin?

Nunca logramos entender del todo los mensajes cifrados de estas músicas.
Pero nunca dejaron de llevarnos al fondo de una profunda incertidumbre.

En tiempos de penuria hubo luces que nos hicieron creer en otros mundos.
Ahora que también hemos perdido esta otra fe miramos cara a cara a la fuente de la disolución:
De ese manantial puro aún nos alimentamos.
Y todavía nos sentimos capaces de escarbar debajo de las hojas putrefactas hasta encontrar el brillo del tesoro que escondimos una tarde de jueves o de miércoles raro por bisiesto.

(Esta noche en La 2 proyectan Quadrophenia. Eso es todo).



Para mejor sonido:



Imagen: respuesta de Google ante la petición «Acantilados de Brigthon». Tomada de aquí

martes, 28 de febrero de 2012

Años reunidos


Leo en la prensa de papel la noticia de la muerte de Antonio Pérez Sánchez. El nombre tal vez no diga gran cosa, pero bastará añadir que fue el creador de los «Juegos Reunidos» para que un temblor de  cierta orfandad se apodere de al menos toda una generación de españolitos, la de los nacidos en la década de 1950, acaso la última que pasó una parte importante de su infancia (pongamos que hasta los  9, 10 o incluso los 12 años) completamente ajena a la televisión.

A los Juegos Reunidos, y a otras creaciones de Geyper, que fue la empresa creada por Pérez Sánchez, le debemos innumerables horas de diversión, la mayoría de ellas tirando dados y moviendo fichas sobre sencillos cartones de dibujos coloristas que nos hacían vivir aventuras tan «apasionantes» como las de completar antes que nadie el peligroso Juego de la Oca (curiosamente, vinculado con el Camino de Santiago),  luchar por salir de una mazmorra llena de bichos asquerosos y peligros insondables, o trepar y resbalar por una especie de paralelas gimnásticas hasta alcanzar la altura de un podio..., por no hablar de las largas partidas de parchís, probablemente el juego más popular de todos. 

Estas verdaderas «cajas mágicas», que iban numeradas según la cantidad de juegos que incluían, contenían también un pequeño casino, con su tapetillo verde, su negra ruleta y sus bolitas de acero, que por entonces nos parecía algo completamente exótico. Había también una perinola (o pirindola, en mi jerga familiar) utilizada para decidir la suerte en algunos de los juegos. O las piezas geométricas de un rompecabezas de apariencia sencilla pero capaz de hacer honor a su nombre... Y un largo etcétera que en las cajas mejor surtidas (las de 50 juegos: alguna vez vi alguna en la casa de algún amigo afortunado) podía incluir hasta un ajedrez.

Me entero ahora de que Pérez Sánchez fue también el creador del walkie-talkie, que en mi barrio se consideraba un juguete de niños-bien (no estaba al alcance de todos lo bolsillos), y que mis amigos y yo solíamos sustituir por un fantástico artilugio consistente en unir con un hilo de plástico dos botes de conserva. Como la distancia entre ambos auriculares no era mucha, los mensajes secretos entre espías se oían estupendamente... (y si no, bastaba con  gritar un poco). 

La fábrica Geyper se hizo después aún más famosa gracias al Geyperman, uno de los primeros muñecos articulados, precedente de toda una larga saga de clips, hombrecitos y madelmanes. Pero en esos tiempos mi infancia, al menos cronológicamente, ya se había quedado atrás.

Aunque, a fin de cuentas, nada se pierde. Esta mañana la necrológica del creador de los Juegos Reunidos ha logrado convocar y reunir, en el corto tiempo que he tardado en pasar la página del periódico (un gesto ya casi anacrónico que acaso esté incubando el futuro fulgor de una mañana), unos años y unas sensaciones que vagaban dispersos por los caprichosos cauces de la memoria como momentos náufragos en las aguas del tiempo que nos lleva.

Brujuleando por Youtube he encontrados estos otros «Juegos reunidos», un episodio de Camera Café que tal vez sirva para encauzar el exceso de nostalgia por los caminos terapéuticos de la risa, siempre tan necesaria. 

miércoles, 22 de febrero de 2012

Rubor robot


De un tiempo a esta parte, cuando uno quiere hacer un comentario en algunos blogs de Google, un recuadro precautorio te plantea un reto peliagudo: «Demuestra que no eres un robot».

Inevitablemente, tras tentarme la ropa y mientras siento que mis mejillas se cubren de un rubor metálico, me acuerdo del inicio de Blade Runner, de las impactantes escenas en las que el replicante Leon Kowalski es sometido al test de Turing (ver vídeo).

Y a menudo, también, sobre todo después de ver qué difícil es discernir algunos grafismos y cómo varios comentarios dejados en blogs amigos se han ido por el sumidero de la prueba no superada, suelo quedarme con las ganas de responder de modo parecido a como lo hace el replicante...,  incluida la ráfaga de plomo a discreción.

Si, como se decía antes, la naturaleza copia al arte, cada vez está más claro que las ruedecillas cuánticas de internet se fijan mucho en el cine.

El tema no es menor. Y resulta apropiado, me parece, para este miércoles cinerario. Memento homo...

Imagen superior tomada de la web de la Universidad de Arizona.



martes, 21 de febrero de 2012

«Aldeanos del instante»


Tomo el título de este post, y la incitación para escribirlo, del artículo que el filósofo Manuel Cruz publica hoy en El país-papel. En él describe, tomando pie de una nota de Eliot, el empobrecimiento cultural que puede suponer la esclavitud de las nuevas tecnologías, en especial el imperio de las redes sociales, que nos incitan a estar siempre conectados a las ubres de la realidad social o, por mejor decir, al goteo de las últimas ocurrencias, sin parar mientes en cuán estúpidas puedan ser.

Lo pensaba anoche mismo al comprobar de nuevo la importancia que muchas personas, incluidos algunos señeros representantes de lo que hasta ayer solía denominarse «líderes de opinión» (una categoría hoy más bien escurridiza), conceden a Twitter, Facebook y otros tamtanes de la tribu cuyo uso, como ya intuyera McLuhan con clarividente precisión terminológica, aunque en un sentido algo diferente al que emplea Cruz, está convirtiendo el mundo en un aldea global.

Frente a las redes sociales, o junto a ellas, la cuestión comunicativa fundamental sigue siendo la conexión con uno mismo: qué hacemos con nuestra conciencia, cómo podemos seguir en la lucha por lograr el equilibrio que nos permita estar en el mundo de forma plena, recauchutando sin cesar la tentación de la ausencia y aprendiendo a convivir cada día un poco más con el descrédito a que se ve sometida de continuo nuestra identidad. Y con la paradoja, además, de que es esa misma identidad puesta en cuestión la que nos exige un esfuerzo de lucidez que, en su despliegue como ejercicio necesario e inaplazable (bueno, puede aplazarse, pero no sirve de nada), acabará conspirando contra nosotros mismos.

En tales condiciones, frente a los múltiples asedios de tantos mentideros como nos salen al paso y ante la carencia cada vez mayor de fuentes no contaminadas, tal vez no sea descabellado darle un margen de confianza a nuestra intuición, pensar que de su mano seremos capaces de caminar por la piel erizada de los días sin llegar a perder el sabor fuerte de la vida ni el reflejo de esa luz del fondo que acaso sea el único señuelo capaz de conducirnos de forma sosegada por entre los hitos que señalan la senda segura de la extinción.

Imagen superior: Fuente pública en Compostela. Foto AJR, 2010.