viernes, 4 de junio de 2010

Manchas nombradas*

A modo de salvavidas de una tarea algo incierta
surgieron estas variaciones, mínimas e improvisadas,
como para hacerse cargo.



En un lugar de La Mancha, tal vez en dos, aún pueden verse espejismos.

En un lugar de La Mancha, nunca en el mismo.

En un lugar de La Mancha, pero no en éste.
***

En un lugar de la mancha las erratas proliferaban como verdaderos roedores.

En un lugar de la mancha, aunque apenas si.

En un lugar de la mancha, ya casi tapada por el cian, se vislumbra la silueta de un yelmo.

En un lugar de la mancha una avanzadilla de osados agentes limpiadores había conseguido abrir una brecha de casi dos milímetros que anunciaba la completa caída de la fortaleza en manos de las nítidas fuerzas del orden.

Benjamín Palencia, La Era.


En un lugar de la mancha, por do más pecado había…

.

En un lugar de la mancha la grulla más valiente ocupa el vértice.

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En un lugar de La mancha, vos, el llamado Borges, comenzás a corrernos.

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En un lugar de la Mancha

de cuyo nombre no quiero

acordarme...

(Romance anónimo e inacabado)

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En un lugar… sin duda alguna. Vale.

(Quijote bonsái, acaso jíbaro)




Fotografías: Paisaje de los Montes de Toledo (arriba) y Camino Peña del Rayo (sobre estas líneas), cerca de Casalgordo (Toledo). © AJR, 2010

*Manchas nombradas es el título de un libro de José Miguel Ullán publicado en 1984.

lunes, 31 de mayo de 2010

El sueño rosa


(El ciclista talabricense David Arroyo, vistiendo la
maglia rosa, descendió el Mortirolo con tanta valentía y confianza, que durante unos minutos pudimos soñarlo en lo más alto del podio de la Arena de Verona. Fue en el Giro de Italia 2010, el 28 de mayo. Este soneto quiere guardar memoria de ese momento, que se suma a otros inolvidables del deporte más hermoso, como homenaje al deportista que lo hizo posible.)


Arriba, el Mortirolo, entre la nieve,

es la auténtica Porta dell'Inferno.

Y es cada pedalada un giro eterno

que agita un corazón y a otro conmueve.


David no es Goliat, pero se atreve

y, tras cruzar la cima del Averno,

de su máquina exhibe tal gobierno,

que la transforma en flecha rauda y leve.


La gesta estaba en marcha. Cada escollo

era un pulso ganado al propio abismo

con arrojo y entrega generosa.


¡Qué gran descenso el de David Arroyo!

Fue un sueño al fin trocado en espejismo.

Mas, como sueño, es ya inmortal. Y rosa.



Imagen: David Arroyo durante la etapa del Mortirolo. Foto AP. Tomada de ELPAÍS.com








viernes, 28 de mayo de 2010

sábado, 15 de mayo de 2010

Ramayana


A grandes males, grandes remedios. Frente a los numerosos desaguisados políticos y económicos que se están cociendo por doquier ante nuestras narices (¡huelan, huelan!) y nuestra impotencia, me parece que una forma recomendable de intentar no sucumbir al desaliento es abismarse en los 24.000 versos del Ramayana (Rāmāiaņa), una de las dos grandes epopeyas indias, verdadero compendio de tradiciones del subcontiente asiático y como tal uno de los pilares de la cultura humana.

La obra acaba de ser publicada en su cada vez más indispensable colección Memoria mundi por la editorial Atalanta, esa masía editora dirigida con su habitual mezcla de elegancia y savoir-faire por Jacobo Siruela e Inka Martí. La crítica especializada dice de ella que es la versión en español más valiosa y completa editada hasta ahora. Ha sido traducida por Roberto Frías a partir de la versión inglesa de Arshia Sattar, catedrática de la Universidad de Chicago, considerada como la mejor traducción realizada directamente desde el sánscrito a un idioma occidental.

En el excelente Prólogo de la obra, al que puede accederse desde este enlace de la edición digital de El País, se resume así su argumento:


El Rāmāiaṇa de Vālmīki cuenta la trágica historia de un príncipe virtuoso y obediente que debería ser rey y que es enviado al exilio por un ataque de celos de su madrastra. Los verdaderos problemas de Rāma comienzan cuando se interna en el bosque para vivir ahí durante catorce años, acompañado de su hermosa consorte Sītā y su devoto hermano menor Lakṣmaṇa. Sītā es raptada por Rāvaṇa, el malvado rey rākṣasa, quien la lleva a su lejano reino, en la otra orilla del océano sur. Rāma y Lakṣmaṇa se disponen a rescatarla y, en el camino, sellan una alianza con un rey mono desposeído. El consejero del rey mono, Hanumān, se convierte en el valioso aliado de Rāma y juega un papel decisivo para que la misión de rescate de Sītā sea un éxito. Al final de una sangrienta guerra con los rākṣasas, Rāvaṇa muere y Sītā se reúne con su esposo. Rāma y sus compañeros regresan a la ciudad, donde el héroe reclama el trono que le pertenece. […] El universo en el que tienen lugar los hechos queda ampliado por dioses y criaturas celestiales, dádivas y maldiciones, armas mágicas, carrozas voladoras, sabios poderosos, animales maravillosos, simios heroicos y rākṣasas aterradores. Un aspecto crucial de este universo expandido, que incluye la presencia de lo divino, es el hecho de que Rāma es una encarnación, un avatāra, del gran dios Viṣṇu. En el Rāmāiaṇa de Vālmīki, Rāma no sabe esto. Aunque los dioses están de su lado en todo lo que emprende y a menudo parece que le ayudan, a él o a sus aliados, Rāma atraviesa la historia sin saber que nació mortal con el deliberado propósito de matar a Rāvaṇa. El plan de los dioses se convierte en el destino personal de Rāma y debe ejecutarse hasta el final. Al acabar la guerra, los dioses aparecen y le revelan quién es.



Que Hanuman nos aclare la mente.


Imagen
Batalla entre los ejércitos de Rama y el Rey de Lanka.
Copyright © The British Library Board.

Fuente

miércoles, 12 de mayo de 2010

Ser Ozores o no ser OzoreS


No sé la razón, pero cada vez que se muere un grande del humor de los que me acompañan desde niño (a veces pegajosos y hasta latosos como una piel no deseada), tengo la sensación de que se ha producido un desahucio en 13, Rue del Percebe.

Ayer le tocó el turno a Antonio Ozores, en cuyos ojos siempre me ha parecido ver un cansancio infinito, desmentido al momento por la prodigiosa verborrea y un surrealismo ibérico de larga tradición.

La saga de los Ozores viene de lejos y sigue, tan poblada ya... que incluso, como por azar, formula el viejo dilema en nombre propio y con camino de ida y vuelta.

Imagen de Antonio Ozores tomada del blog Lady Filstrut.

En Youtube he encontrado este conocido pasaje de La venganza de Don Mendo. Ripios inolvidables.

jueves, 6 de mayo de 2010

A ritmo de mandangas

Ha llegado a la Posada el Libro de las mandangas, un delicioso repertorio de poemas infantiles premiado con el accésit del VII Premio «Luna de aire», uno de los más prestigiosos galardones españoles destinados a poesía infantil, promovido por la Universidad de Castilla-La Mancha.

El libro está firmado por Darabuc, que es uno de los seudónimos de un buen amigo, Gonzalo García, escritor y traductor, así como experimentado cibernauta de amplios intereses y pasiones, al que algunos de los habituales de este albergue, y en especial los viejos conocidos de poesia.com, reconocerán mejor por el nombre de Djembé.

Darabuc, que ya había obtenido el premio citado con La vieja Iguazú, es autor también de dos hermosos álbumes en los que recrea con originalidad no exenta de osadía sendos cuentos tradicionales: Ojobrusco y Sopa de nada, ambos editados con el exquisito cuidado con que suele hacerlo la editorial gallega OQO. Me consta que en el telar hay nuevos proyectos en esta misma línea ya muy avanzados.

Y Darabuc es también el titulo de la bitácora sobre literatura infantil que Gonzalo mantiene activa desde hace ya unos años y que se ha convertido en un lugar de referencia de la especialidad. Merece la pena darse una vuelta por ella (y por sus sucursales).


Ж

En este Libro de las mandangas el autor muestra un dominio cada vez más afinado de algo que puede parecer sencillo pero no lo es: un lenguaje natural a la altura de los juegos y las travesuras infantiles, capaz de recrear, sin impostarla, la mirada del que todo lo mira por primera vez. En ese idioma caben desde la genuina ingenuidad o la ternura, hasta la picaresca disculpa del sorprendido in fraganti y el vuelo libre de algunas ocurrencias que son verdaderos hallazgos metafóricos.

Con esta obra, ilustrada con sobriedad por Arturo García Blanco, Darabuc consigue añadir al acervo de la
literatura popular infantil un puñado de nuevos seres, que a veces son divertidos artefactos sonoros, otras ingeniosas parodias o burlas, sin que falten algunas piezas incisivas y hasta melancólicas. O incluso una nana-denuncia que se canta al ritmo de la pesambre y que pone un significativo contrapunto en la cuidada sección de «caricias y nanas para recién nacidos» en que se inserta.

Además, la obra tiene un valor complementario: añade a las retahílas, decires, sones, cantares, suertes y otras voces propias de las actividades al aire libre un nuevo y prometedor género: la mandanga. Es ésta una composición de variada temática y forma variable que se caracteriza por su carácter no mostrenco, lo que quiere decir que huye de repetir lo ya sabido, aunque tampoco lo niega. Textos, en suma (pero también en resta, multiplicación y en cualesquiera otra álgebra poética), que prolongan y refrescan la tradición.

He aquí una muestra, tal vez no la más significativa, pero para mi gusto una de las más divertidas, digna de ser tenida en cuenta incluso por el Instituto Cervantes en sus campañas de promoción del español.

Mandanga del veraño
A don Eduardo Polo, porque el Chamario me molo

Se perdió el saco de Juana
con su tienda de campana.
Y ahora duerme en saco ajeno
cada vez que tiene sueno.

En la fuente, Juan Marrano
quería chupar del cano.
Lo copió de Juan Cochino,
que no es menos puerco el nino.

Gimoteó Juan Lloruno,
cuando se hizo un rasguno.
El doctor le dijo, en vano:
«¡No te has hecho tanto dano!»

Y una excursión al moliño...
Y el río, tan cristaliño...
¡Hubo de todo, en veraño!
¡Todo eso ños pasó!

Y como postre visual, este interesante vídeo del CEPLI (Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil), donde pueden ver a Gonzalo, junto a los demás galardonados (y especialmente, la ganadora de esta edición de «Luna de aire», Gracia Iglesias), en el acto de presentación de los mencionados premios.




miércoles, 5 de mayo de 2010

Majaderos y felones



Es en las situaciones complicadas donde mejor se ve la condición de las personas, políticos incluidos.


A juzgar por las apariencias y por las presencias reales, se diría que la gente sensata ha desertado de la normalidad o se ha retirado a un segundo plano invisible, y el centro del Patio (también llamado Aquí, Este País o incluso Patria) ha quedado a merced de solo dos especies de ciudadanos, súbditos en el fondo cada cual de su ceguera propia.

Por un lado están los majaderos, bobos espesos que, incapaces de aprender de sus errores, los reiteran una y otra vez y otra vez y aún otra, confiando mostrencos en que de ese modo pueda llegar a borrarse la realidad.


Por otro lado (que también puede ser el mismo), los felones, aunque disimulantes, no pueden dejar de evidenciar que su pericia básica es el ventajismo, y su lema, ya viejo y aburrido como la traición, se resume en el consabido y reptante «cuanto peor mejor».


Y así estamos, entre majaderos y felones, esperando que llegue el apocalipsis, a ver cuál de las dos calañas (poco que ver con lo que dijera Machado) nos hiela antes la sangre.

«Pero qué leches --dice el Invitado--, ¿es que aquí nadie va a tener un poco de cordura?»




Imagen
Max Ernst, The Barbarians (1937) Jacques and Natasha Gelman Collection.

© 2010 Artists Rights Society (ARS), Nueva York / ADAGP, París.

Fuente
Heilbrunn Timeline of Art History. New York: The Metropolitan Museum of Art.