jueves, 8 de febrero de 2024

Los GOYA del 24 por 38ª ocasión

Que el cine no es ajeno a los problemas de la sociedad parece una verdad de perogrullo, incluso en tiempos como los nuestros en los que el peso de la banalidad es difícilmente mensurable y la presencia de lo mediático-visual, potenciado por el impacto de las redes sociales y el desarrollo de las diferentes platataformas que tienen a la Inteligencia Artificial como principal mediador y reclamo, amenaza no tanto con suplantar la realidad como con darle una dimensión incompatible con algunos aspectos de la conciencia humana que hasta ahora considerábamos esenciales. Punto. Esto aparte, parece que el curso cinematográfico que se premia en la trigésimo octava edición de los premios GOYA ha seguido la pauta de calidad del año anterior. Y lo que es incontestable (cifras mandan) es que la asistencia a las salas de cine en 2023 creció alrededor de un 26% respecto a 2022. Factores determinantes de ese aumento, junto con la normalizaciòn de la pospandemia, fueron el llamado efecto Barbienheimer, uno de esos fenómenos que de cuando en cuando sirven para atraer hacia las salas a todo tipo de públicos, más allá de los propiamente cinéfilos, especies todas ellas variadas, aunque como otras muchas claramente en extinción. También ha debido de contribuir a ese aumento, y de forma a veces muy destacada, la decisión de facilitar entradas a 2 euros los martes a mayores de 65 años, una medida que debería renovarse. ¡Renuévese, coño, que tampoco se va a arruinar el Estado por ello! Lo que enfáticamente desde aquí solicitamos. Y otro asunto candente, en el que no entraré, es el de la llegada del "¡A mí también!" a nuestro séptimo arte, con denuncias en cascada que ojalá sirvan para poner freno a la depredación sexual o simplemente babosa. Y queden a salvo, y de una vez por todas, los cuerpos y el sacrosanto reino de los deseos. Dicho lo cual, vamos con la quiniela. La entrega de premios tendrá lugar en Valladolid el próximo sábado 10 de febrero. A ver si sale una ceremonia aseada. Y soportable.


☻ Goya de honor: Juan Mariné.



A sus 103 años (cumplidos el pasado 31 de diciembre), el director de fotografía, experto en restauraciones cinematográficas e investigador Juan Mariné se convertirá en la persona de mayor edad premiado con un Goya. Un reconocimiento del que, a la vista del impresionante currículo del técnico y especialista, no hay ninguna duda de que es muy merecido y oportuno. Recomiendo repasar su biografía en Wikipedia y tambièn ver el documental que le dedicó María Luisa Pujol: Juan Mariné. Un siglo de cine (2020).

☻ Goya internacional: Tras las dos actrices premiadas en ediciones precedentes, la elegida esta vez ha sido la estadounidense  Sigourney Weaver por «su impresionante trayectoria plagada de películas inolvidables y por inspirarnos creando personajes femeninos independientes, complejos y fuertes». Entre el más de medio centenar de películas en las que ha participado, en algunas de ellas también como productora, se cuentan títulos como Alien: el octavo pasajero (1977) y sus secuelas; Armas de mujer (1988) o La muerte y la doncella (1994), quizás la que mejor recuerdo de las que he visto, junto con la muy notable interpretación de la zoóloga y etóloga Dian Fossey en Gorilas en la niebla (1988). Es también protagonista de sagas tan populares como Los Cazafantasmas o Avatar. Según ha anunciado la Academia, recogerá personamente el galardón el día 10. 


Mejor película: Tanto la muy interesante 20.000 especies de abejas (casi segura ganadora) como la espectacular ☻ La sociedad de la nieve me parecen claramente favoritas, y puede que a última hora los académicos se decanten por la de J. Bayona como signo de apoyo de cara a los próximos Oscar. Me sorprendería mucho, pero no me parecería injusto, que ganara Saben aquell. Y aplaudiría con entusiasmo si Cerrar los ojos fuera la elegida, aunque me parece abiertamente improbable. La quinta en liza es Un amor, de Isabel Coixet, aunque creo que en esta categoría es la que menos posibilidades tiene.



Mejor dirección: Víctor Erice, por Cerrar los ojos. Como ya he comentado otras veces, sin ser una película perfecta, es a mi juicio de lo mejor que ha dado el cine español este año, y constituye además un testimonio impagable de uno de nuestros grandes directores. Apuesto por ella, aún sabiendo que...

Mejor actriz protagonista: ☻ Malena Alterio por Que nadie duerma. Voto aquí también siguiendo criterios posibilistas: es el suyo un papel de mucho mérito en una película que me resultó altamente espesa y con momentos incluso disparatados (quizás influya el hecho de que la vi en la tele). Si de mí dependiera, la ganadora sería Carolina Yuste (Saben aquell), probablemente la actriz española que más ha crecido en los últimos años. 

Mejor actor protagonista: Manolo Solo, por Cerrar los ojos. No sería, sin embargo, sorprendente que se impusiera ☻ David Verdaguer, por su excelente, casi perfecta, interpretación del humorista Eugenio en Saben aquell. Mucho más que un homenaje.
 

Mejor dirección novel: ☻ Estibaliz Urresola Solaguren por 20.000 especies de abejas. Teniendo en cuenta que es también una firme candidata al premio absoluto, parece cantado que se llevará de calle esta distinción.

Mejor guion original: Michel Gaztambide y Víctor Erice por Cerrar los ojos. Una apuesta desiderativa, aunque soy consciente de que tiene también muchas posibilidades las ☻ abejas de Estibaliz Urresola Solaguren.

Mejor guion adaptado: Creo que será para el amplio equipo de ☻ La sociedad de la nieve, a partir del libro de Pablo Vierci. Opciones para Un amor, a partir de la aclamada e interesante novela de Marta Sanz.

Mejor actriz de reparto: ☻ Ane Gabarain, por 20.000 especies de abejas. Puede disputarle el premio Clara Segura por Creatura (que aún no he visto).

Mejor actor de reparto: No sin dudas apuesto por ☻ José Coronado, por Cerrar los ojos: tras un inicio un tanto titubeante, su interpretación en la parte final de la película es excelente y contribuye a que algunos de los aspectos menos logrados del filme se noten menos. Mención también para Martxelo Rubio. 

Mejor actriz revelación:  ☻ Janet Novás por O Corno. Esta película, difícil, demorada, oscura, desasosegante y con más de una "zona muerta", tiene en la sobresliente intrepretación de la actriz, bailarina y coreógrafa gallega la que para mi es su principal baza. Un debut muy convincente.

Mejor actor revelación: La Dani, por Te estoy amando locamente, excelente interpretación en una de las más frescas y mejor contadas historias del año

Y en las demás categorías...

☻ Mejor música original: Andrea Motis por Saben aquell. Opciones para Michael Giacchino por La sociedad de la nieve.
☻ Mejor canción original: Yo solo quiero amor, de Rigoberta Bandini. En  competencia con Eco, de Xoel López.
☻ Mejor dirección de producción: Margarita Huguet, por La sociedad de la nieve. 
☻ Mejor dirección de fotografía: Pedro Luque, por La sociedad de la nieve. O Valentín Álvarez, por Cerrar los ojos.
☻ Mejor montaje: Andrés Gil y Jaume Martín, por La sociedad de la nieve.
Mejor maquillaje y peluquería: El equipo de La ternura.
Mejor dirección de arte: Izaskun Urquijo, por 20.000 especies de abejas.
Mejor diseño de vestuario: Lala Huete, por Saben aquell.
☻ Mejores efectos especiales: El equipo de La sociedad de la nieve.
Mejor sonido: El equipo de 20.000 especies de abejas.
☻ Mejor película de animación: Robot Dreams, de Pablo Berger.
☻ Mejor película documental: Mientras seas tú, el aquí y ahora de Carme Elias. En disputa con Esta ambición desmedida, el documental centrado en C. Tangana. 
Mejor película iberoamericana: La portuguesa Alma viva.
☻ Mejor película europea: Anatomía de una caída, de Francia. Opciones para la italiana Las ocho montañas.
Mejor corto de ficción: Carta a mi madre para mi hijo, de Carla Simón.
☻ Mejor corto documental: Ava, de Mabel Lozano. O para Herederas, de Silvia Venegas.
Mejor corto de animación: To bird or not to bird, de Martín Romero.

 Aciertos ☻ Aproximaciones

viernes, 2 de febrero de 2024

CON LA "D" DE DON PÍO


Seamos serios: nadie en su sano juicio podría tener como personaje favorito de los tebeos de entonces, no digamos ya como héroe —“heroíno”, como se le llamó a veces— a alguien tan normalito y hasta francamente bostezante como Don Pío. Seguro, no obstante, que al conjuro de su nombre en la mente de algún coetáneo aún se ilumina su aspecto de hombrecillo de altura más bien menguada, volumen redondeado y hasta algo fofo o enclenque (cada adjetivo es una proyección), cráneo despoblado, bigotito de época y testa manifiestamente común cubierta con un bombín. Puede que, en efecto, como alguien sostiene, tuviera cierto aire chaplinesco, quizás más bien a mitad de camino entre el Gordo y el Flaco, y sin duda poseía un carácter más o menos apacible, aunque en su vida de oficinista no parecía haber más emociones que las tiranteces surgidas en la estabulada convivencia con su mujer, la muy mandona y algo estirada Doña Benita, de la que bien puede decirse, en general, que vivía de cara a la galería, siempre preocupada por el famoso qué dirán y sus secuelas. La verdad es que de las por así decir, eufemísticamente, “aventuras” de Don Pío no creo que haya nadie que recuerde nada. Ni falta que hace, no nos engañemos. Como mucho, alguien puede que haya archivado en una ranura estrecha los nombres de doña Culebrina o doña Vinagreta, vecinas más que insidiosas, siempre dispuestas a evidenciar con sus actos el porqué de sus nombres. Y puede también que, en la caprichosa cucaña de los recuerdos, el tal don Pío se nos aparezca bajo la efigie de algunos de los personajes que el gran José Luis López Vázquez llevó con su habitual solvencia a la gran pantalla. Quizás sea por eso —caigo ahora— por lo que este personaje se libre de precipitarse definitiva e irreparablemente, y sin decir ni pío, en la simas más hondas de la postergación.

(LUN, 121 ~ «Te veo tebeo, serie Z/A»)

lunes, 1 de enero de 2024

CRIATURITAS

¿Abandonaría por fin toda esperanza? Al salir al camino ancho, en su vagabundeo, le había asaltado esa pregunta o duda o escozor. Pero no podía hacerle caso. Las criaturas de su imaginación bullían y pugnaban por manifestarse. «Pero eso nos pasa a todos. No es justo crear preeminencias», oía también, quizás no solo en su interior. Sin embargo, sabía bien que ese “todos” era no solo engañoso sino artero, una especie de tifus dispuesto a extenderse sin pausa ni límite y ponerlo todo perdido de acidalias. «¡Vale ya!», rezongó Censor Primus Inter Nones, más conocido como CrisPín. «Todos estos esfuerzos que te marcas por hacerte el interesante, sabes bien que no son más que excusas para no enfrentarte cara a cara con Nostra, ese hombre». Golpe bajo. ¿Pero cómo podría saber este advenedizo CrisPín de la existencia de Nostra si no fuera porque, en lo hondo, tenía razón? ¿Serviría de algo convocar una vez más a Sherezade y pedirle que pusiera algo de orden? ¿Incluida la desgracia? No era para tanto. Nada lo es. Aunque era en momentos como estos cuando echaba de menos presencias tutelares poderosas como las de Perec, Ducasse, Paz, Borges, Mosterín, Abel Martín… y, sobre todo, la Biblia en verso, aquel encantado artilugio que tuvo de niño y del que había ido sacando todos y cada una (lugar común) de las experiencias cuidadosamente puestas a salvo del tedio, la molicie, la mugre y hasta de la mirada sabuesa y aviesa de los otros, «esos que nos disparan cuando volamos bajo», que había dicho y por escrito en los días aquellos de la primera Eburia cuando Eburia aún no existía. Veía a la mujer mayor y a la fiel Cleo dormitando a su lado y comprendía que había algo inasible en la naturaleza inmediata de su realidad y que por más esfuerzos que hiciera y más contorsiones que ensayara nunca estaría a su alcance. Pero de algún modo, y a ser posible de alguna forma aún placentera, tenía que intentarlo. De alguna forma y con el acicate imaginado de otras 150 noches. Dios mediante. ¿Valdría como engarce “una vieja secuencia de cine silente. Ónix.” Puede ser.
(LUN 153 ~ «Manuscriptos»)

viernes, 1 de diciembre de 2023

Retorno a Blanco-Amor

 (Al filo de los días). Cuarenta y cuatro años después de su muerte, que se cumplen en la noche de este 1 de diciembre de 2023, el escritor gallego Eduardo Blanco-Amor (1897-1979) sigue siendo, si no un desconocido por la mayoría, sí un escritor no valorado como sin duda merece. Autor de la imprescindible A Esmorga, el autor orensano es uno de los mejores novelistas de su generación, poeta inspirado y valiente y hombre de una sensibilidad que, en cierto modo, bien se podría considerar adelantada a su tiempo. Esa carencia, por fortuna, se está corrigiendo en los últimos años, tras las recuperaciones de La catedral y el niño (Libros del Asteroide, 2018) y la edición crítica de Los miedos (Cátedra, 2023), novela de aprendizaje recién rescatada, y publicada con un muy interesante trabajo introductorio del profesor Emilio Peral. Son dos obras que, junto con el periplo sórdido de los protagonistas de A Esmorga por las entrañas de una ciudad levítica y ensimismada, ponen en pie el universo literario de Auria, trasunto del Ourense natal del escritor y territorio mítico que se une por derecho propio a la larga lista de los escenarios prodigiosos e inolvidables creados por la literatura. Como es sabido, Blanco-Amor fue amigo íntimo de Lorca, con el que también compartía preferencias sexuales. Fue precisamente su nunca ocultada homosexualidad y su presencia más o menos explícita en su obras lo que le ocasionó no pocos problemas con la censura y cierto retraimiento social. El legado espléndido de su literatura se completa con una aún más desconocida pero importante faceta también artística: su obra fotográfica. Como, entre otros, contó su amigo Basilio Losada, la fotografía fue una de sus pasiones y realmente tenía talento y ojo artístico: “Sabía elegir el tema, encuadrarlo, potenciarlo con un juego de luz y sombra”. Una selección de sus fotografías se publicó en 2004, en el volumen A ollada do desexo. Obra fotográfica 1933-1973, editado por Galaxia. En este sentido es también muy recomendable y emotivo el libro O fillo da florista. 34 retratos de Eduardo Blanco Amor, una hermosa publicación con la que la editorial Linteo, dirigida por mi querido Manuel Ramos, inició su andadura en 1998. Es un volumen excelente, lleno de testimonios de primera mano y que merecería rescatarse para tal vez encabezar la edición definitiva de las obras de un autor del que puede decirse con justicia que constituye por sí solo una literatura. Seguiremos leyendo a Blanco-Amor. Ojalá siga siendo cada vez mejor y más completamente editado.

Puede ser una imagen de una persona y texto
Todas la

miércoles, 1 de noviembre de 2023

«SANTOS Y DIFUNTOS, ¿UNA REDUNDANCiA?»

Anciano bajo la lluvia.

 «SANTOS Y DIFUNTOS, ¿UNA REDUNDANCiA?»,

SE PREGUNTA NOSTRA

BAJO LA INMINENTE AMENAZA DE UN CASI HURACÁN

QUE CASI SE LLAMA CIORÁN

«La tradicional expresión que nos acompaña desde que tenemos uso de razón, si bien se mira, ¿no es un buen resumen de la folie de la doliente humanidad, síntoma crucial de nuestra escasa imaginación tamborilera, símbolo incluso del inconveniente de haber nacido? No nos pongamos trágicos si nos queremos cómicos. Sabemos, desde muy temprano, que nuestro destino ineludible es formar parte del gremio de los que ya han transitado y, antes de rendirnos a lo ineludible, procuramos y batallamos y hasta derrapamos para que nuestras acciones nos granjeen algún tipo de satisfacción, placeres intensos, tal vez honduras, sin duda reconocimiento, sentido. ¿Y no es precisamente por eso, porque necesitamos espejos en los que mirarnos y hacia los que mirar, por lo que nos inventamos luego luego los Santos, curiosamente nombre también de las efigies que aparecían en las cajas de cerillas o cerillos, en algunas zonas también mixtos, de nuestra infancia? Al final, qué queréis que os diga, queridos entes en fuga, mis exequiables futuros: sabéis tan bien como yo y como el otro y el otro y el del más allá que todo lo que aparece perecerá bajo el fuego… y tal y tal, de modo que no sé yo si paga la pena». Así acabo de oírle pontificar a Nostra, acá mismo, debajo de mi balcón. Como están de obras en la calle —bueno en realidad en todo el barrio y casi en medio Madrid—, han cambiado de sitio las marquesinas de los buses, que es donde últimamente suele soltar Nostra sus filípicas, y se ha venido al rellano de la entrada del garaje, así que oigo su voz desde aqui con tanta claridad como si me estuviera murmurando confidencias al oído. Tal como se ha quedado la tarde, he de reconocer que es una gran ventaja.
(LUN, 214 ~ «Las cosas de Nostra»)

miércoles, 25 de octubre de 2023

CON LA K DE KINITO

Si Iberia entera, y especialmente por el septentrión y la extensa franja centromeridional sin olvidar el levante, ha corrido a menudo el peligro de convertirse en tierra de alcohólicos, no cabe descartar que algo tenga que ver con la costumbre mostrenca de dar quina a los niños desde bien pequeños. Y en ese quilombo no se nos escapa, caros carpetoveatónitos, que una gran responsabilidad ha de recaer en este monigote que, a veces disfrazado de tuno el muy tuno, otras de trovador que era un primor, poníase a dar serenatas bajo un balcón y cantaba y cantaba… Lo dicho: vivos de milagro. No sabemos aún por cuánto tiempo.

(LUN, 222 ~ «Te veo tebeo, serie Z/A»)



domingo, 3 de septiembre de 2023

MEMORIA DE LA ESPECIE O ESPECIE DE MEMORIA


Dicen las últimas crónicas que de las varias veces que los humanes, en la cadena evolutiva y ancestral, estuvimos a punto de palmarla de modo completo y definitivo —o sea, extinguirnos—, una de las más cruciales se produjo, y como que me quiero acordar, hace 930.000 años, más o menos; e incluso podría, si me aplico, dar cuenta de algunos nombres o gruñidos o gañidos con los que tratábamos de distinguirnos unos de otros los entonces apenas sujetos, calculo que no más de unos pocos escasos centenares, si bien esto será, a qué engañarnos, más invención que memoria, sobre todo si se tiene en cuento que el yo humanal para entonces sería de cariz hipotético-disyuntivo. Pero con todo y con eso, sí doy por sentado que, si bien ya lo había intuido otras veces y tal vez incluso fabulé ponerlo en práctica, fue ese el momento preciso y la hora justa en que me vino a nacer la consciencia de que sobre la línea del horizonte empezaban a coincidir los ejércitos de luz en retirada y las huestes de las sombras al acecho…, y aclaro que esto es solo un modo algo simple de verlo: el combate real sin duda fue y sigue siendo mucho más estruendoso; pero ahí se vino a plasmar —me acuerdo como si aún estuviera sucediendo y de modo imparable— el instante en que me fue revelado el sentido de la obra toda, tal vez de la vida, o lo que es lo mismo: el acceso pleno, rotundo, incontrovertible y de una sola vez al secreto del “dolce stil nuovo del dolce far niente”, toda una revolución. Y desde entonces.
(LUN, 273)