viernes, 21 de junio de 2013

«Sorbí libros»


Al volver sobre mis pasos, descubrí que quien me seguía era el joven conde Drácula. Somos amigos desde niños, así que no le tengo miedo. Pero esta vez me alarmé porque lo encontré distinto: menos pálido que de costumbre, más erguido de espaldas, incluso me pareció que se había cortado las uñas. Además, vestía una capa impoluta, nada llamativa. Comprendí que las cosas habían cambiado definitivamente cuando se acercó para saludarme y vi que en sus colmillos, apenas sobresalientes, había unas pequeñísimas perlas negras.
—¿Viste, Freddy? Cambié de dieta. ¡Ya no más sangre! Ahora sólo me alimento de tinta.
No sé por qué pero me dio un poco de pena. Seguro que si se miraba en el espejo él también se encontraría... raro.

Viñeta de Marcos Severi, tomado de aquí, con permiso del autor.

jueves, 20 de junio de 2013

Ya son nostalgia


«La vida no tiene cura»._Tony Soprano

La prematura muerte del actor James Gandolfini, que ha conmocionado a los amantes de Los Soprano y del cine en general, ha servido también para traer de nuevo al primer plano la extraordinaria fugacidad del tiempo. Lo deprisa que pasa a medida que pasa, si se me permite la simpleza. Que Los Soprano (1999-2007), como bien se comprueba con sólo asomarse a cualquier rincón de la red, sean ya pasto de la nostalgia, o incluso, según permiten concluir algunos comentarios, un hito del pasado de la televisión, dice bien a las claras la increíble velocidad con que se mueve todo. Incluida la Parca, que en un solo segundo es capaz de llevarse hacia sus desolados hangares a quien le apetezca. No soy un gran admirador de Los Soprano, más que nada por desconocimiento. Sólo he visto la primera temporada y fragmentos dispersos de las demás. Ahora bien, he oído y leído tantos comentarios favorables sobre la serie, incluido alguno que centra su análisis precisamente en la nostalgia, que la tengo como una importante asignatura pendiente. Confío en no tardar mucho en poder comprobar, en primera persona, su excelencia. Aunque a la velocidad que se mueve todo, tendré que darme prisa.

miércoles, 19 de junio de 2013

Apunte


                   Tal vez la felicidad sea un cuaderno
              de tapas color cuero
              con un hermoso árbol cincelado 
              en la cubierta
              y cien páginas blancas
              que aguardan la escritura
              como siembra de luz en tierra fértil.

(Tiempo contado, 27.10.12) 




martes, 18 de junio de 2013

Saetas ateas


Recuerdo que hace 13.700 millones de años yo aún no existía. Éramos todos una masa inmensa e infinita, y resultaba imposible determinar los límites de cualquier cosa, dónde empezaba el odio, hasta qué punto se extendía el horizonte, de qué estaban hechas las palabras. Aquel cuento duró mucho. Aunque solo pudimos conocer la mitad. La otra era materia oscura. Ahora pasamos los días disparando al cielo. A ver si conseguimos pescar al responsable. Pero el tiempo transcurre... y nada.

Masas bacterianas. Microfotografía de Rubén Duro.

Soneto doble cero

Humo III (c) Mauro A. Fuentes, 2007.

Este soneto en medio de la nada
nació de un doble cero bien tasado.
Pero al liarlo apenas daba humo
y hasta dudaba de sus otros versos.
¿Cómo llevarlo entonces de la rienda?
¿Y cómo contentar su gusa horrible?
No era montura fácil, vivaqueaba
a la intemperie bajo la alta luna.
Lo fuimos reduciendo poco a poco,
dejando sus volutas impolutas,
sus anillos también bien anillados
y alguna carcajada en el talego.
Este soneto estaba tan fumado
que se quedó dormido en una esdrújula.
(Si le disparas, corres el peligro
de que te ataque su escondida fiera.)

(Velada en algún cuarto de Bolsa, 3, en Madrid-Centro, 
allá por el setenta y tantos)

lunes, 17 de junio de 2013

Cap i cua

Viñeta de El Roto, El País, 16.05.13

Notará: Noé le da loco cola de león a ratón.

[AJR, 10:32, Palíndromos ilustrados, 24]

***
Ayer, nada más ver este dibujo en el que El Roto aúna la vieja opción refraneril de ser "cabeza de ratón" o "cola de león" en un solo monstruo de fábula, al que bien se podría poner el nombre de PPPsoe, pensé que allí dentro estaba escondido un palíndromo. Aquí está, con su sugerencia levemente bíblicas. Probablemente haya más. Respecto a éste, la pregunta clave, esa que brilla en todo buen palíndromo como un ascua ardiente, parece obvia:
¿Quién será el Noé loco capaz de obrar semejantes prestidigitaciones?

domingo, 16 de junio de 2013

Bloomsday Zapico

James & Joyce, por Alfonso Zapico.

Si no he contado mal, esta es la quinta vez que comparece el recuerdo del Bloomsday en la Posada. Lo hizo en primer lugar desde Galicia, después pensando en el Quixote, otra vez desde el pub James Joyce, de la calle de Alcalá de Madrid, y hace sólo un año a través de una carta algo melancólica a Molly Bloom. Ya bien avanzado el día de este caluroso 16 de junio de 2013, aún estamos a tiempo de mantener la tradición. Y para hacerlo nada encuentro más oportuno que traer a colación los dos  estupendas novelas gráficas que el dibujante Alfonso Zapico ha dedicado a James Joyce y a su mundo, y que tuve el placer de leer hace algunas semanas.

Publicadas ambas en 2011, en la primera de ellas, Dublinés, nos ofrece un retrato muy sugerente del escritor irlandés en los momentos más importantes de su vida, a los que Zapico se acerca con buena documentación y, sobre todo, con una gran intuición para captar y reflejar las escenas significativas. Complemento de este obra, de la que viene a ser una especie de cuaderno de viaje, La ruta Joyce es un itinerario por los lugares en que vivió el escritor. Zapico los recorre guiado por la pasión del mitómano, pero con los ojos y el sentido común bien abiertos, de modo que la obra, además de un homenaje y un recuento de huellas literarias, es una crónica personal llena de detalles de primera mano.

Los dibujos de Zapico tienen la claridad de la vieja escuela de nuestros queridos tebeos, a la que añade una capacidad de recreación escenográfica nada común y un dominio singular del arte de la caricatura realista. En suma, dos obras muy recomendables. Dublinés, además, fue galardonada con el Premio Nacional del Cómic de 2012.