jueves, 18 de marzo de 2021

Duralex hecho añicos


(En voz alta). 
Un fenómeno o experiencia que no sabría situar cronológicamente —aunque tuvo que ser temprano, tal vez hacia 1963— pero que se me representa ahora bajo la apariencia de una “revelación” fue el de la primera vez que vi romperse, en una catarata de brevísimos y fulgentes añicos, un plato de duralex. Quien puso el nombre a este tipo de material cristalino (¿un estudiante de derecho frustrado?) es probable que no estuviera, como suele decirse, al cabo de la calle de la poderosa acción poética que ponía en marcha. Y, lo que son las cosas, buscando en la wikipedia información sobre Duralex, compruebo que esto es lo último que se cuenta: «El 23 de septiembre de 2020, un tribunal comercial de Orleans declaró la empresa en quiebra por suspensión de pagos». ¡Duralex quebrado! No somos nadie y menos en añicos.

Y comentaba al pie César Nicolás: Las roturas del duralex han constituido igualmente y siempre para mí catástrofes y espectáculos inefables, Alfredo: lo mismo que una tempestad que se desencadena en la esfera doméstica, llena de estrépito y destrozo. Ese no ya tronzarse sino pulverizarse del objeto debiera servir de punto de partida para una poética de la fragmentación.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Salir del paréntesis

Salir del paréntesis. Reiterar la conjura y la reafirmación frente a la falta de memoria, contra la extraordinaria y dolorosa liquidez de los tiempos que nos llevan, como respuesta a la necesidad de —cada día, cada día— hacerse cargo del giro de la luz y del sentido de la marcha. Sin memoria no somos nada. Pero tampoco podemos dejar que nuestros pies se vayan hundiendo en las arenas movedizas de la reiteración. Iré tirando cada día —y mientras pueda— la moneda al aire y a la luz. No es descartable que a veces pueda caer por la cara del silencio. La belleza nunca pide perdón.

lunes, 15 de marzo de 2021

Dura lex sed lex in agnicus



Periculum in mora fumus boni iuris.
In mora boni iuris periculum fumus.
Mora in periculum iuris fumus boni.
Fumus boni in periculum iuris mora.
Boni mora in fumus periculum iuris.
Iuris boni fumus in mora periculum.
(Dado giróvago del tercer domingo de Cuaresma)

jueves, 11 de marzo de 2021

Aldaba de música quebrada

Del poema en cuestión puede que lo primero fuera el título. Y quizás también lo último. El soneto heterodoxo, con bulto y figuración suficientes para ser reconocido como tal, se fue escribiendo en respuesta a no sé qué impulso emocional —supongo que un retazo de pensamiento meditativo, escorado hacia la ensoñación— al tiempo que su forma, una mezcla consciente de rimas irregulares pero bien perceptibles y organizadas con movimientos o saltos de caballo sobre el tablero o partitura, se iba configurando como el verdadero fondo (inexcusable) para crear la sensación de lo que, aún siendo lo que nos consuela y nos da sentido (si es que alguno), finalmente se impone por su propio carácter incompleto, fragmentado, fragmentario: una ráfaga de “música quebrada”, misma/mente. Mais qui dira les torts de la Rime? Ah, y la aldaba de la foto. Que también percute.




Música quebrada
No es fácil entender qué es lo que pasa.
Si retiras la mente, se vacía
el fulgor de los ojos. Sopla el viento.
El cuerpo es una concha a la deriva.
Y suena entre sus huecos una extraña
melodía sin fin: la vieja caña
del pensar, el dibujo que porfía
por ganarse el fervor del sentimiento.
Así, como si fueran las palabras
el esquema de un juego de caballos
sobre el atroz tablero de la vida,
la luz al declinar descubre aciagas
sospechas, quiebra músicas. Milagro
es que puedas contarlo todavía.

lunes, 8 de marzo de 2021

Metáfora del pájaro

La osadía del pájaro es una traducción de su gorjeo, el canto firme de su ser en el aire, una respuesta que ilumina la mañana.
Hay en el pájaro tanto peso ideal, que su figura atraviesa la historia y sus contornos como una exhalación —flecha emplumada— y está presente en la raíz de los sueños, sean o no el fruto de ese impulso hacia la duración al que llamamos arte, e incluso en los silencios más bellamente construidos.
Los pájaros, que tienen en su herencia biológica huellas adivinables del temblor de la Tierra, cruzan de un lado a otro del mundo y salvan los escollos más salvajes para que no se borren las líneas de fuerza que impiden que los cielos se desplomen.
Nada hay más parecido al alma humana, incluidas su idea sensible y su fabulación, que la extrema levedad de un pájaro en nuestra mano convertida en cuenco.
Tal vez por eso, muchos de nosotros, al sostener esos cuerpecillos tan frágiles, sentimos la punzada de un antiguo terror.
Todos alguna vez fuimos un pájaro.

(Segunda edición)

viernes, 5 de marzo de 2021

Los Goya con mascarilla

Antonio Banderas y María Casado con Mariano Barroso, en la presentación de los Goya 2021.

La 35ª edición de los Premios Goya, que se simulará el próximo 6 de marzo, en una gala más o menos virtual presentada por María Casado y Antonio Banderas, será sin duda la más rara de la historia. Al menos hasta ahora. De hecho, el que suscribe, amante del cine español desde su más tierna infancia, a punto está (estoy) de dar por cerrado el ciclo de estas celebraciones, en consonancia con la condición de espectador póstumo que reclamo para el viejo cinéfilo que llevo dentro y cuyo último «acto de servicio», por así decir (y como ya he contado en este mismo y otros sitios), se produjo el viernes 15 de noviembre de 2019, con ocasión del estreno en la sala 2 de los Cines Verdi de Madrid de El irlandés, ese gran homenaje de Martin Scorsese a su pandilla de amigos y al cine como relato épico y divertido de los acaeceres vitales. He vuelto varias veces después a las salas, también en tiempos pandémicos y volveré a hacerlo tan pronto como sea posible, pero es mejor (me digo) tener la cautela, e incluso el coraje, de dar por terminado lo que ya ha llegado a su fin. No me pararé ahora a contarlo, pero tengo para mí que el cine, lo que hasta ahora hemos llamado así, ha muerto. Y punto.

Pero algunos ritos permanecen. Y este de apostar a la ruleta de los Goya en la Posada es más que nada eso: una costumbre a la que, si no exactamente placentero, sí sigue siendo consolador serle fiel. Generalmente, además, esta cita servía para curar en pequeña escala mi frustrada vocación de crítico cinematográfico articulando, de modo somero y divertido, las opiniones sobre los filmes españoles vistos a lo largo de la temporada, que solían ser un buen número, generalmente todos los que que optaban a los grandes premios. Una premisa que este año estará muy lejos de cumplirse. Aunque también es verdad que la presencia cada vez más abundante y veloz de los filmes en las otras pantallas algo remedia. Pues, como dice el tópico, a falta de pan... 

Y sin más, al lío: he aquí mi quiniela para los GOYA XXXV.


☻ 
Goya de honor: Ángela Molina.
Ángela Molina, un muy merecido Goya de honor.
Como escribí en mi muro de FB, cuando me enteré de esta concesión, tan merecida como oportuna, Ángela Molina es una actriz que siempre he admirado y de la que recuerdo papeles muy relevantes, excitantes e intensos, quizás el primero en Camada negra (1977), o puede que en Las largas vacaciones del 36 (1977), seguidas por la revelación casi morbosa y original que supuso Ese oscuro objeto del deseo (1977), tan buñueliana; o la sensibilidad reconcentrada de A un dios desconocido (1977), sin olvidar su siempre intensa presencia en títulos como Los restos del naufragio (1978), El corazón del bosque (1979), La Sabina (1979), Operación ogro (1980), Demonios en el jardín (1982), Bearn (1983), Lola (1986), El río de oro (1986), la deliciosa y tan minuciosa La mitad del cielo (1986), una de mis favoritas; o la muy divertida Las cosas del querer (1989)... y tantas otras que podría espigar y rememorar a lo largo de una de las filmografías más impresionantes del cine español, hasta rematar, a falta de pruebas más recientes, en su genial interpretación como abuela en Blancanieves (2012) el último de sus papeles que me viene a la memoria. Una tarde de hace dos o tres mil años, en la cola para entrar a un concierto de Supertramp, en el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid (WiZink Center le dicen ahora), pude mostrarle mi entusiasmo e incluso me dio tiempo a comentarle alguna anécdota infantil en relación con su padre (y sus inolvidable voz), lo que me valió una amplia sonrisa y hasta un beso. Esta mujer es una leyenda, felizmente viva, y su Goya es absolutamente merecido.


Las actrices de Las niñas: aire fresco.
 
☻ Mejor película: Las niñas. Sólo he visto tres de las cinco películas que compiten en esta categoría, de modo que mi pronostico es más que nada un 2barrunto". Me decanto por Las niñas, el debut de Pilar Palomero, porque frente a la sensibilidad social y, por así decir, antropológica de Adu y la amable y profunda sociología sentimental de La boda de Rosa, con un trabajo muy notable de Candela Peña, el filme de la zaragozana aporta una muy fresca manera de hacer cine, muy apropiada además para los tiempos que vivimos. Ya dediqué un amplio comentario a esta película, que tal vez solo tenga el defecto de un metraje algo inflado. Estoy a la espera de poder ver Ane y Sentimental, las otras dos pelis que completan el pentagrama. De ambas, pero sobre todo de la primera, me han llegado buenas recomendaciones. 

Mejor dirección: Icíar Bollain por La boda de Rosa. La trayectoria de la actriz y directora madrileña, de origen vasco, alcanza con esta película un punto de madurez que, además de borrar algunos deslices algo facilones de su filmografía, la sitúa a la cabeza de nuestro cine más interesante y "equilibrado": aquel que profundiza en las pulsiones y tics comunes de cierta manera de ser de las tribus ibéricas, y ello poniendo la misma intensidad en los aspectos dramáticos y trágicos que en los francamente risibles. Y todo con una cercanía sentimental que, si bien puede deslizarse a veces hacia el consabido melodrama, suele remontar con una apuesta por la verdad de la ternura que resulta muy reconfortante. Más o menos. Otra directora, Isabel Coixet, también muy peculiar y muy distinta, será la principal rival.    

Mejor actor protagonista: Mario Casas por No matarás. Puede que este premio, de confirmarse, sirva para impulsar definitivamente la carrera de unos de los actores con, objetivamente, más cualidades interpretativas y, en mi opinión, también más oportunidades desperdiciadas, acaso por no saber elegir bien sus papeles.

Mejor dirección novel
Pilar Palomero, por Las niñas. Creo que este es uno de los premios más seguros. Y no sería extraño que consiguiera el doblete. De no lograrlo, esta categoría parece la indiscutible.

Mejor guion original: Claro García y Javier Fesser por Historias lamentables. Aunque la película queda lejos de algunos títulos anteriores de Fesser (Camino  o El milagro de P. Tinto, por ejemplo), la fascinación que siempre ejercen las historias narradas en vasos comunicantes (al modo de aquella inolvidable novela de Luis Romero, La noria) la convierte en favorita de la categoría. Pero, eso sí, en dura pugna con las trabajos de Alicia Luna-Icíar Bollaín y la debutante Pilar Palomero.


Mejor guion adaptado:  ☻ David Pérez Sañudo y Marina Parés Pulido por Ane. Es solo un pálpito. No he visto aún la película, de la que también tengo buenas referencias.

Verónica Echegui en los premios Feroz.
 Mejor actriz de reparto: Verónica Echegui, por  Explota, explota. En lo que se me alcanza, este premio bien podría corresponder a Natalia de Molina, cuya solvencia interpretativa es muy importante para sostener y llevar a buen puerto la travesía de arriesgada bisoñez actoral de Las niñas. Pero acaso juegue en su contra que ya ha ganado dos Goyas, mientras que la Echegui, de no ganar, sería la cuarta vez que se iría de vacío. Y, créanme, estas cosas también cuentan al hora de que los compañeros de profesión decidan un voto.

 Mejor actor de reparto: Juan Diego Bottopor Los europeos. También voy de pálpito, en este caso en disputa, me parece, con Alberto San Juan. En puridad, debería apostar por Sergi López, que hace un trabajo notable en La boda de Rosa, pero está lejos de sus mejores interpretaciones.

 Mejor actriz revelación: Paula Usero por La boda de Rosa. Creo que se verá favorecida por el tirón general de la película. 

Mejor actor revelación: ☻ Adam Nourou, por Adú. Una interpretación tan realista y dura como eficaz en una película muy valiente. Tiene también algunas opciones Chema del Barco por El plan.

Y en el resto de categorías...

Mejor música original: Roque Baños, por Adú. Opciones para Federico Jusid por El verano que vivimos.
Mejor canción original: Lunas de papel, de Carlos Naya, para Las niñas, en disputa con Que no, que no, de Rozalén, para La boda de Rosa.
Mejor dirección de producción: Guadalupe Balaguer Trelles por Akelarre.
Mejor dirección de fotografía: Ángel Amorós por Black Beach.
☻ Mejor montaje: Sergio Jiménez por El año del descubrimiento.
☻ Mejor maquillaje y peluquería: Milu Cabrer y Benjamín Pérez, por Explota, explota; menciòn para Beatushka Wojtowicz y Ricardo Molina por Akelarre.
Mejor dirección artística: Mónica Bernuy por Las niñas..
☻ Mejor diseño de vestuario: Nerea Torrijos, por Akelarre.
Mejores efectos especiales: Raúl Romanillos y Jean-Louis Billard por Black Beach.
☻ Mejor sonido: el equipo de Adú.
 Mejor película de animación: La gallina Turuleca. (Un premio ya cacareado... ¡es la única obra que opta a ganarlo!)
☻ Mejor película documental: El año del descubrimiento.
Mejor película iberoamericana: la colombiana El olvido que seremos, dirigida por Fernando Trueba, con guion de David Trueba, a partir del libro de Héctor Abad Faciolince. Una peli aún pendiente de estreno en España.
Mejor película europea: Falling, de Viggo Mortensen. Opciones para El padre, de Florian Zeller.
Mejor corto de ficción: Lo efímero, de Jorge Muriel.
☻ Mejor corto documental: Biografía del cadáver de una  mujer, de Mabel Lozano.
Mejor corto de animación: Metamorphosis, de Carla Pereira y Juanfran Francisco.

 Aciertos ☻ Aproximaciones



jueves, 4 de marzo de 2021

Quintero entrevista a García

 

(En voz alta). Un paseo por el túnel del tiempo, con algunos rincones todavía interesantes y no pocas incógnitas ya arrumbadas, todo adobado con la facundia amarillista pero estratégicamente significativa de José María García, entrevistado por el Loco de la Colina. «Dígalo Butanito García a grandes voces», escribí una vez en un texto, tal vez un poema, que debe de andar por ahí. Quizás Évole, en su reciente entrevista a Aznar, pudiera haber sacado alguna astilla punzante de lo que aquí se cuenta. En todo caso, un baño de pasado no carente de interés.