martes, 29 de septiembre de 2009

El timo Blair


Los tiempos políticos giran tan deprisa, deprisa que quizás ya nadie se acuerde de aquella época en la que el laborista Tony Blair, surgido en el Reino Unido que había sido amoldado a imagen y semejanza de la señora Thatcher (otro animal casi prehistórico), fue considerado como la gran esperanza de lo que entonces se llamó la tercera vía: una suerte de camino intermedio entre el socialismo imposible y el liberalismo impenitente, que fue recibido como la acuñación británica de la socialdemocracia con la difícil tarea de reconstruir la sociedad del bienestar sacrificada por la Dama de Hierro en aras de la reconversión industrial. 

Blair consiguió dar el pego durante algunos años y suscitó no pocas esperanzas, aunque también, desde muy pronto, tuvo la facultad de causar profundas irritaciones entre quienes, en apariencia al menos, podrían considerarse como sus aliados naturales. Tal es el caso del por entonces ministro Bono, peculiar político socialista al que las camáras sorprendieron en su escaño dedicándole un sonoro epíteto con con todo afecto. 

Blair quizás tuviera su máximo momento de gloria en la gestión política que hizo de la muerte de Diana de Gales, trágico episodio durante el que, tal como reflejó con bastante exactitud la película The Queen, logró sacar a la Corona británica de su secular ensimismamiento e hizo reaccionar a la reina Isabel frente al peligro de lo que podría haber sido una desafección popular de incalculables consecuencias... Pero ese crédito no tardó en dilapidarlo y lo destruyó por completo, probablemente, cuando,  en marzo de 2003 y junto con el presidente español José María Aznar, decidió apoyar al presidente George Bush Jr en su ataque a Irák, bajo la excusa de unas nunca encontradas (ni existentes) armas de destrucciòn masiva.


En la imagen, Tony Blair durante su conferencia en las Jornadas sobre Sostenibilidad y Automóvil organizadas por la Fundación Barreiroe, en 2008.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Otro mediterráneo (Javier Mas)


Foto © www.HardyJackson.de

Junto al placer de escuchar en directo a Leonard Cohen, otro de los gozos del concierto de la noche del pasado día 12 en el Palacio de Deportes de Madrid fue el descubrimiento, para mí, de un gran intérprete de instrumentos de cuerda (desde la guitarra de doce a la bandurria o el laúd): un mediterráneo llamado Javier Mas o Xavi Mas, como he podido comprobar que también se le llama en ámbitos musicales donde es bien conocido y comparado con los mejores del género.

Y con toda justicia. Porque la pericia y el arte que Mas despliega acompañando a Cohen no sólo son los responsables de que la música del poeta canadiense alcance una luminosidad (justamente, un acento mediterráneo) muy especial, sino que algunos de los momentos más vivos del concierto hay que apuntarlos a su forma de dialogar con la voz del artista, así como a varios solos (el que introduce Who by fire, por ejemplo) verdaderamente prodigiosos.

Bien conocido por una trayectoria musical en compañía de grandes nombres, este guitarrista zaragozano afincado en Barcelona («from Barcelona, Jávier Mas», fueron las palabras de presentación de Cohen, que se quitó ante él el sombrero, literalmente, varias veces) es uno de esos artistas un poco o completamente ocultos bajo el peso estelar de las figuras que encabezan el cartel y que, sin embargo, emergen por sí solos a poco que se preste atención.

Dejo aquí, como prueba, los enlaces a dos vídeos que he podido localizar en Youtube (hay muchos más). Uno de ellos corresponde a la mencionada introducción de Who by fire durante el concierto de Nimes (agosto de 2008) [quien se quede con cierta sensación interrupta puede escuchar la canción completa, 8:48 minutos, en este vídeo correspondiente al concierto de Estambul]. El segundo es una grabación de una televisión finesa en la que Mas acompaña a otra de las voces inolvidables de la gira de Cohen (de vital importancia, además, en la trayectoria del artista canadiense desde hace ya algunos años), Sarah Robinson.

Supongo que para muchos no descubro nada. Pero no quería dejar pasar esta oportunidad de compartir el hallazgo de este mediterráneo, ya digo, por el que habrá que seguir navegando.