martes, 11 de julio de 2017

Tuits sobre Twitter (8)


[141] A veces tengo la impresión de que Twitter no es más que otra forma de ver televisión. Y a menudo, incluso la misma. (30/7/16)

[142] Y temer que pueda perder el hábito de pensar que, al llegar la hora de volver a ver y comprender, no sea ya capaz de hacerlo (diez acciones). (31/7/16)

[143] No es fácil estar seguro de que un gesto cualquiera —por ejemplo, este— no esté contribuyendo al ensordecimiento global. (7/8/16)

[144] Un metatuit, como bien indica su plural irregular, es todo tuit que trata de no perder de vista que  pende de un Hilo. Y que nunca sabe si llegará a la meta. (11/8/16)

[145] La mayor dificultad de escribir en Twitter es la de aprender a sortear las trampas significativas que nos tiende el autocorrector. (15/8/16)

[146] «furu ike ya / kawazu tobikomu / mizu no oto» (Matshuo Basho). No hay que descartar que Twitter sea el nuevo «viejo estanque», amigas ranas. (17/8/16)

[147] Creía que el pájaro era el símbolo de Twitter por (a)mor del trino. Acabo de darme cuenta de que lo es por el picoteo. (18/8/16)

[148] Por más que esfuerces, siempre habrá en la lógica de Twitter algo incomprensible. Si no te esfuerzas, ¡figúrate! (4/9/16)

[149] El mayor coraje de escribir en Twitter está en tener la libertad de espíritu suficiente para rendirse sin reservas al autocorrector. (7/9/16) (Variante complementaria de 145)

[150] Twitter no hace sino confirmar una de las más viejas sospechas del oficio de vivir: el mundo es sobre todo una gran casa de citas. (8/9/16)

[151] La melancolía me hace confundir a veces el sonido de los retuits con los latidos de mi corazón. Si seré Franknetstein... (8/9/16)

[152] ¡Hay que ver la cantidad de gente interesante con que te cruzas en Twitter! Lástima que apenas se detenga el carrusel. (20/9/16)

[153] Dilo de forma que parezca que se hila solo. O aun mejor: que lo teje quien lo lee. En esto estriba la condición arácnida de esta red. (18/10/16)

[154] La gran paradoja de Twitter tal vez sea descubrir que detrás del carácter 140 se extiende el vasto territorio de Facebook. (25/10/16)

[155] Entre la engañosa facilidad de la brevedad y el arduo desafío de la concisión, todo buen tuit debe probar el doble filo de su sílex. (30/10/16)

[156] Y una vez bien agarrado el sílex, ¿qué podemos hacer sino esculpir cada palabra como si fuera a ser eterna? (1/11/16) 

[157] Si los tuits fueran teselas, el Infierno sería un inmenso mosaico. (7/11/16)

[158] ¿Por qué las llaman «sociales» si ni siquiera son «redes»? ¿Y por qué les dicen «redes» si ni aún a «cañas» llegan? (8/11/16)

[159] Por mucho que te pares a pensarlo, esto no ha ocurrido nunca antes. Si no te paras, tampoco ocurrirá ahora. Piénsalo. (10/11/16)

[160] Lo diré claro: «#Nada nuevo #bajo el sol». Lo #1 para disentir un poco de Heráclito. Lo #2 por mera costumbre en este mundo sublunar. (14/11/16)


********Desde que me di de alta en Twitter, allá por enero de 2015, he ido dedicando algunos de mis tuits a reflexionar  y bromear sobre el propio carácter de esa red social como reflejo de mis tratos con ella. Es una sección que llamo «metatuíteres» (me hubiera gustado llamarlo «tuiterías», pero el nombre ya estaba "cogido") y que, si bien algo olvidada últimamente, todavía mantengo activa. He creído conveniente reunir y recuperar ahora, en entregas sucesivas, esos "trinos", más que nada para tenerlos a mano y disponibles en un espacio, como el del blog, que me parece menos vertiginoso y menos volátil, al menos mientras los ciberpiratas, en cualquiera de sus encarnaciones, nos den tregua. Al trasladar los textos, he aprovechado para editar algunos de ellos y hacer leves correcciones. También he añadido enlaces -generalmente, vídeos- que pueden servir para matizar o ilustrar las ocurrencias.  En todo caso, he procurado mantenerme fiel a la intención original y me he ceñido, salvo alguna excepción, al tórculo de los 140 caracteres.



viernes, 7 de julio de 2017

Óbolo ó lobo


Dalle unha esmola, muller,
que bastante disgracia ché
ter que andar fungando
toda a noite.

Ilustración de una edición de Caperucita, de autor desconocido, 
tomada de aquí.

miércoles, 5 de julio de 2017

Cinemagias (1-10)

Cinemagias: diversos momentos de la historia del cine que conservo en algún lugar del disco duro de mi memoria cinéfila y que, gracias a la facilidad que nos brindan las  nuevas tecnologías, se pueden disfrutar y compartir. Es una sección de mi muro de FB que iré copiando al blog, a modo de archivo. 
  
(1). E la nave va. Nuestro disco duro, eso que antes se conocía como alma, está lleno de pistas por las que nos deslizamos a la vez que nos permiten seguir el camino de vuelta a casa. Las que llegaron a nuestro interior a través del cine son muchas, tan inolvidables como a veces imprecisas. Gracias a los poderosos artilugios de memoria externa con que hoy contamos, es muy fácil recordarlas, localizarlas y revivirlas compartiéndolas. Nunca será lo mismo, pero tal vez sea nuevo. ¿Qué tal si comenzamos con un concierto a bordo? E la nave va...



(2). El pantano de las ánimas. Para empezar por el principio (o casi) en esta sección recién iniciada en FB, no tengo más remedio —ni niego que sea un placer algo ensimismado— compartir una vieja entrada de mi blog. Algunos vamos siendo ya tan remotos que hasta ciertas estancias de la Red forman parte de nuestra leyenda. Y sí, lo reconozco, con Gastón Santos y a lomos de «Rayo de Plata» empezó todo en mis tratos con el cine. Y, curiosamente, también la primera certeza de que Internet me (nos) podía cambiar la vida. Para entenderlo, leer y ver. Y viceversa.



(3). La muerte de Mikel. No diré que esta interpretación de La Otxoa en La muerte de Mikel es lo que más me ha gustado de la revisión de la película..., 33 años después de su estreno. Pero tampoco lo desmentiré. Me limito a compartirla. ¡¡Aúpa Athletic!!



(4). Rachel's song. El momento más íntimo de Blade Runner, con las notas más románticas de Vangelis. Y el amor como reconocimiento. En octubre se estrenará la segunda parte. Tan esperada como temida.



(5). El viaje a ninguna parte. «¿Quién de ustedes se atreve a decir un párrafo?» Esta frase desencadena una de las secuencias más divertidas, y a su modo también más reveladoras, del cine español. Es, sin duda, el momento culminante del drama de los últimos cómicos que nos cuenta El viaje a ninguna parte: el encontronazo entre dos mundos, la decepción inmisericorde de la realidad. Junto al inspiradísimo trabajo de los actores principales, hay que destacar la presencia de «figurantes con frase» de lujo: Carmelo Gómez, Óscar Ladoire, Tina Sainz, entre otros. Una pequeña gran joya. No por muy conocida, menos Imprescindible.



(6). Deliverance. Uno de los «duelos» de película más inolvidables no tiene lugar entre pistoleros, samuráis o boxeadores, sino entre un banjo y una guitarra. Ocurre en Deliverance, la asfixiante y extraordinaria película (1972) de John Boorman, que dura en nuestra memoria, entre otras cosas, por esta secuencia.



(7). Dreyer. Ordet. La palabra que sana incluso de la muerte. Una escena, más que mítica, sagrada. El hombre, el reloj, la niña, la familia, la muerta (... tal vez sólo en un singular estado cataléptico). Johannes el loco. Y su fe. Y el milagro de la vida. Única. Probablemente, su tiempo aún no haya llegado. Irrepetible. Y sí: es un spoiler brutal, pero ojalá sirva para estimular su conocimiento completo. No hay nada parecido —salvo algún que otro «momento Dreyer» y ciertos remedos aquí o, sobre todo, allá— en la historia del cine.



(8). Smoke. Una de mis escenas preferidas de Smoke (1995), la inolvidable película de Wang-Auster, es este diálogo de amigos en torno al álbum de fotos que el estanquero y fotógrafo Auggie Wren (Harvey Keitel) le muestra al escritor Paul Benjamin (William Hurt), al tiempo que le explica la filosofïa de su «proyecto artístico», consistente en intentar zafarse de la mezquindad del paso del tiempo dándole su propio peso a cada instante. No es difícil suponer que la situación imaginaria de ambos personajes esté reflejando la relación entre el escritor y el cineasta responsables del film. Aunque también puede ser que las similitudes de fondo sean sólo fruto de la música del azar. En todo caso, qué envidia esa complicidad entre amigos y la naturalidad de esas conversaciones en las que las personas se implican completamente. Y qué diferencia el peso de la fotografía, ahora tan banalizada, en nuestras vidas. Otra peli, ya digo, inolvidable.



(9). El Sur. En el cine de Víctor Erice me resulta difícil elegir secuencias favoritas: todo él, incluso sus cortos y mediometrajes (algunos vistos en museos), me parece tocado por la genialidad. Pero, puestos a seleccionar, me quedo con un momento de El Sur: este pasodoble de primera comunión entre padre —qué creíble la tristeza de Omero Antoniutti en su personaje dolido y reticente— e hija —una luminosa Sonsoles Aranguren, en su casi único papel, aunque ha seguido vinculada al cine desde la parte técnica. Una secuencia cuyo rodaje, según ha comentado Antoniutti, duró todo un día.
Como estamos en el mes de mayo, tradicional mes de comuniones —de la mía hizo hace bien poco 11 lustros de nada—, la magia, además de en el cine, está en el aire. Y en un recuerdo curioso: los niños de mi generación solíamos hacer la comunión el año que cumplíamos 7, que era cuando, según los cálculos de la épica de la época (aprovecho la errata), nos sobrevenía el «uso de razón». Un supuesto, a todas luces, más que fantasioso, irremediable: era preciso crecer rápido.
Del terror que podía esconderse bajo el aparente candor de esa fecha tal vez hable otro día. Incluso con el cine de por medio.

(10). La cinta blanca. Vuelve Michael Haneke a Cannes, y a mi memoria la película de entre las suyas que más impacto me produjo: La cinta blanca. Esta escena es, probablemente, la clave secreta —en sentido hermenéutica pero también "constructivo"— de la dura y lúcida indagación sobre la naturaleza del mal que el cineasta lleva a cabo con gran valentía. Reitero, además, el comentario que escribí en su día en este blog.


(Publicado inicialmente en Facebook)

martes, 4 de julio de 2017

Tuits sobre Twitter (7)


[121] La cara que se le queda a 1 cuando trepa por la escala del Twíttere y descubre que al final del hilo no hay nada, nadie.

©AJR, 2017.
[122] En cada tuit publicado son más o menos visibles las huellas de los senderos verbales que han ido quedando al margen del camino. (12/2/16)

[123] El primer lector de cada tuit es siempre el jodío enano corrector que no deja de sugerirnos los más hermosos disparates. (12/2/16)

[124] Tuit, tac, tuit, tac, tuit, tac. tuit, tac, tuit, tac... ¿Es posible que está sea también la forma de latir del corazón? (21/3/16)

[125] Y entonces me dijo: «(-:) cosas mías (-:)». (21/3/16)

[126] La redes sociales no son más que una variante de los viejos aparejos de pesca. Y también aquí, por la boca muere el pez. (1/4/16)

© @TitiriteroPRD.
[127] Que nadie se confunda ni se olvide: detrás de cada tuit suele haber un t(u)ítere. Y a veces también un t(u)itiritero. (6/4/16)

[128] (Tradicional). «... si no fuera por un tuit que le cantaba al albor. // Cayó en las redes del Feisbuk y ya nunca más trinó». (10/4/16)

[129] Los novísimos y singulares pronombres de la gramática enred@d@: yo meme conmigo, tú tuit-tuit contigo, él selfi consigo... (20/4/16)

[130] Un corral de gallinas, con cacareos viudos por todas partes y un tremendo guirigallo: eso me parece Twitter esta mañana de mayo. (2/5/16)

[131] Siempre que voy a escribir un tuit se me viene a la cabeza la parábola del sembrador. La parábola, la parabólica y la duda. (8/5/16)

[132] Todo tuit bien pensado es un iceberg. Sólo muestra una pequeña parte visible. Y siempre está a la espera de un Titanic. (26/5/16)

[133] Un soliloquio de múltiples voces en donde a menudo es incluso difícil reconocer cuál es la propia: así es Twitter, esa feria. (12/6/16)

[134] A veces, al intentar salir de Twitter, siento el mismo pánico que cuando de niño, en el Ferial, no lograba abandonar el laberinto de espejos. (12/6/16)

Tomada de aquí.
[135] Con las primeras sombras, la nube de hashtags parece una plaga de feroces vampiros en busca de tinta fresca. (12/6/16)

[136] A menudo las Redes Sociales no parecen tener otro fin que el de dar un golpe de Estado e implantar la memocracia. (12/6/16)

[137] Fórmula magistral: meta en un renglón la cantidad justa de inventiva y docena y media de palabras peladas. Enter. (4/7/16)

[138] Quienes carecemos de imaginación no tenemos más remedio que inventarnos la realidad. (9/7/16)

[139] Esto va tan deprisa deprisa, que no tardará en haber tuits que se adelanten al acontecimiento (si es que no ocurre ya). (10/7/16)

[140] [Deberían creerme si les digo que, pese a las apariencias, este tuit está en blanco para evitar la exacta redundancia.] (13/7/16)


*******Desde que me di de alta en Twitter, allá por enero de 2015, he ido dedicando algunos de mis tuits a reflexionar  y bromear sobre el propio carácter de esa red social como reflejo de mis tratos con ella. Es una sección que llamo «metatuíteres» (me hubiera gustado llamarlo «tuiterías», pero el nombre ya estaba "cogido") y que, si bien algo olvidada últimamente, todavía mantengo activa. He creído conveniente reunir y recuperar ahora, en entregas sucesivas, esos "trinos", más que nada para tenerlos a mano y disponibles en un espacio, como el del blog, que me parece menos vertiginoso y menos volátil, al menos mientras los ciberpiratas, en cualquiera de sus encarnaciones, nos den tregua. Al trasladar los textos, he aprovechado para editar algunos de ellos y hacer leves correcciones. También he añadido enlaces -generalmente, vídeos- que pueden servir para matizar o ilustrar las ocurrencias.  En todo caso, he procurado mantenerme fiel a la intención original y me he ceñido, salvo alguna excepción, al tórculo de los 140 caracteres.



miércoles, 28 de junio de 2017

Árbol arriba


La sangre es savia y sabia.
Sangre es sabia y la savia.
Es sabia la savia y sangre.
Sabia y es sangre la savia.
Y es sangre sabia la savia.
Sabia savia y es la sangre.


(Dado en son de paz y con esperanza).

martes, 27 de junio de 2017

Tuits sobre Twitter (6)

[101] Será el cambio de hora, pero no hago más que leer una y otra vez los mismos tuits. Desde el principio: Tuits dálmatas. (22/10/15)

[102] Muy pocos tuits, acaso ninguno, llegan a la meta. En su condición de cometas o títeres, les falta cuerda o siempre están pendientes de un hilo. (25/10/15)

[103] Un inicio suave, lenta aceleración sin derrapar, una patadita a tiempo y rush final con algo de broma: eso es un tuit. (29/10/15)

[104] Y la mezcla de asombro y de pereza, sin excluir el estupor, cuando algo comienza a ser tendencia en Twitter. Vida fugaz. (15/11/15)

[105] Entre las cosas agradables que le debemos a Twitter destaca la eufórica sensación de ir siempre muy por delante del telediario. (15/11/15)

[106] #DebateEn140. ¿Una nueva forma de debatir? Puede ser. Pero quizás haya que ir pensando en cambiar el significado de "debatir". (26/11/15)

[107] #DebateEn140. Por lógica de espejo, cada intervención no debería durar más de 140 golpes de voz o 14 segundos, más o menos. (26/11/15)

[108] #DebateEn140. Dice un viejo refrán, ya casi incomprensible pero aún lógico, que «no se puede estar en la procesión y repicando». (26/11/15)

[109] Principio rimbaudiano de Twitter: «Il faut être absolutement... Voyou!» (26/11/15)

[110] Las redes sociales, con sus corro de fantasmas audaces y su silencio ensordecedor... (26/11/15)

[111] Cada vez que me paseo por Twitter me asalta un mismo pensamiento: «No hay neuronas pa' tanto. Ni tantas neuronas». (6/12/15)

[112] Y si un pensamiento te asalta, ¿qué otra cosa puedes hacer más que rendirte? (6/12/15)

[113] Medio centenar de seguidores ciertamente no es mucho. Pero puedo decir que los conozco a todos. Viejos usos nuevos. (6/12/15)

[114] Twitter, como un carrusel loco, no para nunca. Menos mal que la mayor parte del tiempo no estamos aquí para comprobarlo. (9/12/15) 

[115] Y la gente que se pasa la vida en la redes sociales, ¿cuando vive? (6/1/16)

[116] Esta herramienta, como apero poético, tiene la virtud de la instantaneidad. Que es, precisamente, su mayor defecto. (6/1/16)

[117] Y aquí seguimos esperando que la realidad cuántica, con su nueva lógica, nos libre del principio de no contradicción y tercio excluso. (6/1/16)

[118] Aunque ya la poesía y sus oxímoros nos ha permitido ver el fondo continuo sobre el que discure la realidad sin orillas.(6/1/16)

[119] El alma de Bowie es un bluebird. También el ave de Twitter. (6/1/16)

[120] No deberíamos olvidar nunca que en cualquier frase, por banal que parezca, puede estar escondida una serpiente. (4/2/16)

******Desde que me di de alta en Twitter, allá por enero de 2015, he ido dedicando algunos de mis tuits a reflexionar  y bromear sobre el propio carácter de esa red social como reflejo de mis tratos con ella. Es una sección que llamo «metatuíteres» (me hubiera gustado llamarlo «tuiterías», pero el nombre ya estaba "cogido") y que, si bien algo olvidada últimamente, todavía mantengo activa. He creído conveniente reunir y recuperar ahora, en entregas sucesivas, estos "trinos", más que nada para tenerlos a mano y disponibles en un espacio, como el del blog, que me parece menos vertiginoso y volátil, al menos mientras los ciberpiratas, en cualquiera de sus encarnaciones, nos den tregua. Al trasladar los textos, he aprovechado para editar algunos de ellos y hacer leves correcciones. También he añadido enlaces —generalmente, vídeos— que pueden servir para matizar o ilustrar las ocurrencias.  En todo caso, he procurado mantenerme fiel a la intención original y me he ceñido, salvo alguna excepción, al tórculo de los 140 caracteres.


sábado, 24 de junio de 2017

Agua nueva



San Juan, que toca a fuego
y salta junto al agua.
Para que ardan los días
y la sed no se pierda.
El corro de los ojos
asomados al brillo
de la luz fugitiva
y las dulces costumbres.
El cuenco donde vibran,
en medio de la noche,
partículas que aguardan
el milagro del alba.
Y saber que es preciso,
 entre hierbas y pétalos,
morir en cada gota,
arder en cada llama.
Ritos que, como lienzos
que envuelven la memoria,
son surcos del deseo,
vieja sabiduría:
la mano de mi madre
viene, remueve el agua
y veo su sonrisa
meciéndose en las olas.



Qué fuerza tienen los símbolos y los ritos de la Noche de San Juan. 
Son capaces de imponerse sobre la indolencia, la tristeza, el desasosiego o los estados de ánimo tendentes a la planicie mental.
Por no hablar de los calores precoces y traidoramente sobrevenidos. 
Ni de otras trampas escondidas en los caminos del día, como fieras rugientes en medio de la maleza. Por no hablar..., en general.

De los muy variados ritos con que se celebra esta noche mágica, sin despreciar los del fuego y su poder en verdad hechizante y purificador, prefiero la sencillez del agua nueva, una tradición que aprendí de mi madre, Generosa, y que ella, a su vez, aprendió de la suya, Josefa. 
Provistos de algunas hierbas sencillas y unos pocos pétalos de flores comunes, incluso sólo con la desnudez de los deseos y la caricia de la costumbre, basta con poner un cuenco con agua al oreo de la noche para lavarnos con ella –ojos, sienes, labios– a la mañana siguiente. 
Y  hasta puede beberse, si fuera menester.

Imágenes: Sol mayor en el Mar Menor y Cunca de Josefa.
©AJR, 2017