domingo, 24 de septiembre de 2017

Payasos

La palabra «payaso» es capaz de suscitarme vivos recuerdos de muchas etapas de mi vida. Y no sólo, ni acaso principalmente, de la infancia. Hace ya unos años, dentro de las publicaciones de Territorio Editorial, un sello editor que creamos cuatro amigos y que tuvo una corta pero ilusionada vida, apareció esta especie de diccionario de los payasos españoles donde se reunían historias muy divertidas y, en lo que consigo recordar, quizás con más peso de las lágrimas en el balance que proponía su título. Revolviendo estantes, hoy me he encontrado con él e inevitablemente he pensado, además de en algunos queridos amigos  a los que hace tiempo que ya no oigo reír, en la permanente actualidad de una frase que le leí a Max en uno de sus geniales trampantojos. La cito de memoria: «No hemos superado aún el tiempo de los muertos vivientes y ya estamos instalados en la época de los payasos siniestros».

© Territorio Editorial.

viernes, 22 de septiembre de 2017

lunes, 18 de septiembre de 2017

Semana names

Resultado de imagen de Nube de días

A LUNES  ACASO SACASE NULA
A MARTES ROTO MI MOTOR SE TRAMA
SONÉ MIÉRCOLES Y SE LO CREÍ MENOS
REI JUEVES Y SE VE UJIER
A LETRA CID NI VIERNES OSEN REIVINDICÁRTELA
SÁBADO DABAS
A DOMINGO, GOG, NI MODA



(AJR, 5:21; 7:25; 7:27; 6:19; 7:37; 2:11; 5:17  
Palíndromos ilustrados, LXVII, LXVIII, LIX, LXX, LXXI, LXXII, LXXIII)


miércoles, 13 de septiembre de 2017

Otro que tal baila


El soneto no sabe que es soneto
hasta que no culmina la faena.
Tal vez por eso esté su cárcel llena
de gente en fuga. Igual que está repleto
de orines de oro usado su esqueleto,
la pesada osamenta de la pena 
que arrastra, con rüidos de cadena,
por la empedrada senda del respeto.
Pero no te confíes. De esta extraña,
laboriosa manera de cantarle 
al amor, a la vida y a la muerte,
no está ya dicho todo. Es una suerte
que en un soneto aún quepa algo que darle
a nuestra vieja lengua, tan huraña.


Fotografía: 14 tramos en la cúpula del Reichstag, Berlín
© AJR, enero 2008.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Brooklyn y Bruklin



El puente de Brooklyn. Foto de Ana Nance publicada en El País. 
(Lecturas en voz alta 📝9). Me ha gustado este reportaje del poeta Óscar Curieses sobre el Nueva York de Paul Auster porque lo centra de forma muy marcada en los escenarios de las películas relacionadas con el escritor, y en especial en la inolvidable Smoke, una de mis favoritas, como ya he destacado en varias ocasiones
El itinerario, además, me ha resultado muy familiar no tanto por los vagos recuerdos de las obras de Auster, del que fui devoto lector durante un par de décadas —a lo mejor me animo ahora, con la cuenta atrás, y vuelvo— como por mi experiencia reciente de frecuentador de los excelentes diarios del poeta y profesor Hilario Barrero, en los que muchos de esos mismos espacios comparecen a menudo, a pie de calle o a vista de terraza, sin olvidar los frecuentes y bien aprovechados viajes en metro o la muy exquisita y bien comentada banda sonora. 
Son ya varios cientos de páginas repletas de escenas callejeras o domésticas, y también –y muy importantes– de estancias interiores, siempre bien encuadradas y mejor descritas gracias a una forma muy sensible, minuciosa y solidaria de mirar el mundo. Algo que, por otro lado —que viene a ser el mismo—, conocen también los muchos seguidores que Hilario tiene en Facebook, entre los que me cuento desde el minuto 1 —literal— de mi presencia en la más populosa de las redes sociales. 
Lo cierto es que gracias a esos diarios y a esos muros, desde hace ya unos cuantos meses, el Nueva York de Auster es para mí, más que nada, el territorio del «arcipreste de Bruklin», como HB alguna vez, con gracia y propiedad, ha sido llamado. Un espacio ameno, cordial, lleno de sensibilidad y perspicacia, y convertido ya en una extensión imprescindible de la buena prosa y poesía españolas.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Regreso sin ida

De nuevo en la corriente
de la vida que sigue
fluyendo y nunca vuelve
sobre sus propios pasos.
Palabras por sorpresa
para cerrar los ojos
de las fieras, los ojos
que no descansan nunca.
Y de nuevo el embrujo
de la mañana, el humo,
la lejanía, el polvo.
Y la cinta de seda
de la noche que vuelve
sobre mis propios pasos.

(Sobre la línea en sombra
del horizonte flota
el cadáver del cielo.)

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