En mi caso, apuntaré dos: no es casual que en una serie de ambientación taurina la acción se inicie y esté asociada a Talavera de la Reina, en cuya cuasisagrada plaza de toros de La Caprichosa, un 16 de mayo de 1920, “el torito Bailaor a José le dio la muerte”, siendo José, como es sabido, José Gómez Joselito, de la dinastía del Gallo. Y también ha de tener algún de tipo de filiación no meramente azarosa la mención, como al tresbolillo pero recalcada, del “Chino Cudeiro”, un personaje copiado del natural que se inventaron Herrera y Coll en el memorable Humor amarillo, aquel crisol de ocurrencias y visiones esperpénticas —y este es también el tronco madre— del que La suerte, a su serendípico modo, viene a ser una afortunada prolongación. Y si no me creen, vayan, vean y compruébenlo por ustedes/vosotros mismos.
viernes, 17 de octubre de 2025
«La suerte», una serie con fortuna
(En voz alta). Y junto a La última llamada permítanme recomendarles también La suerte: Una serie de casualidades, tal vez el producto fílmico (!) que más feliz me ha hecho en al menos las seis últimas semanas. Una comedia fresca, vibrante, inteligente, perfectamente enraizada en la tradición del humor hispano tendente al absurdo, y en el subgénero feraz de las películas ambientadas en el fenómeno táurico-taurino; fruto no casual de la "veta (o tono) Azcona” que mejores diálogos ha proporcionado a nuestro cine, y perfectamente construida y manejada en su propósito de torear con todo tipo de recursos el morlaco de la polarización —la vieja inquina de las dos Españas, tan coñazo— sin facer sangre pero, si bien se mira, sin dejar títere con cabeza. 
La serie, en lo interpretativo, es sobre todo un festival coral que vuelve a poner de manifiesto la riqueza de secundarios que caracteriza la dramaturgia española. Pero es también un duelo interpretativo de altura entre Óscar Jaenada y Ricardo Gómez, metidos ambos con absoluta convicción en dos psiques antagónicas cuya extraña conexión es quizás la clave de todo el asunto. 
Y luego están los mil y un detalles, los hallazgos simbólicos, las pistas surrealistas que no dejan de cacarear 
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