![](https://scontent-mad1-1.xx.fbcdn.net/v/t39.30808-6/242245018_1220876395097412_7352420421152135598_n.jpg?_nc_cat=106&ccb=1-5&_nc_sid=730e14&_nc_ohc=VHUmQBBG7EsAX9Y9tqZ&_nc_ht=scontent-mad1-1.xx&oh=8dd88574f621502cf919fdddc1f806a5&oe=61707C72) |
Rosa Bonheur: Cabeza de un burro (s. XIX). |
Sentía los ojos inquietos del Enano escrutando el movimiento de su dedo sobre la pantalla y en la frente casi le golpeaba el espeso vaho brotado de sus belfos, mientras lo imaginaba dándole vueltas sin parar a aquella frase capicúa que tanto podía ser una amenaza como una mera constatación. Errar y andar errado. Narrar y ser narrado. Nadan y narran, narran y nadan. Aquello parecía una noria. Y ya se sabe: donde hay noria siempre cabe la posibilidad de que se aloje un súcubo. Pues, como acuñó Carbajo (quede bien claro el (c) y hasta si fuere necesario la (R) marca registrada): Onagro rabilargo logra libar órgano. Pese a todo, tras una respiración honda, pudo recuperar sus fuerzas y sobreponerse a sus temores y, avanzando con decisión por el teclado, estaba decidido a llegar hasta el final. ¿Lo conseguiría? Sólo necesitaba un punto de fuga. Y algo de suerte.
(LUN, 985, “nanódromos y más”).
No hay comentarios:
Publicar un comentario