Del poema en cuestión puede que lo primero fuera el título. Y quizás también lo último. El soneto heterodoxo, con bulto y figuración suficientes para ser reconocido como tal, se fue escribiendo en respuesta a no sé qué impulso emocional —supongo que un retazo de pensamiento meditativo, escorado hacia la ensoñación— al tiempo que su forma, una mezcla consciente de rimas irregulares pero bien perceptibles y organizadas con movimientos o saltos de caballo sobre el tablero o partitura, se iba configurando como el verdadero fondo (inexcusable) para crear la sensación de lo que, aún siendo lo que nos consuela y nos da sentido (si es que alguno), finalmente se impone por su propio carácter incompleto, fragmentado, fragmentario: una ráfaga de “música quebrada”, misma/mente. Mais qui dira les torts de la Rime? Ah, y la aldaba de la foto. Que también percute.
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