(Para Sagrario, 
                                                   esta canción XLI
                                       en su cumpleaños LXIV)
Me he acercado hasta el mar de las palabras
por ver si entre los signos del naufragio
aparecía por fin la que te nombra
más allá de los nombres y los gestos 
que anuncian tu presencia: la alegría, 
con su cuerpo de ola intermitente,
y los ojos en par de la ternura
abiertos en un sueño compartido.
He ido orilla adelante levantando 
la piel del agua con el filo rojo
del sol poniente, pero solo he visto
un renglón de silencio y barro crudo.
No hay palabras capaces de volver 
sobre el rastro abolido de la arena
donde has sembrado, amor, la flor más leve:
la rosa azul que deletrea el mar. 

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