El yo es un cadalso donde muere el verdugo.
La nada no nos salva ni nos condena a nada.
Nadamos en la noche como cuerpos en sombras.
Solo cuando te encuentro me deslumbra la vida.
Pero no estoy dormido ni esto es un sueño solo.
La luz nace y se apaga y vuelve el sol de nuevo.
Sé que son claros síntomas de un canto interminable.
Raudos gestos sonoros que rompen el silencio.
Pero que no lo rompen porque siempre regresan.
A la quietud del fondo, la vibración del agua.
El yo es una piedra lanzada por un niño
que luego mira absorto los círculos concéntricos.
(De La noche sin excusa)
Rotundo en cada verso, luminoso en toda su estatura. Ajustados alejandrinos que invitan a volver.
ResponderEliminarY ese título, "La noche sin excusa", me encanta.
Fuerte abrazo.
Muchas gracias, Antonio. A ver si soy capaz de darle continuidad a tu generoso encantamiento. Otro abrazo grande.
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