Buscando
en los estantes superiores
un ejemplar valioso de Otra casa,
me
sale al paso un libro de Juaristi
y
una nube de polvo volandero.
Las
pavesas de polvo son semillas
de
algodón ya maduro y caen al piso
con
un pulso de luz deshilachada.
Polvo
y libros: curiosa conjunción,
ceniza encuadernada de la hoguera del tiempo,
imagen
elocuente de tanta vana gloria.
Somos
carne y palabras. Y habrá un día
en
que hasta nuestros sueños serán polvo.
¿Qué queda que dé cuenta en cada cosa?
Imagen de autor desconocido, tomada de aquí.
¿Qué nos queda después de tanta lucha? Decía mi paisano Nicolás del Hierro. Pero el asunto es aún más amplio. ceniza, polvo. Y me parece que no enamorado. Vanidades y sueños son viejos conocidos. Buen poema, Alfredo.
ResponderEliminarGracias, Paco. Me alegra leerte (y no sólo acá).
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