(En homenaje a John Berger, 1926-2017)
Pues todos descubrimos,
donde acampa la muerte,
una escalera neutra.
Hay quien dice que sube
y otros hablan
de un descenso infinito.
Lo probable
es que fluya por dentro de los hombres
un viento encadenado,
una especie de halcón
con blanquísimas alas de paloma.
Que por eso vivamos.
(«Donde acampa la muerte», fragmento. Esquinas del destierro, 1976)
Escanos na corredoira de Santo Estevo a Paradela, en Nogueria de Ramuìn, Ourense.
Foto © AJR, 2016.
Bien rescatado, Alfredo, este luminoso texto de un libro donde la luz habita.
ResponderEliminarDescanse en paz el poeta.
Un abrazo.
Un abrazo, Antonio. Y muchas gracias.
ResponderEliminarApasionante y lúcido Berger.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Alfredo, y Venturoso 2017.
Gracias, Virgi. Lo mismo te deseo. Y coincido en tu aprecio del escritor, un verdadero artista que además nos enseñó a mirar, un aprendizaje cada vez más necesario y que tú también y tan bien practicas. Un beso, amiga.
ResponderEliminarPotente texto. Con sorprendente y radical fuerza.
ResponderEliminarGracias, Carlos. Generosas palabras para este fragmento de un poema juvenil.
ResponderEliminarSiga joven, Alfredo. Sin abusar, si escribe así.
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