Los tiempos políticos giran tan deprisa, deprisa que quizás ya nadie se acuerde de aquella época en la que el laborista Tony Blair, surgido en el Reino Unido que había sido amoldado a imagen y semejanza de la señora Thatcher (otro animal casi prehistórico), fue considerado como la gran esperanza de lo que entonces se llamó la tercera vía: una suerte de camino intermedio entre el socialismo imposible y el liberalismo impenitente, que fue recibido como la acuñación británica de la socialdemocracia con la difícil tarea de reconstruir la sociedad del bienestar sacrificada por la Dama de Hierro en aras de la reconversión industrial.
Blair consiguió dar el pego durante algunos años y suscitó no pocas esperanzas, aunque también, desde muy pronto, tuvo la facultad de causar profundas irritaciones entre quienes, en apariencia al menos, podrían considerarse como sus aliados naturales. Tal es el caso del por entonces ministro Bono, peculiar político socialista al que las camáras sorprendieron en su escaño dedicándole un sonoro epíteto con con todo afecto.
Blair quizás tuviera su máximo momento de gloria en la gestión política que hizo de la muerte de Diana de Gales, trágico episodio durante el que, tal como reflejó con bastante exactitud la película The Queen, logró sacar a la Corona británica de su secular ensimismamiento e hizo reaccionar a la reina Isabel frente al peligro de lo que podría haber sido una desafección popular de incalculables consecuencias... Pero ese crédito no tardó en dilapidarlo y lo destruyó por completo, probablemente, cuando, en marzo de 2003 y junto con el presidente español José María Aznar, decidió apoyar al presidente George Bush Jr en su ataque a Irák, bajo la excusa de unas nunca encontradas (ni existentes) armas de destrucciòn masiva.
En la imagen, Tony Blair durante su conferencia en las Jornadas sobre Sostenibilidad y Automóvil organizadas por la Fundación Barreiroe, en 2008.
En la imagen, Tony Blair durante su conferencia en las Jornadas sobre Sostenibilidad y Automóvil organizadas por la Fundación Barreiroe, en 2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario