Con tan sólo decir: «música oculta»,
salen como de un gong horas sonando
contra el fragor del día por ver cuándo
hiere a la aurora la hora más inculta.
Y poco más que carne aún insepulta
quedará vivo si se va secando
al aire y sus secuelas el nefando
circunloquio de tanta voz estulta.
Ya sólo letanías o rarezas,
fervores que se visten de antiguallas,
se escuchan a las puertas del Congreso.
La Realidad murió con los canallas.
Y tú, votante insomne que aún le rezas,
la ves hundirse por su propio peso.
Fotografía de autor no identificado. Tomada de
aquí.
Gongorino soneto, preciso y oportuno. A verlas venir estamos, casi sin horas, casi sin esperanza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pasa el tiempo y lo que creíamos podría cambiar, sigue inamovible. O quizás peor.
ResponderEliminarUn beso (con poca esperanza)
Gracias, amigos. Seguiremos atentos, de todos modos, a ver si el gong en algún momento anuncia una buena hora. Abrazo y beso.
ResponderEliminarEs de suponer que, como viene siendo habitual, el gong sonará a la hora de comer, en el último minuto y antes de que se enfríe la sopa boba. Mientras tanto, como bien dices, voces estultas. ¡Qué hastío!
ResponderEliminarComo vayamos a elecciones estará justificada la tremenda abstención que se producirá.
ResponderEliminarLos votantes del PP no se abstienen ni se desencantan. Así que, todos a las urnas.
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