Los ojos miran los ojos del espejo
y alguien lo observa en silencio.
¿De quién son esos ojos? No
los ojos que se ven en el espejo.
Ni tampoco los ojos que miran a esos ojos.
Los ojos del que observa
en silencio.
El dueño del secreto.
(Le llamaban Trinidad)
Imagen superior: panel de la exposición «Microvida. Más allá del ojo humano»,
de Rubén Duro.
Inquietante y misterioso texto en torno al "yo", al "tú" y al "él", es decir "al uno múltiple" que cada uno somos. Pregunta acaso sin respuesta, misterio permanente que quizá sea sostén para continuar caminando y haciéndose preguntas. No sé...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
O para recordar, también, aquella alegría grande de «vivir en los pronombres», que decía Salinas. Otro abrazo grande.
ResponderEliminarMe parece que la alegría de Salinas, más que "grande", era "alta". Que parece igual, pero no es lo mismo. Frente a extensión, elevación. Mucho más apropiado. Y, sobre todo, exacto. Más abrazos.
ResponderEliminarMisterio y sorpresa. Genial.
ResponderEliminarMuchas gracias, Nando. Cosas que pasan (por la cabeza) al asomarse al espejo.
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