miércoles, 28 de febrero de 2018

Neandertales o la sombra de Caín

Reconstrucción de un neandertal en el Museo de Historia Natural de Londres.
Reconstrucción de un neandertal en el Museo de Historia Natural de Londres.
Lecturas en voz alta, 60). Cada vez sabemos más cosas de nuestros primos neandertales. Y algunas, como este descubrimiento de sus facultades artísticas, vuelven también cada vez más misteriosa e intrigante su extinción. O la apariencia de tal, que ahora parece abrirse paso la hipótesis de que entre ellos y el homo sapiens pudo haber algo más que una mera coincidencia en el tiempo. Y que algo de neandertales puede que tengamos todos, y a mucha honra.
Dice uno de los investigadores citados en el reportaje que este descubrimiento supone el desmentido del relato del Génesis sobre los orígenes de la humanidad. Al margen de lo extraño, en términos estrictamente científicos, de esa afirmación (creíamos que hace ya mucho que el relato bíblico no se leía como un texto histórico), no deja de ser curioso que la relación Neandertal–Sapiens, tal como algunos paleoantropólogos la contemplan, tenga ecos bastante significativos de uno de los mitos genesíacos de mayor arraigo y perduración: el conflicto fratricida entre Caín y Abel. ¿No habrá en el trasfondo de ese relato, adánico y edénico, una cristalización simbólica de la memoria de una especie que no dudó en prescindir de otra para cultivar su propio medro?
Tal vez el Abel neandertal fuera abatido, no sabemos si voluntaria o solo colateralmente, por la quijada-arado del cainita Sapiens, que inmediatamente después lanzaría hacia el cielo su arma vital con el mismo gesto y similares resultados a los que Kubrick tan bien retrató en la famosa secuencia final de la primera parte de 2001: una odisea del espacio.
Poderosas sugerencias del amanecer del hombre. Y la mujer, que naturalmente ya estaba allí.

martes, 27 de febrero de 2018

Apocalipsis 25 (completo)

La imagen puede contener: una o varias personas
Día primero. Todos los días ocurre el fin de un mundo. Hoy ha sido por la noche.
Día segundo. Hemos aprendido a hacer fuego.
Día tercero. En el pozo estaba escondida el arca de la alianza.
Día cuarto. Él quiere ser el jefe. Ella lo mira con indiferencia.
Día quinto. No matarás.
Día Sexto. De todo y de lo que casi ya no quedaba. Pero Sexto no me lo devolvió.
Día séptimo. Ya estamos otra vez como al principio: sedientos.
Día octavo. Hay señales de que no va a venir.
Día noveno. Hemos subido al monte.
Día décimo. No queda nada de cuanto conocimos.
Día undécimo. Al dormir, oíamos el lejano rumor de la piedra perdida en el fondo del pozo.
Día duodécimo. Hemos podido poner el transmisor en línea con los astros.
Día decimotercero. El problema es que nadie nos cree.
Día decimocuarto. Han venido muchos, de todas partes.
Día decimoquinto. No hay sitio para todos.
Día decimosexto. Hemos tenido que echarlo a suertes.
Día decimoséptimo. Por fin pudimos cerrar la escotilla.
Día decimoctavo. Nos esforzamos en mantener el orden, hacer ejercicio, distribuir los papeles.
Día decimonoveno. No, no y no.
Día vigésimo. Han intentado asaltar la nave. Hemos conseguido que no entraran.
Día vigésimo primero. Falta una instrucción clave. El libro está incompleto.
Día vigésimo segundo. Blanca se lo había aprendido de memoria. ¡Funciona!
Día vigésimo tercero. Hoy haremos el último ensayo.
Día vigésimo cuarto. Estamos a punto de abandonar la atmósfera.
La hora 25. Comienza otra función.

lunes, 26 de febrero de 2018

Sílex

La imagen puede contener: noche
Museo de Escultura al Aire Libre, Madrid. ©AJR,2018.

Nadie frecuenta en tu silencio apenas
las libres veleidades del silencio
ni nadie sabe que el silencio cruje
cuando lo llamas y en silencio queda.

Es casi todo en el silencio un salto
del vacío al vacío entre silencios
y no por repartir silencio calla
lo que en silencio siempre borbotea.

Y también puedes al silencio darle
con tu silencio un vuelco que descubra
lo que el silencio esconde en el silencio.

Que no es más que un silencio agazapado,
un minúsculo nido de silencio
donde el silencio duerme. ¿No lo oyes?

jueves, 22 de febrero de 2018

Forges, snif, snif



(Visiones en voz alta, 🌄39). Supongo que este mítico (ya sí) vídeo, junto a otros de la misma época y con similares protagonistas, estarán siendo repicados hoy a diestro y siniestro hasta formar parte de la banda sonora del triste día en curso. Fue más o menos por ese año de 1976, tal vez un año antes, en el Johnny, que él frecuentaba, o fugazmente en algún rincón del diario «Informaciones» (cuyos suplementos literarios yo coleccionaba con devoción), cuando entré en contacto con los peculiares monigotes de Forges, narigudos y gafotas, de trazo y formas amablemente redondeadas, y parlanchines ya de un lenguaje en el que no tardamos en encontrar una fuente de inspiración sin pausa de una manera traviesa, retóricamente aviesa e ingeniosamente atinada de codificar, ¡Gensanta!, el mundo. Y hasta hoy. En fin... habría tanto que contar... Pero iré de Forges a Borges, parodiando que es gerundio y con un brindis agradecido al maestro por tanta felicidad: «A mí se me hace cuento que se haya muerto el Forges:/ se habrá ido a pintarle las nubes al Gran Borde...» Buen viaje, don Antonio.

Posdata: La memoria juega malas pasadas. O simplemente desbarra a su manera. Repasando dibujos del maestro, me he topado con algunas portadas de Hermano Lobo, del año 1972, que seguramente conocí en su momento. Tirando de ese hilo, he caído en la cuenta de que Forges ya era un personaje bien conocido y sus chistes objeto de conversación con mis compañeros agustinos de El Escorial, donde estuve en los años 71 y 72. Ya por entonces su peculiar lenguaje empezaba a ser imitado por quienes siempre hemos tenido afición a inventar «palabros», o incluso «idiomos batiburrillos» completos, con mezclas de las más variadas procedencias. Aún recuerdo algún ejemplo del la jerga que empleábamos en Salamanca, allá por los finales de la década de los sesenta (aunque pueda parecer mentira, ya había mundo): «(Be)Nit nisán nit, cárcar, andand tutu la nui, mantalmentón, per tutus lasesqueins, acechanz, acechanz...» Imposible hacer traducción alguna. 



Imagen relacionada
Así despidió Forges a Mingote en 2012..

martes, 20 de febrero de 2018

Parque

No hay texto alternativo automático disponible.
Grafiti en el Parque Sin Nombre. Foto ©AJR,2018
(Al paso, 🐾🐕25). El Parque Sin Nombre, encajonado entre las calles Nieremberg y Pantoja, es uno de esos lugares algo insulsos y en el fondo sorprendentes que uno se encuentra en espacios ganados a la avaricia urbanística. No es especialmente hermoso ni acaso tenga más valor que su cercanía. Suele (o solía) ser frecuentado por currelantes, que aprovechan los dos o tres bancos que allí hay para tomarse una pausa al aire libre y dar cuenta de sus tarteras. O por parejas y grupos de jóvenes que hacen tertulia mientras se fuman unos joints (no sé si la palabra está aún vigente: debe de hacer media vida que no la utilizo; la aprendí de mi amigo Hari). Hacía tiempo que no pasaba por allí. Pero como es un lugar que durante algunos años frecuenté con Pancho, mi perro, que hoy hubiera cumplido 17 años (murió hace uno y medio), esta mañana al volver de un recado decidí dar un rodeo y fui a visitarlo. El lugar sigue más o menos igual, tal vez un poco más abandonado, y estaba completamente vacío. La mayor novedad es que han proliferado hasta extremos casi insidiosos no tanto los grafitis (que no me suelen desagradar) como esos pintarrajeos horribles que a menudo ensucian de manera tan tosca como abusiva las esquinas de nuestras ciudades. Sin embargo, en medio de la mugre, como una excepción que fuera a la vez un imán, he visto uno de esos pequeños y expresivos dibujos o grafismos modelados que, como pistas de no sé sabe bien qué mapa o código secreto, de cuando en cuando nos salen al paso en las paredes más insospechadas. Es este que aquí muestro. Al verlo, lo he interpretado como un homenaje al viejo amigo ladrador, y he sentido que de un modo sencillo y a la vez maravilloso el paseo había sido una opción afortunada. Y me lo he tomado —qué remedio pero también qué menos— como un síntoma de eso que, a falta de otro nombre más preciso, llamamos buena suerte. Que así sea. (Y, ah, amigo Pancho, felicidades).

lunes, 19 de febrero de 2018

Vértices

Resultado de imagen de Lluvia de neutrinos + ruinas mayas
El universo y sus constelaciones, incluidas las mayas.
(Lecturas en voz alta, 58a). A poco que uno sienta curiosidad por aspectos del mundo que vayan más allá de la política, las pugnas deportivas, la realidad apantallada o el particular ónfalos redundante, hay que reconocer que vivir es una fiesta en la que de continuo estamos invitados a participar en realidades sorprendentes. Como lo son estos descubrimientos de arqueologías milenarias que, de un solo pero bien fundamentado vistazo, son capaces de asomarnos a toda una rama (otra más) de la literatura fantástica en su versión de mitos fundacionales que ayudan a comprender las raíces más profundas de lo que somos. Y también de dónde venimos, si pensamos, por ejemplo, en las informaciones que dan cuenta de uno de los proyectos físicos más punteros: el Experimento de Neutrinos Subterráneo Profundo, una de cuyas peculiaridades —y quiero pensar que no menor— es el afortunado hecho que por sus siglas en inglés lleve el nombre de DUNE, esa memoria.

Con estas lecturas compartidas, además de dar cuenta de cosas que me salen al paso y cuya difusión juzgo interesante, trato también de establecer mi propio itinerario de pistas fácilmente localizables en la tablilla mágica del iPhone, a fin de tenerlas a mano en la próxima «conexión». Era mi intención esta vez enlazar el sencillo pero preciso artículo que Bruno Martín, desde Chicago, escribe sobre la última y quién sabe si definitiva trampa para cazar neutrinos, pero en el tránsito se me cruzó la otra información, de modo que al final he decidido sumar las dos (véase la entrega siguiente), entre otras cosas porque creo firmemente que hay una secreta (o no tanto) red que las une. Al fin y al cabo, el rostro de Maya tiene todos los rostros y a Dune se llega por mil y un caminos.

sábado, 17 de febrero de 2018

Espejo

Uno se sueña don Quijote.
Y luego, si despierta y hay suerte,
saluda a Sancho en el espejo.

Uno se sueña Don Quijote. Y luego, si despierta y hay suerte, saluda en el espejo a Sancho.

Uno se sueña Don Quijote. Y luego, si despierta y hay suerte, saluda en el espejo a Sancho.