viernes, 24 de junio de 2011

Compañero Peter Falk


No es difícil suponer que Colombo, el destartalado y perspicaz detective al que dio vida eterna (al menos mientras la imagen dure) el actor Peter Falk, al conocer la noticia de la muerte de éste, se habrá dado la vuelta desde la puerta del fondo y, sin salirse de los estrictos límites de su gabardina, habrá clavado sus ojos listos y benevolentes en un lugar indefinido de la escena para volver a decirlo: «Solo una cosa más…»

Esta vez, sin embargo, el caso estará cerrado y no habrá ninguna vuelta de tuerca que permita resolver el enigma.

O quizás sí.

Quizás, en la siguiente escena, en la mente perdida de Peter Falk se hayan ido abriendo paso los recuerdos del ángel imaginario que un día fue y, en un Berlín celestial y en ruinas,  volverá a contarle al ángel que aún es Damiel (Bruno Ganz), ya herido por el deseo, algunas experiencias sencillas y gratificantes del hecho de ser hombre. Un diálogo que, de tan real, parece imaginario. Y viceversa. (Incluso en italiano.)

Descanse en paz el actor que produjo tantas horas de felicidad y a través del cual era tan fácil percibir que la condición humana puede inspirar una infinita ternura.

Imagen, Peter Falk como Colombo. Tomada de AllPosters



jueves, 23 de junio de 2011

Canción del agua nueva de San Juan


Agua limpia de San Juan,
todo viene y todo va.
Pero las penas se quedan
en el camino de piedra.

Agua de la mañanita
alegre del día más largo.
Agua que toda la noche
han estado vigilando
las hadas blancas del bosque
y el señor de los castaños.

Agua fresca de San Juan,
todo viene y todo va.
Pero las penas se quedan
junto al río, entre la niebla.

Agua lustral, sanadora
de todos los sueños malos.
Agua en la que el sol refleja
recién nacido su alado
resplandor. Agua secreta
que durará todo el año.

Agua nueva de San Juan,
todo viene y todo va.
Pero queda una gran pena:
quien la canción me enseñara
              ya no está.

Imagen superior, Amanecer en Entre Ríos. © Luis Niez.



lunes, 20 de junio de 2011

Armas del 15-M

De igual modo que las envolventes notas del Himno a la alegría van abriéndose paso en el cuarto movimiento de la Novena sinfonía de Beethoven, hasta lograr imponer la melodía y el mensaje rotundo de la canción, el movimiento del 15-M, también llamado de los indignados pero no carente de buen humor y gusto, sigue conquistando con sus gestos y acciones un significado cada vez más claro en el borrascoso panorama político y social.

Uno de los momentos más emotivos de la manifestación de hoy en la plaza de Neptuno de Madrid ha sido, precisamente,  la interpretación por parte de una orquesta formada a lo largo de las últimas semanas en el seno del 15-M de la célebre composición de Beethoven, himno de esa Unión Europea que parece tambalearse y símbolo de valores como la fraternidad y solidaridad, hoy en ella puestos en entredicho.

He podido vivir ese instante, intenso, emotivo, revelador, al pie mismo del lugar acotado donde la orquesta, integrada por un centenar de músicos, y un coro de unas pocas decenas de voces han logrado desplegar sus atriles y partituras para llevar a cabo una interpretación llena de fuerza y entusiasmo, ante el respetuoso silencio de los miles de reunidos y bajo el implacable sol de junio (eran exactamente las 15:15).

Al concluir, los músicos han alzado sus instrumentos y pentagramas al cielo, los reunidos hemos levantado nuestras manos, y todos nos hemos unido durante un buen rato en un clamor que ha llenado la plaza:  «¡Estas son nuestras armas!»

Un clamor que sin duda ha tenido que resonar entre las paredes del cercano Congreso de los Diputados.  Donde (hoy estaba vacío, pero mañana no) sería deseable, también exigible, que de una vez alguien se diera por aludido.

Por  cierto, el camino al Congreso estaba adecuadamente protegido por una triple barrera de vallas de seguridad, tras la que se alineaba una numerosa dotación de vehículos de la policía nacional. Pero, varios metros por delante de ellos y cruzando de lado a lado la entrada de la Carrera de San Jerónimo, un gran letrero compuesto por letras muy coloristas, cada una dibujada sobre una pancarta independiente, dejaba flotando en el aire una sola palabra: «R E S P E T O».


19-J en Neptuno, Madrid. Foto tomada de 20 minutos.es


viernes, 17 de junio de 2011

Eternidad, etc.

«Siendo todavía niño oí ya hablar de la vida eterna».
 (San Agustín, Confesiones, I, 11)

«…la mer alée avec le soleil…» 
(A. Rimbaud)


 Edward HopperRailroad Sunset (1929), Whitney Museum of Art.


(Tren de ida = eternidad)


Siempre cayendo
o subiendo siempre
Siempre arriba
y abajo
y siempre es siempre
Siempre luces
o sombras
siembras siempre
Ni decirlo lo agota
ni una gota lo agota
Porque siempre por qué
y por qué siempre
Si dices siempre
y siempre dice siempre
Y no se acaba
nunca siempre nunca
Nunca pero por qué
si nunca es nunca
Por más que digas nunca
no se acaba
Y nunca es siempre nunca
y siempre es nunca
Y siempre no se acaba
y nunca es siempre


jueves, 16 de junio de 2011

Bloomsday (y no)


Pese a que se lleva celebrando desde el mismo año en que nací, nunca he conseguido estar en Dublín para el Bloomsday.

Hace unos meses, la divertida y hasta emocionante lectura de Dublinesca, de Vila-Matas, potenciada por la presencia en la historia como personaje de una vieja amiga, me volvió a poner los dientes largos.

Y me hice el propósito, entonces creía que firme, de asistir este año a la fiesta que cada 16 de junio festeja al Ulysses siguiendo por las calles de la capital irlandesa las huellas y ebriedades de Leopold Bloom.

Incluso surgió un vago proyecto de viaje entre amigos y colegas, que finalmente también sucumbió bajo el peso del adjetivo.

Así que, dejando a un lado el famoso palíndromo (de mil padres) que describe un curioso camino de ida y vuelta  De Mahoma a MohameD, pero cayendo de lleno en el tópico viajero corrector de la proverbial pereza del profeta (y perdón por el rodeo), si no es posible ir a Dublín algo habrá que hacer para que Dublín, de algún modo y tal día como hoy, venga a la Posada.

Que sea con música (nada hay más alegre que el sentido del ritmo del pueblo irlandés, al que tanto deben muchos géneros musicales). Y que sea de la mano de toda una institución: The Dubliners. La canción que interpretan, Wild Rover,  es una de las más populares del folclore local. Incluso se enseña a los turistas que viajan por el país para que la canten a coro en los largos desplazamientos por la mágica y arriscada geografía de la isla.

Las pintas corren por cuenta de la casa.

(En la imagen, el pub James Joyce, en la calle de Alcalá de Madrid, otro consuelo posible para los ataques de nostalgia celta).



martes, 14 de junio de 2011

Borges XXV



El hombre que fue Borges
se le revela en sueños
al lector que ha cerrado,
no los ojos, el libro
de la noche sin fin.


[Anteayer, víspera de san Antonio de Padua, se clausuró la Feria del Libro de Madrid.  Hoy, 14 de junio, se cumplen 25 años de la supuesta muerte en Ginebra de Jorge Luis Borges.  «Mañana… ¿cuándo es mañana?», preguntan una y otra vez los emboscados .]

viernes, 10 de junio de 2011

Siempre un adiós


Noche Único Reino Posible Mientras Estamos Solos
Único Reino Posible Mientras Estamos Solos
Reino Posible Mientras Estamos Solos
Posible Mientras Estamos Solos
Mientras Estamos Solos
Estamos Solos
Solos

Somos
Estela Mínima
Mínima Presencia Real
Presencia Real Útil Negado
Real Útil Negado Somos Estela
Útil Negado Somos Estela Mínima Presencia
Negado Somos Estela Mínima Presencia Real Útil

Jorge Semprún retratado por Gorka Lejarcegi, 2001

Somos Estela Mínima Presencia Real Útil Negado
Estela Mínima Presencia Real Útil Negado
Mínima Presencia Real Útil Negado
Presencia Real Útil Negado
Real Útil Negado
Útil Negado
Negado

Noche 
Único Reino  
Reino Posible Mientras  
Posible Mientras Estamos Solos 
Mientras Estamos Solos Noche Único 
Estamos Solos Noche Único Reino Posible
Solos Noche Único Reino Posible Mientras Estamos

(Un homenaje a Jorge Semprún)