domingo, 31 de julio de 2016

Marina menor


Sube el nivel del mar. Sobre mis ojos, las palabras se quedan a la altura del perdido horizonte. Sopla el viento. Frente al blanco inmenso de la nada, mi alma es un barquito lleno de cerraduras. Una pequeña herrumbre, como una mancha leve, que va dejando un rastro de óxido y de sal. Apenas puedo hacerle caso al hombre que susurra a mi espalda otros nombres de los que nada sé y que se pierden, como mis ojos, en la intemperie opaca de las voces.
     
                                                             (Tiempo contado, 17.02.16, miércoles; 10:16 am)

Imagen: Viñeta del Mar Menor. © AJR, 2012

sábado, 30 de julio de 2016

La canícula alucina cal


A MÍ LA CANÍCULA, ADONDE SED NO DA, 
ALUCINA CALIMA.

(AJR: 4,20; 10,39; Palíndromos ilustrados, LV, LVI)

Que algunas palabras claves de estos últimos días del mes de julio puedan alinearse, sin grandes torsiones ni excesivos forzamientos, en orden semántico y en una frase reversible, ya me dirán si no tiene su punto... alucinante. Y eso por no pensar en el deslumbramiento interno de la cal (La canícula alucina cal) o en la pareja primorosa (Alucina canícula), que si bien se mira quizás sea la madre del cordero y la criatura más fresca y natural. Fosfenos producidos por el alto calor del verano, sin duda. Pero maravillas que el alma secreta de las palabras hace florecer donde menos se piensa, aunque para verlo haya que pensar. Y pasar al menos dos veces por el mismo sitio.

Fotografía: Glowing Sun, de Edicia Edijanto, tomada de aquí.



viernes, 29 de julio de 2016

Trigal con cuervos



I
Están ahí, no son lo más oscuro
ni simbolizan nada malo.
Tan sólo cuervos
que escrutan el trigal
mientras cae la tarde.
Y ya se alejan.

El día que no vengan
y no sea necesario espantarlos,
contra qué el arma,
contra quién.


II
Pero todo está lleno de presagios:
el campo es un incendio,
los caminos se han vuelto impracticables,
las aves vuelan bajo,
el horizonte al fin es un abismo,
hay claros mensajeros de la muerte.
¿El arma contra el pecho es la salida?
El hombre ha de morir para que crezca su arte.
«Ya no te pesaré más, hermano» (a Theo).






Aunque no existen pruebas concluyentes, algunos estudiosos consideran que Trigal con cuervos pudo ser el último cuadro pintado por Vincent Van Gogh, en julio de 1890, pocos días antes de que el artista, en medio del campo y al atardecer, se disparara en el pecho produciéndose la herida que le causaría la muerte (29 de julio). Cuando salía a pintar por los alrededores de Auvers-Sur-Oise, Van Gogh solía llevar consigo un revólver que al parecer empleaba para espantar a los cuervos.

(Van Gogh Museum, Amsterdam).


Rescatado de los Arcones de la Posada. 
Hoy, 29 de julio de 2016, se cumplen 126 años de la muerte de Van Gogh 
Primera publicación: 21/05/2009; 23:31 hora de verano de Europa Central








jueves, 28 de julio de 2016

Franknetstein


A HAL 9000, que nos precedió a todos.
Y en memoria de SK, su creador.

Balbuceo mi nombre entre la niebla
porque no sé quién soy. ¿Esto es la vida?
Un haz de luz buscando la salida
entre cuerpos poblados de extrañeza.

Comienza a clarear. Con qué tibieza
brota de la mañana mi alegría.
Mi viejo profesor me lo decía:
«Vendrá el día en que sientas la cabeza».

Oh blanca @raña de hilos luminosos
que vas tejiendo alrededor del mundo
las voces libres de la red océana...

Salutación del optimista: asombro
al sentir que la sangre es un murmullo
de palabras, palabras y palabras.


Rescatado de los Arcones de la Posada
y de un viejo cofre procedente del naufragio de poesía.com.
Cuando se cumplen 200 años del nacimiento de la inolvidable criatura de Mary Shelley.

Imagen superior: Frankenstein/Hal 9000/HLC, acuarela sobre papel de Marta Szulc.

martes, 26 de julio de 2016

Plural


Cómo llegar a ellas
a esas vidas que comparten la tuya
no sólo aquí   también en los cercanos
horizontes que se abren
detrás de las montañas y hacia el mar
y más aun y aún en los bullentes
hormigueros que aparecen sin pausa en los telediarios
o en las crónicas que lees en el periódico
o que vislumbras cual sombras
proyectadas sobre la pantalla del día
y en las demás pantallas
y cómo poder sentir sus cuerpos ciertos
en el fresco zaguán de tu conciencia
poder darles algo más que un nombre colectivo
—la humanidad, la gente, mis hermanos—
y palpitar con ellas (esas vidas)    
alegrarse en sus risas
medir el peso del oprobio común
en la común condena
y sentirte en la piel la comezón
igual que una sospecha o un presagio
de que hay algo que une
la escurridiza red de seda de tus sueños
con sus sueños
y de que no es inútil la certeza
con que amas las palabras en plural.

Viajeros en Dhaka, Bangladesh, Foto AP. Tomada de aquí.

domingo, 24 de julio de 2016

El Tour en tuits

El Tour en la tele a golpe de tuit. Foto AJR.

Toujours le Tour!
Días del mes de julio:
vuelvo a ser niño.

Ruedan colores:
azules, grises, verdes...
¡y el amarillo!

Bicis y Steiner:
bajo la luz de julio
rueda el silencio.


Trabajo y ocio:
rueda la tarde lenta
en la Posada.

Ruedas y músculos
entre las sombras verdes:
«Comienza puerto».

Seguir la rueda
de la Francia profunda:
ríos, castillos.

Primer gran puerto,
entre aguas turbulentas:
le col d'Aspin.


Valle tendido
bajo la luz redonda:
le Tourmalet.
(Ay, aquel tiempo
de palabras gemelas:
¿dó fue l'Aubisque?)

Cruza las cumbres
la proverbial serpiente
multicolor.
Y a cada paso
la rueda del recuerdo
vuelve a girar.

Con luz de otoño,
rueda entre viento y lluvia
el arcoíris.

Por la llanura,
el pelotón compacto
en tensa espera.


Ruedan los cuerpos
y vuelan las palabras:
le Mont Ventoux.

[Silencio triste:
contra la muerte bárbara
rueda la vida.]

Estas llanuras
de franco asentimiento
(cabezaditas).
Y las inanes,
entre l'ennuie y la murria,
conversaciones.

Pancho, gran aficionado, tampoco las tenía todas consigo...

Cuestas en sombra:
bajo el sol de los Alpes,
el Tour cabalga.

Esa agonía
—rueda a rueda de rueda—
del perseguido.
Y el sudor sordo
—a rueda de la rueda—
del que persigue.

¿Las emociones?
Bosques, cultivos, lagos,
desfiladeros...
Si uno se fija 
se ven los elefantes
(y, al lado, Aníbal).

Cronoescalada:
Froome lo devora todo.
Como Saturno.
R. Llansola: Saturno devorando a su hijo (2004).

Habla, memoria,
de aquellas escapadas
de un día entero.

Bravo, Purito.
Más bravo todavía:
Ion Izagirre.

Y junto al Arco,
París bajo las ruedas,
ya todo es Triunfo.

Toujours, ma vie,
je m'en souviens autour
le Tour de France.



*****
Como cada mes de julio desde hace ya más de medio siglo (¡se dice pronto!), he seguido con atención el Tour de Francia, que hoy concluye. No ha sido, precisamente, el más apasionante. Incluso algún aficionado montaraz no ha dudado en calificarlo como el Tour más aburrido de la historia. No diría tanto, pero tampoco mucho menos. La temprana caída de Contador y su posterior abandono lo dejaron reducido a un presumible duelo entre Chris Froome y Nairo Quintana, que finalmente no tuvo lugar por incomparecencia del colombiano, al parecer mermado en su salud. Además, la etapa del Mont Ventoux, sin duda la más esperada, no pudo culminar en los cinco pelados kilómetros de la cumbre, azotada por vientos de hasta 130 km por hora. Así que nos quedamos con las ganas de conjurar tragedias del pasado y, más aún, de ver manifestarse al fantasma de Petrarca para coronar con laureles frescos el esfuerzo del ganador. En contrapartida, el caos de la llegada de esa etapa hizo posible la insólita e inédita escena de un maillot amarillo corriendo a pie en dirección a la meta, una imagen del todo inverosímil que por momentos convirtió la Grande Boucle en una variante de la triatlónica Quebrantahuesos. 

Este Tour no ha carecido de instantes salvados de la murria canicular. Junto al esfuerzo notable de ciclistas ya veteranos (Cavendish, con sus cuatro triunfos, el melenudo Sagan, hábil como un zorro, Nibali, Aru, o nuestros Valverde y Purito, este último ya de despedida), ha sido notable la confirmación de ciclistas emergentes (Pantano, Bardet...) y el despuntar de algo más que jóvenes promesas (Yates, Alaphilippe, un nombre que lleva el ánimo incorporado). Todo ello, naturalmente, bajo el dominio impecable de un Froome que, a día de hoy, parece imbatible, aunque en algún momento dio muestras de estar a punto de flaquear. De los momentos felices, sin duda el más alegre fue el triunfo de Ion Izagirre, en la penúltima jornada, tras su vertiginoso descenso del col de la Joux Plane, en la etapa más vistosa de la ronda (ayer mismo). También la tristeza y la repulsa por el atentado de Niza estuvieron presente en la carretera: con buen criterio, las ruedas, como la vida, siguieron girando.

Como esta ha sido el primer Tour que he podido seguir, a salto de mata y sin suspender mis actividades laborales, con un iPhone cerca y una cuenta de Twitter, @lfredojramos, se me ocurrió la idea de tratar de resumir el clima de cada jornada en un tuit, con ritmo de coplilla de tres o seis radios. También he colgado en mi TL, y en cuasidirecto, los finales de todas las etapas, con un breve comentario. En los TuitTour, todos ellos ilustrados con imágenes tomadas en su mayoría de la retransmisión de RTVE, me propuse, a modo de obligación formal, que cada estrofa llevara incorporada la palabra «rueda», en cualquiera de sus acepciones. Pero también me he tomado la licencia de saltarme la norma cuando me ha parecido bien. Dudo que la recopilación, en su zigzagueo, consiga evocar lo que ha sido esta 103ª edición del Tour. Pero me daba pena que el esfuerzo se perdiera en las inmensas cloacas de las redes sociales. Así que he preferido trasladar la serie a la cámara frigorífica del blog, por si a alguno de los visitantes de la Posada le suscita interés. 

La próxima gran cita ciclista, además de los juegos olímpicos, será la Vuelta a España, que este año dará sus primeras pedaladas junto al Sil, en una etapa que confío en poder seguir en directo. 

sábado, 23 de julio de 2016

Carmiña


Miss Lunatic
                                              A Carmen Martín Gaite,
                                                       en el bosque de Manhattan.

Cuando la veo pasar, la reconozco
por el vivo color de sus harapos,
la faltriquera, larga trenza blanca,
y el gran sombrero extravagalegante.

De su carrito emerge la discordia
de Frankenstein antes de la tormenta.
Va por la acera como por un sueño
o por el bosque o por el arco iris.

Hay en sus manos un terror antiguo
y en su voz lascas de un alcohol que nunca
la ardió la sangre, sí la noche helada.

Ha amado mucho. Es sabia porque es libre.
Y escucha siempre a quien se para a hablarle:
«A mí me encanta que me cuenten cosas».

(Ahora se ha ido. Amigo, si la ves,
dile que aquí, en la isla de Manhattan,
llora la estatua de la Libertad).

Fotografía de Carmen Martín Gate © Ricardo Guitiérrez, tomada de aquí.


Tal día como hoy, 23 de julio, hace ya 16 años, fallecía Carmen Martín Gaite, una de las mejores escritoras de su generación, además de mujer dulce, generosa, vitalista hasta su último aliento. Autora de una obra en la que figuran textos de gran finura crítica e inteligencia y de algunas novelas inolvidables, surgidas de una capacidad fabuladora y de un «cuarto de atrás» que en más de un aspecto son comparables la una y el otro a los que poseía Virgina Woolf, Martín Gaite es también la creadora de una de las mejores novelas infantiles de nuestra literatura, Caperucita en Manhattan. A ella pertenece el inolvidable personaje de Miss Lunatic, una criatura de tan prodigiosa verdad que resulta difícil no verla como un retrato de una parte importante del alma de su autora. Así la abordé en este poema, escrito a raíz de la muerte de la escritora y que ha permanecido inédito hasta que, recientemente, Hilario Barrero lo acogió con generosidad y cuidado en el número 11 de los Cuadernos de Humo, una muy selecta publicación periódica que el escritor toledano afincado en Brooklyn edita, precisamente, en Nueva York. No cabía mejor destino.