domingo, 10 de abril de 2011

Castilla-La Mancha, lugares para acordarse

Acaba de salir a la luz la séptima edición de la Guía Total de Castilla-La Mancha publicada por Anaya Touring. Como en ediciones anteriores, desde la segunda, me he encargado de actualizar y ampliar los textos prestando en esta ocasión especial atención tanto a nuevos itinerarios relacionados con el universo infinito e inevitable del Quijote, y los demás escenarios cervantinos, como a otros que tienen en cuenta el mundo del cine o la importancia que la arquitectura industrial ha ido adquiriendo como reclamo viajero.
Las novedades museísticas y el pulso de la vida urbana, a través de las actividades culturales, son aspectos que también han sido renovados. Novedad importante es la nueva maquetación de la obra, más ágil y con mayor peso de las imágenes, tanto por su número como por su calidad. La habitual cartografía de Anaya Touring, clara y siempre actualizada, completa un volumen que, además, incluye un plano desplegable de Toledo.
Dejo aquí, como pequeña primicia, el prólogo que he escrito expresamente para esta edición.


Lugares para acordarse
Después de tres décadas de andadura como comunidad autónoma, parece indudable que Castilla-La Mancha ha conseguido afianzar su identidad comunitaria y ha ganado visibilidad entre las restantes regiones españolas.
Es verdad que durante estos treinta años la presencia de lo castellano-manchego ha estado asociada con frecuencia a cuestiones polémicas, tales como la secular “guerra del agua”, que no cesa de enfrentar a las regiones interiores con las litorales (incluso en 2010 dio al traste con el intento de reforma del Estatuto de Autonomía). O la disputa por cuestiones fronterizas, sea sobre espacios protegidos o por terrenos industriales. Sin olvidar los excesos del urbanismo depredador que ha sembrado algunos espacios de la comunidad de colmenas urbanas tan aberrantes como insostenibles.
Pero, por encima y más allá de esas disputas, lo cierto es que Castilla-La Mancha, que empezó siendo una comunidad no sólo inédita sino discutida, ha logrado articularse como un espacio unitario de rasgos bien precisos, reconocibles. Un territorio complejo y dinámico en el que, junto a la gran llanura esteparia que forma su centro geográfico y sentimental (La Mancha), tienen presencia propia comarcas tan peculiares como La Alcarria, el acento extremeño de Talavera y su amplia tierra de influencia, o las diversas serranías (conquenses, toledana, albaceteña…) que se extienden por los bordes de la comunidad y que, con lógica natural y paisajística, incluso la desbordan.
Ese espacio, además, ha emergido como un territorio de referencia común para una población de más de dos millones de personas que, frente a ciertas dudas o reticencias del principio, ahora son capaces de emplear con convicción, incluso con orgullo y, lo que es más admirable, con naturalidad, el gentilicio “castellanomanchegos” (así, sin guión) para designarse a sí mismas y para dar carta de naturaleza a todo cuanto tenga que ver con “su” comunidad.
La nueva situación ha sido posible gracias a la mejora de las comunicaciones (nuevas autopistas y autovías, el trazado del AVE) que ha reducido las distancias interiores y ha potenciado el vínculo entre zonas tradicionalmente instaladas en una ignorancia mutua tan comprensible como improductiva. Y ha sido fruto asimismo de la acción de organismos políticos y culturales (entre ellos, la Universidad de Castilla-La Mancha), de muy diversas instancias, agentes y personas que han puesto en valor lo castellano-manchego como una realidad susceptible de rendir beneficios en diferentes órdenes y, en suma, de hacer más cercana y habitable la vida social.
Aspecto no menor de esa transformación es el cambio favorable que ha experimentado el interés tanto por la riqueza natural como por el patrimonio artístico y cultural de una comunidad que, a lo largo de sus cinco provincias, atesora parajes, paisajes, ciudades, pueblos, monumentos, costumbres y tradiciones tan numerosos y variados, que dan pie para fundar sobre ellos una actividad turística creciente y con un potencial no suficientemente explorado.
Y es que, en efecto, Castilla-La Mancha reúne espacios tan valiosos como el Parque Nacional de Cabañeros, estandarte del bosque mediterráneo, o las siempre amenazadas Tablas de Daimiel, tan sedientas como agradecidas a poco que las lluvias renueven los aportes de sus capas freáticas. Paisajes tan característicos como las llanuras manchegas de horizontes inabarcables, los espacios ribereños de Guadalajara o Albacete, la arriscada serranía de Cuenca, la enrevesada sierra del Segura o los apacibles Montes de Toledo. Verdaderas ciudades-monumento como Toledo o Cuenca, ambas distinguidas con la condición de Patrimonio de la Humanidad. Urbes pujantes como Albacete, Ciudad Real, Guadalajara, Puertollano, Talavera de la Reina o Valdepeñas. Conjuntos urbanos de tanta personalidad y peso histórico como Sigüenza, Almagro, Pastrana, Molina de Aragón, San Clemente… Pueblos y enclaves tan pintorescos y todavía poco conocidos como Alcalá de Júcar, Ayna, Escalona, San Carlos del Valle o Valverde de los Arroyos. Y, en fin, ejemplos elocuentes de esos destinos turísticos en alza que discurren por viejos parajes industriales transformados en parques temáticos de una cultura que ayer mismo parecía el último hito de la modernidad y hoy ya son historia. O las nuevas rutas surgidas al calor de la sociedad mediática, o gracias a artistas, como Pedro Almodóvar, que han conseguido el milagro de unir tradición y vanguardia (facultad que, si bien se mira, en esta tierra viene de lejos).
Y, naturalmente, está don Quijote, el mayor símbolo y la criatura más universal de estas tierras. La celebración en 2005 del cuarto centenario de la aparición de la genial novela de Cervantes, con una miríada de actos e iniciativas que transcendieron ampliamente las fronteras de la comunidad, en cierto modo supuso el redescubrimiento internacional de la patria del ingenioso hidalgo. Y hasta propició cierta perplejidad en lectores de la obra en puntos dispersos del mundo que pensaban que La Mancha era un espacio de pura ficción. Los mismos que se mostraban muy sorprendidos al comprobar, merced a la campaña de difusión internacional que el evento supuso, que los territorios descritos por Cervantes no solo eran reales sino que estaban al alcance del viajero.
La señalización por parte de la Junta de Castilla-La Mancha de una vastísima «Ruta de Don Quijote» que recorre buena parte de la comunidad, aunque entrañe aspectos polémicos y en ciertos puntos peque de incongruencia, es en el fondo una lógica y hasta inteligente forma de subrayar cuál es la peculiaridad esencial de este espacio geográfico y su mejor carta de presentación ante el resto del mundo. Pues, si bien es cierto que no todo en estas tierras se puede explicar a la luz de don Quijote (o de Sancho, que en este sentido «tanto monta…») y de la inmensa sabiduría cordial que se desprende del libro de Cervantes, también es verdad que el cerco luminoso creado por la obra es tan potente que todos y cada uno de los rincones de esta región diversa y compleja caben en la precisa mención de ese “lugar” del que el autor acaso no quiso acordarse para que así mejor permaneciera en la memoria de los siglos. Castilla-La Mancha es ese lugar.
Y como el lector-viajero podrá experimentar a través de estas páginas, pero sobre todo a través de sus sentidos, hay mil y un caminos para comprobarlo.

Imágenes: Iglesia de Santo Tomás Apóstol, en Orgaz (Toledo) y ruinas de la iglesia visigótica de San Pedro de la Mata, en los alrededores de Sonseca. Fotos © AJR, 2010.

viernes, 8 de abril de 2011

Movimientos


Fue desandando el muro erizado de cristales de los antiguos ritos.
Desanudó la túnica trenzada por la nuda costumbre
al acceder a cada uno de los umbrales declarados sagrados de la vida.
Deshizo las renuncias lavadas por el miedo y el peso de la culpa
con su escabrosa promesa cargada de placer.
Devolvió la mejilla rosada.
Calló ante la pregunta del confesor obtuso.
Mordió en el cuerpo blanco con un leve crujido de huesos lanceados.
Se arrodilló desnudo a los pies de su amor.
Y al fin creyó entender la voz del agua.


Imagen: «Carpe diem et Cave canem». Reflejos en un pub de Toledo. © AJR, 2009.

jueves, 7 de abril de 2011

Noche (casi) en blanco

Parece que se va extendiendo de forma imparable la moda de las «Noches en Blanco», ese invento lúdico-cultural surgido con este nombre en París en 2002, aunque tiene un claro precedente en «La Larga Noche de los Museos» que se celebró por primera vez en Berlín en 1997. Si en la capital alemana la iniciativa tenía la finalidad de estrechar los vínculos culturales entre los dos sectores de la ciudad que habían vivido separados por el muro durante la Guerra Fría, el evento parisino estaba más bien enfocado a poner a la gente en contacto con el arte de vanguardia.

Lo cierto es que la iniciativa ha ido prendiendo en otras muchas ciudades (yo la he vivido en Madrid en un par de ediciones). Y el pasado fin de semana (del 2 al 3 de abril) se celebró por primera vez en Alcalá de Henares. Es la primera ciudad no capital de provincia que se une al evento. Y al parecer, según dicen las crónicas, con éxito: unas 40.000 personas participaron en las numerosas actividades.

El caso es que esa misma tarde del pasado sábado día 2 me había comprometido a presentar en la Biblioteca y Archivo de la ciudad complutense la novela corta de mi amigo Pedro J. Cañada, Yo fui Cervantes, ganadora del XLI premio «Ciudad de Alcalá» de narrativa. La sorpresa surgió al comprobar que el acto estaba integrado dentro de las actividades de la Noche en Blanco (de hecho figuraba en el programa oficial, incluidos los agradecimientos) y que, por tanto, teníamos que competir a la misma hora (las 19:30) con no menos de otra treintena de actos, entre las que figuraban una conferencia de Luis García Montero, una sesión de cuentacuentos capitaneada por Pep Bruno, un recital de Enrique Gracia y Andrea Navas (con poemas de Cervantes), varias representaciones teatrales, firmas de autores en la paralela feria del Libro, diversas visitas guiadas a monumentos del rico patrimonio alcalaíno (incluida la del Archivo y Biblioteca en una de cuyas salas tenía lugar nuestro acto), un pasacalles a través del casco histórico amenizado por superhéroes como Batman, Supermán o Flash Gordon... y hasta un tren turístico.

Y ello sin contar los diferentes conciertos de todo tipo de músicas (orquestas, rondallas, coros líricos, grupos infantiles, gaiteiros...) que tenían programado su inicio para la misma hora. E incluso un taller de tíreres protagonizado (idealmente, claro) por la nutrida y vistosa comunidad de cigüeñas que puebla los tejados de Alcalá.

Cuando, en compañía del gestor cultural del Ayuntamiento que amablemente nos recibió y acompañó, acudimos a la hora y lugar señalados, el público congregado para la actividad era verdaderamente digno de asombro: una persona. Un intrépido lector interesado al que en seguida convertimos en nuestro héroe, y para el cual no dudamos en iniciar el acto programado, aunque variando ligeramente el tono previsto. Al poco de iniciarse la presentación, sin embargo, fueron acudiendo a la sala más personas, y finalmente se creó un clima no disonante en exceso con los estándares propios de este tipo de eventos, especialmente cuando no están asociados a interés mediático alguno. De modo que, pese a lo que en algún momento llegamos a pensar, nuestra inesperada participación en la Noche en Blanco no fue una metáfora autocumplida. La pregunta acerca de si es oportuno y razonable organizar “tanto en tan poco tiempo y para no tantos” queda en el aire. Y también sobre cómo, más allá de lo puramente cuantitaio y aparatoso, puede medirse el verdadero éxito de este tipo de iniciativas.

En cuanto a la novela presentada, Yo fui Cervantes, sólo diré que es una divertida biografía apócrifa del autor del Quijote. Su originalidad reside en que, en vez de inventar episodios imaginarios para la vida del escritor, lo que hace es crear a un personaje que, por motivos que no conviene desvelar para no destripar la trama, acaba siendo el que vive episodios fundamentales de la biografía cervantina, con especial atención a sus estancias en Sevilla, Roma y Valladolid o el cautiverio en Argel. La novela está llena de humor y escrita en un lenguaje muy cuidado que tiene la virtud de acercarnos, sin disonancias, a la época y al estilo que describe, y en concreto a la prodigiosa lengua de Cervantes. Y lo hace sin caer en mimetismo ni antiguallas y, como queda dicho, con un peculiar sentido del humor.



Procedencia de las imágenes: Esculturas de don Quijote y Sancho en Alcalá de Henares; el caballero parece estar intentado convencer a su escéptico escudero sobre las bondades de la Noche en Blanco que se les avecina (imagen tomada de la página web de Ediciones La Libreria). Cartel anunciador de la Noche en Blanco en una plaza de Alcalá de Henares (tomada de La librería de Javier). Cigüeñas sobre los tejados del Palacio Arzobispal de la ciudad (Cigüeñas y grifos, fotografía de Lean56). Y cubierta de la novela presentada, editada por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares .

lunes, 4 de abril de 2011

Árbol caído

Los predadores que acudieron presurosos y voraces al pie del árbol caído para hocicar en sus ramas muertas no supieron advertir que sus babas y excrementos estaban fecundando el humus sobre el que no tardaría en brotar, como retoño insospechado de la última dinastía del bosque, el ejemplar que una vez más habría de condenarlos a largos años de impaciencia y sombra.


Fotografía: «Niebla en el hayedo». © by Urunzu.


lunes, 21 de marzo de 2011

Un día cualquiera


La poesía está por todas partes

Pero en ninguna se la puede ver

Es el reverso de Sus ojos rojos

La lengua absuelta de los sueños (o al revés)

El vendedor de rosas en diciembre

La luna que se abisma sobre el mar

La tos de todos los deshilachados

El mensaje sin menta ni miel

Pura y burlona como un número primo

Escalera de cuerdas Casa de caracol

Un periscopio encallado entre las rocas

La noche a medianoche en un portal

Poco a poco se abren paso las palabras

Y escapan por tus venas Nada más


Imagen: Henry Holiday, Dante and Beatrice, 1884. Walker Art Gallery, Liverpool.


martes, 15 de marzo de 2011

Pastoreando ayatolas


Por las escasas rendijas que en el seguimiento de la actualidad deja la tragedia de Japón, se ha colado en la Posada lo que considero una pieza mayor de periodismo. Es la entrevista que Ana Pastor, directora del programa Los Desayunos de TVE, le hizo ayer 15 de marzo, en directo y sin red, al presidente iraní Mahmud Ahmaniyedab. La periodista española, con una valentía y hasta osadía de mucho mérito, no sólo le apretó las clavijas al ensimismado y multiparpadeante mandatario, sino que estuvo a punto de hacerle perder quién sabe si algo más que la paciencia.

El contenido de la conversación, más allá de lo que haya quedado lost in translation (incluido el énfasis del traductor, que parece estar jugándose la vida), no tiene desperdicio. Pero me parece aún más interesante el espectáculo visual y, en concreto, el lenguaje no verbal que los dialogantes intercambian como otra forma de decirse lo que las palabras no pueden ni deben.

Hay, además, un factor que añade dramatismo y hasta suspense: no pierdan de vista el pañuelo que, en consonancia con los usos de la teocracia iraní, cubre la cabeza de la periodista y que poco a poco se va deslizando hasta dejarla completamente al descubierto ante su interlocutor, que quizás llega a advertirla del descuido (minuto 26:18 y 26:25) con una sonrisa nada tranquilizadora.

Todo una lección comunicativa que debería estudiarse detenidamente en las escuelas de periodismo. Es un poco larga para los usos cibernáuticos (algo más de media hora), pero merece la pena. Este es el enlace.*





* Aunque el enlace es correcto, las múltiples utilizaciones han dado lugar, al parecer, a un bucle creando un problema de redireccionamiento. Por eso he incorporado el fragmento final de la entrevista rescatado de YouTube. La entrevista completa se puede ver cortipegando la siguiente dirección:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/los-desayunos-de-tve/desayunos-tve-mahmud-ahmadineyad-presidente-iran/1045612/?s1=programas&s2=informativos&s3=los-desayunos-de-tve&s4=

viernes, 11 de marzo de 2011

Japón, otra herida


Algún dios infernal enfadado y enfangado o, quién sabe, quizás también entrampado (¡la crisis!), ha pegado un puñetazo en el centro mismo del Averno y la cuna del Sol Naciente ha comenzado a temblar como si la estuviera meciendo un corro furioso de titanes.

Muy de mañana íbamos, mi musa y yo, camino de Yuncos cuando nos sorprendió la noticia del terremoto de Japón en la radio. En seguida me acordé de mi amigo Navajo cuyo hijo, un joven guerrero, vive en Tokio. Nada más dejar el coche pude hablar con él (Navajo padre) y me tranquilicé al saber que ya habían logrado entrar en contacto, a través de Internet, y que el joven guerrero se encontraba sin novedad. Asustado, claro, pero con ánimo suficiente para contar la experiencia con viveza no exenta de humor en su blog, Tokio Blues. Vivió el seísmo en el piso 12 de un edificio de 15 plantas.

De regreso en Madrid, a lo largo de toda la tarde no he podido dejar de mirar, aunque fuera de reojo, las imágenes terribles que arroja la televisión (lo sigue haciendo), en especial esas escenas de la ola gigante que se lleva por delante cuanto encuentra a su paso. Qué incómoda semejanza con las imágenes iniciales de la última película de Clint Eastwood, Más allá de la vida, una secuencia poderosa y por ficticia bella que recrea el tsunami que en 2004 arrasó el sudeste asiático.

«
La sacudida ha sido tan potente que ha desplazado casi 10 centímetros el eje de la Tierra», dicen por la radio. Nadie da una cifra ni siquiera provisional de muertos. Se teme que se cuenten por miles. El tsunami amenza otros países (sobre todo las costas de Chile). Y aún hay cierta alarma (en Madrid son las 23:00) por la seguridad de una central nuclear.

Otro 11-M de infausta memoria. Otra herida de consecuencias aún imprevisibles. Otra constatación palmaria de lo delgada que es la frontera entre la vida y la muerte.


Arriba,
La gran ola de Kanagawa, estampa de Katsushika Hokusai.
Imagen tomada de la web esacademic.com