sábado, 30 de julio de 2016

La canícula alucina cal


A MÍ LA CANÍCULA, ADONDE SED NO DA, 
ALUCINA CALIMA.

(AJR: 4,20; 10,39; Palíndromos ilustrados, LV, LVI)

Que algunas palabras claves de estos últimos días del mes de julio puedan alinearse, sin grandes torsiones ni excesivos forzamientos, en orden semántico y en una frase reversible, ya me dirán si no tiene su punto... alucinante. Y eso por no pensar en el deslumbramiento interno de la cal (La canícula alucina cal) o en la pareja primorosa (Alucina canícula), que si bien se mira quizás sea la madre del cordero y la criatura más fresca y natural. Fosfenos producidos por el alto calor del verano, sin duda. Pero maravillas que el alma secreta de las palabras hace florecer donde menos se piensa, aunque para verlo haya que pensar. Y pasar al menos dos veces por el mismo sitio.

Fotografía: Glowing Sun, de Edicia Edijanto, tomada de aquí.



4 comentarios:

Navajo dijo...

¡Qué despliegue, amigo! Me voy unos días de calurosa playa y al volver tienes la Posada abarrotá. Cosa de la calima, efectivamente, o del caloret, que diría la ilustre senadora.
Buen verano

Antonio del Camino dijo...

Buen hallazgo en su conjunto. A mi, particularmente, el cuerpo central del palíndromo me inspira el principio (o final) de un posible poema: "Iremos adonde sed no da." De una rotundidad fuera de duda.

Espero que en estos días que aún nos quedan de canícula dura sigas ilustrándonos con nuevos tesoros como éste.

Un abrazo.

Alfredo J Ramos dijo...

Bueno, Navajo, he tenido un final de curso editorial algo más liviano y, en consecuencia, he podido laborar un poco más en la hospedería. Aunque muchas son recuperaciones. Buen verano también para ti.

Alfredo J Ramos dijo...

Gracias, Antonio. Y ánimo con ese impulso: si antes se decía que el primer verso lo daban los dioses, hace tiempo que sabemos que la inspiración puede venir de cualquier parte, incluido un bumerán verbal.

En cuanto a la posible aparición de «tesoros», no te descubrí nada si te digo que estrictamente no depende de nuestra voluntad, si se exceptúa la paciencia. Las palindromas, que dicen los iberoamericanos, son muy suyas, como sabes bien. Aunque tal vez podamos recurrir, ya que hablas de tesoros, a algún truco parecido a aquel que utilizábamos de pequeños y que consistía en esconder un poco de papel plata o similar debajo de un trozo de cristal y cubrirlo con tierra para después ir descubriéndolo poco a poco, con una emoción que no por prevista dejaba de conmovernos. Tal vez alguna técnica de caza palindrómica se parezca un poco.

Otro abrazo.