martes, 5 de julio de 2016

Kiarostami, las brasas de una correspondencia

Kiarostami y Erice, dos maestros de la mirada.

La muerte del director iraní Abbas Kiarostami, además de fragmentos de su cine que (salvo alguna excepción) me cuesta trabajo recuperar con nitidez, me trae sobre todo el recuerdo de su correspondencia visual con Víctor Erice, que pude ver en la exposición organizada por La Casa Encendida a finales de 2006. Estoy seguro de haber escrito algo al respecto, pero no tengo modo de localizarlo. Quizás fuera sólo el correo electrónico enviado a un amigo recomendándole vivamente la visita y tal vez comentándola con cierta extensión. Por fortuna, hay por la Red suficientes huellas para poder recuperar, si viene al caso, lo que en su día, tanto por su novedad como por su calidad, me pareció un hito importante de la cinematografía contemporánea. Y que hoy, pese a su relativa cercanía (¡qué son 10 añitos de nada en el espejo de una vida!), tiene ya el aura de un hecho del pasado que la extraña mezcla de recuerdos y falta de memoria convierte en algo mítico: ese tipo de sucesos por los que, sin duda ingenuamente, suponemos que nuestra vida tiene o tuvo un brillo especial. Volver a recuperar esa emoción, o intentarlo al menos (ya sabemos las sorpresas que encierran a menudo las, por otro lado imposibles, vueltas al pasado) será la mejor forma de rendir homenaje a uno de los grandes maestros del arte de mirar.

2 comentarios:

Navajo dijo...

Recuerdo el evento, aunque como me sucede con frecuencia me lo perdí (maldita pereza, decía mi director espiritual). Coincido contigo en que son dos formas de mirar muy similares, tocadas ambas por algo que podría ser el genio aunque vaya usted a saber qué es eso. Por proximidad sentimental me llega mucho más Erice que el iraní, de quien apenas recuerdo algunas imágenes de un par de filmes suyos de finales de los 90. Creo recordar que eran coetáneos: parece mentira que todos seamos ya tan viejos.

Alfredo J Ramos dijo...

Pues, me parece, José María, que fue contigo con quien comenté el evento; yo creo que andábamos por entonces con las actualizaciones de los Bianuales de Espasa e incluso es posible que en el apartado de cine incluyéramos algo. Estoy de acuerdo con esa mayor proximidad a Erice, aunque hay una honda humanidad en el cine de Kiarostami que lo hace muy reconocible. Y, en efecto, ambos autores son estrictamente coetáneos, lo que significa que Erice tiene ya 76 años, circunstancia que, además de parecer inverosímil, seguramente lo es: el tiempo es un engaño, ya sea en lo absoluto (tiempo absoluto, ese concepto al que algunos físicos le han sacado tanto partido), como, y mucho más, en el tiempo relativo, que viene a ser esta broma cotidiana. Un abrazo, amigo: cuidémonos.