lunes, 12 de enero de 2015

Placenta de yegua


Yo, señor, no voy a decir ni una sola palabra de lo que usted está pensando. No quiero dar lugar  a malentendidos. Sólo mencionaré que todo sucedió como si hubiese sido necesario recurrir a la parte maldita de lo peor de nuestra historia para intentar gobernar la catarata de sensaciones que se nos venía encima, un verdadero aguacero en mitad de la selva. No se sueña en vano. Ni se ven en vano escenas que lo catapultan a uno a lugares indeseables y a un tobogán de miserias de infeliz memoria sobre el que se deslizan las sombras de las cosas desprovistas de nombre y se incuban sin cesar, como en placenta de yegua nocturna, las más recalcitrantes de nuestras pesadillas, con un galope de coces medievales, olor a establo pútrido y fango pegajoso a punto de llegarnos a la boca para después cegarnos. Si hemos caído en el abismo de esta confusión, en la que lo único que nos queda para no sucumbir completamente es la furia inane, lejos de mi la obcecación de contribuir con mis palabras carentes de sustancia, solo dibujadas con la tinta fresca de esta cuña de luz, a ahondar en la herida. Recomponga usted como pueda los añicos del espejo y mírese después, a ver si en algún trozo, fragmento o mismamente cacho, encuentra el consuelo que su alma necesita. La magia  a veces funciona y a veces no. Dice Frazer en La rama dorada que «... se creía que las carnes y cenizas de la víctima estaban dotadas de la virtud mágica o física de fertilizar la tierra. La misma virtud intrínseca se atribuía a la sangre y las lágrimas de los meriah, de modo que su sangre causaba la rojez de la cúrcuma y sus lágrimas la producción de lluvias, pues difícilmente puede dudarse de que, al menos en su origen, creían que las lágrimas atraían la lluvia y no solamente la pronosticaban». Fin de la cita. Y el que pueda entender, que entienda, que yo, señor, no quiero dar lugar a más confusiones.

V. Kandinsky: El jinete azul (1903, Zurich, Col. privada).

2 comentarios:

Navajo dijo...

¿Placenta de yegua?: ¿tienes problemas de rodilla o es que has vuelto a la práctica del hermetismo? No sé si ese es el mejor camino para "no dar lugar a malentendidos y confusiones", pero indudablemente es hermoso, e inquietante.

Alfredo J Ramos dijo...

No te fies mucho del título en su sentido médico, amigo Navajo. Quizás sea preferible verlo más como un intento de descripción de lugar donde puede que se incuben los miedos (hay un juego, tal vez un poco rebuscado pero bastante común, con el sentido "literal" de la palabra «nightmare», pesadila). Las rodillas, de momento, responden. Lo cual no quiere decir que en cualquier momento no se puedan poner a temblar, y necesiten de esos cultivos celulares que puso de moda no hace mucho el futbolista Diego Costa. Pero, en todo caso, los malentendidos y confusiones seguro que pueden ir por otros lados, dentro de ese hermetismo que, en efecto, como intuyes cifra el asunto y en el que, naturalmente, me escudo. Gracias por la lectura. Y el comentario.