lunes, 26 de septiembre de 2011

Hum@redas


Mientras a golpe de ratón desenrollo de este a oeste 
uno de los manuscritos del Mar Muerto 
la luz de la Posada parpadea 
y en el reflejo de la pantalla veo o creo ver 
cómo en medio de la sala a mis espaldas 
surge del suelo 
igual que aquellos tulipanes psicodélicos brotando del asfalto 
la imagen tantas veces acordada de la Torre de Babel 
con sus pisos roídos por la ira divina 
y el hormiguero de hombres de todas las razas 
entregados a la absurda tarea 
de enladrillar el cielo y sus tropismos. 
Temblor y hastío: 
nunca pensé que la fascinación 
pudiera ser un rito semejante 
a la osadía de rasgar el muñeco 
para explorarlo a fondo 
y encontrarse de pronto con las manos 
por completo atrapadas 
en el minucioso desorden del serrín. 
No se puede buscarle sentido al sentido. 
No se explica la respiración.

(Buenas noches. No se lo tomen a mal. 
De alguna forma había que volver.)

Procedencia de la imagen: