viernes, 30 de diciembre de 2011

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FELIZ  2012, UN AÑO CON ALAS.
« Nunca choveu que non escampara,
nin se viu néboa pecha que non levantara. »

(Reloj dublinés retocado, AJR)

jueves, 22 de diciembre de 2011

Dos horas con Cunqueiro


Hoy, todavía 22 de diciembre, se cumplen cien años del nacimiento de Álvaro Cunqueiro y Mora de Montenegro, tal vez el escritor en gallego más importante del siglo XX. 

Además del enlace al espacio que le dedica el Centro Virtual Cervantes, dejo en la sala de proyecciones de la Posada dos vídeos para celebrarlo. 

El primero es la entrevista que en 1978, tres años antes de su muerte, le hizo Soler Serrano en la serie «A fondo». 

El segundo es el homenaje que bajo el título de El incierto señor Cunqueiro dirigió en 2010 Antón Reixa, con guion y presentación de Miguel-Anxo Murado y la participación de numerosos escritores. 

Son más de dos horas de imágenes y sonidos (algo menos, si se descuentan los numerosos fragmentos del primer documento que se utilizan en el segundo), pero les aseguro que merecen la pena. 

Cunqueiro está más vivo que nunca. Basta abrir casi cualquiera de sus libros para comprobarlo.






Nos ha tocado el gordo...



Mientras iban saliendo en la llamada Fábrica de los Sueños las bolitas azarosas de la suerte, en la Posada nos estaba tocando el Gordo... por excelencia: el gran Fats Domino, cuya alegría rítmica y poderosa es la excusa perfecta para desear a todos los visitantes de este rincón unas fiestas felices.

Junto al ventanal del fondo, no lejos de la chimenea de la sala del piano, hay un calendario de 2012 que en su primera página lleva inscrita esta conseja: «Nunca se vio noche que no fuera seguida de un amanecer».

Mis mejores deseos.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Pájaros de ambos mundos

(poética)

Del artículo de Alicia Rivera que enlazaba en el post anterior me permito copiar este fragmento en el que he modificado un par de palabras. La mejor vía de comprensión posible de los empeños de la física actual, para los profanos en ciencias duras, más allá de algunas explicaciones verdaderamente didácticas, es la poética. Y en concreto, la vía que sostiene que las metáforas son reales y forman parte de la realidad. Algo en lo que muy pocos, incluidos muchos sedicentes poetas, parecen creer.

Esto de encontrar las cosas por probabilidad puede parecer raro. Si uno captura un nuevo pájaro y lo puede meter en una jaula para estudiarlo, está claro que lo ha descubierto. Pero si lo que busca es un tipo de ave poco corriente que solo pasa volando muy de vez en cuando, en medio de miles de diferentes pájaros todos cruzando el cielo rapidísimo, y el poeta solo puede ver alguno durante un instante en vuelo, tendrá que hacer muchísimas fotos de las aves. En algunas pocas puede aparecer uno de la rara especie que busca, si es que existe. Así, para afirmar que lo ha descubierto, tendrá que observar numerosos sospechosos de la nueva especie y recurrir a la estadística antes de cantar victoria. Los poetas han visto ya algunos posibles pájaros de la nueva especie, la partícula aleph o etemenanki, pero no suficientes aún para estar seguros.

Arriba, Pájaros en Vector. Imagen tomada de clipdepelicula.com   


martes, 13 de diciembre de 2011

La firma de Dios


Están todos los grafólogos del mundo reunidos en sesión permanente para analizar el prodigioso haz de mimbres amarillos, atravesado por ese cable rojo parcialmente mondado e interrupto, los escalones azulados hacia quién sabe qué extremos de la realidad, las piezas descabaladas y a la deriva de un juego de construcciones, el extraño artilugio de perfecto diseño industrial, sin duda inteligente, y como sobrevenido desde otra civilización u otro universo, a modo de gigantesco aspirador de energías... y, en suma, todos esos rasgos personales que hacen de la presunta firma de Dios un camino visible para poder llegar al fin de la noche, levantar con pulso firme el lienzo transparente con el que allí se enmascara la luz y ver qué hay debajo.

La imagen muestra un registro del detector CMS del CERN con lo que pudiera ser «la firma de la partícula de Higgs». Más detalles aquí.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Regalo

Vienen tiempos de regalos. En el cine de la Posada adelantamos uno: un corto de menos de 5 minutos titulado, precisamente, The Gift. Especialmente recomendable para los amantes de la ciencia ficción. Muy bien ambientado en un Moscú «de película» y con un interesante despliegue de efectos especiales. Que lo disfruten.


The Gift from BLR_VFX on Vimeo.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Pasión neutral


Lo que ni los culés descabellados, que los hay, ni los talibanes merengues, que no faltan, podrán entender nunca es que algunos espectáculos de gran calibre, llegado el caso, solo se pueden disfrutar en toda su plenitud desde ese estado superior de la conciencia que algunos maestros de alma zen llaman pasión neutral.


La imagen superior procede de esta web y la inferior de esta otra.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Lean a Jabois


Estoy seguro de que para muchos esta recomendación será como si les hablara, quizá no ya del Mediterráneo, que está más que descubierto, cubierto de podre y esquilmado, pero sí al menos de las Rías Baixas, no tan famosas pero más fermosas, no solo por gallegas sino por propiamente Baixas. Pero, en fin, olvídense de estos y otros retruécanos solo posibles en el mirador de una madrugada de ojos colmados y háganme caso: lean a Jabois. No es el único, pero sí tal vez el más peculiar de cuantos nuevos periodistas nos ha puesto Internet al alcance de un clic en los últimos meses, años ya (¡aunque tan fugaces que...!). Podría enumerar docena y media de razones que avalarían sin ningún género de certezas mi recomendación, pero no son horas. Así que les diré la verdadera razón por la que hoy cuelgo en la Posada esta publicidad sin tapujos: está a punto de terminar el «año Cunqueiro» y, liado en mil enrededos (sic) cuasilaborales, no sabía bien cómo rendirle homenaje. Así que este es mi homenaje a nuestro señor Cunqueiro: lean a Jabois. No se arrepentirán. Y si lo hacen, ya no tendrá remedio. Pero igualmente me estarán agradecidos. De nada.

Fotografía de Manuel Jabois (presuntamente), tomada de Jot Down.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Pájaros




En la imagen superior, miles de pájaros, con presencia mayoritaria de estorninos y mirlos, sobrevuelan una carretera de Alabama. ¡Cuánto trabajo le hubiera ahorrado a Hitchcock esta instantánea de Matt Mickean (AP/Time Daily) que aparece en elpais.com

Debajo, una escena en la Bolsa de Madrid... (o similar). La imagen procede de aquí.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Nicanor Parra, inventor de artefactos


Dado que corren tiempos en los que ya «no se respeta ni la ley de la selva», parecía que nunca le iban a conceder el premio Cervantes a Nicanor Parra, el gran poeta y antipoeta grande, además de chileno, que el pasado 5 de septiembre cumplió 97 años. Su obra es un punto y aparte en la lengua española, incluso en una ancha franja de la poesía contemporánea heredera de las vanguardias que en ella, en la obra de Parra, culmina y se renueva.

Parra concibe siempre el poema en pecado original y lo engendra como un artefacto que ha de llegar al mundo lleno de sentido práctico, cumpliendo a rajatabla aquella máxima de Ducasse de que «un poeta debe de ser más útil que cualquier ciudadano de su tribu». Y un artefacto lleno, también, de sentido del humor, ese instinto que don Nicanor ha sabido explotar en casi todas las direcciones posibles y que hace que sea improbable poder leer sus poemas sin partirse, en uno u otro momento, la caja... de Pandora, para que después salgan de ella (caja o poesía) todos los humores a vagar por el mundo.

Repasando el primer tomo de sus Obras completas & algo + (este último signo es una cruz de esquela mortuoria), editado por Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, en 2006, me reencuentro con este juicio de Harold Bloom:
¿Cómo no iba yo a venerar los mejores poemas de Parra? Es un héroe de la ocultación, en sí mismo un Mapa de Malas Lecturas. [...] Es a la vez un auténtico innovador y un monumento cómplice a la Ansiedad de la Influencia. Como critico literario gnóstico, judío y norteamericano, no estoy muy convencido de entender del todo a Nicanor Parra. Pero creo firmemente que, si el poeta más poderoso que hasta ahora ha dado el Nuevo Mundo sigue siendo Walt Whitman, Parra se le une como un poeta esencial de las Tierras del Crepúsculo. [...] Hay algunos poetas vivos maravillosos en Estados Unidos, entre los cuales destaca John Ashbery. Pero no tenemos a ninguno tan persuasivamente irreverente como Parra.
Y concluye Bloom:
Debe reconocerse como un mérito de Parra el haber contribuido a preservar la imagen de lo humano en estos malos tiempos en que la Izquierda y la Derecha han sacrificado juntas la libertad de la imaginación en aras de sus ideologías antagónicas. Parra nos devuelve una individualidad preocupada por sí misma y por los demás, en lugar de un individualismo tan indiferente a los demás como a sí mismo.
Hubo un tiempo, a mediados de los setenta del otro siglo, en que entretenía mis horas componiendo un libro, finalmente frustrado, del que solo conservo el título, un poco empalagoso o alejandrino: Artefactos sonoros para medir la noche. Entonces aún no conocía la obra de Parra o, por mejor decir, la ignoraba por completo. Años después, a principios de la siguiente década, leyendo para editar, completar e ilustrar lo mejor posible un librito que firmó Joaquín Marco (La nueva voz de un continente), descubrí con sorpresa el peso que en la obra del poeta chileno tienen los artefactos, poemas objetuales que se despliegan en muchas direcciones, desde la poesía visual hasta el collage o el aforismo, el chiste e incluso la dramatización. Suelo volver a ellos de cuando en cuando porque me parece que agrupan algunas de las más felices ocurrencias sucedidas en el vasto campo de las palabras y sus fuegos infinitos. Y porque, además, me barrunto que son el meollo de la mirada poética del autor, aunque esto último tendría que meditarlo más.

Permítanme, como traca final y para dar buena cuenta del principio, que les presente a Nuestro Señor...

Fotografía de Nicanor Parra, de autor desconocido, tomada de aquí.



domingo, 27 de noviembre de 2011

Postdata


     Sobre la noche vuela
     guiada por las sombras
     el alma vacilante
     de los trasnochadores,
     esa gente dispersa
     que vive en pos del humo
     y extrae del asfalto 
     su dosis de esperanza.   
     Los oigo allí, en la calle,
     bajo las apagadas
     sirenas que han dejado
     su rastro intermitente.
     Pero no están allí,
     no están en ningún sitio
     que no sea este pólder
     de palabras tendidas
     frente a la madrugada.
     Como unos cigarrillos
     quemados a deshora
     veo las horas, los días
     que ya no volverán.
     Sobre la noche aún se alza
     el rumor incitante
     de los acantilados
     lejanos. Y el vaivén
     de los sueños. Y el astro   
     en el que insomne
     viaja mi corazón.


Arrriba, Nighthawks, de Edward Hopper (1942), The Art Institute of Chicago.

lunes, 21 de noviembre de 2011

A pie de urna



Ha estado lloviendo sobre Madrid toda la noche y ya bien entrada la mañana todavía lo hace mansa y continuadamente, y sin embargo las calles de López de Hoyos, Saturnino Calleja y Pradillo están muy animadas. Un bullicio colorista de paraguas e impermeables pone en el ambiente gris una nota de vitalidad. Lo interpreto como un buen síntoma de lo más elemental: la vida sigue y ha amanecido otro de esos días que el tópico y el sentido común definen como «la gran fiesta de la democracia». Lo pienso y el mero hecho de pensarlo me pone de buen humor. Qué le vamos a hacer.

De camino al colegio electoral, nos cruzamos con varios vecinos y conocidos. Inevitablemente, tras el saludo al paso, hacemos cábalas sobre el destino barruntado, a veces sabido, de sus votos. Con toda probabilidad a ellos les ocurrirá lo mismo. Los encuentros fortuitos en las calles del barrio tienen hoy un significado diferente.

El trasiego aumenta a medida que nos vamos acercando a las puertas del colegio electoral, el Padre Poveda, que abre su fachada noble a Alfonso XIII, aunque el acceso es por Luis Larrainza. El ambiente es claramente festivo, mucho más que el de un domingo cualquiera («Y es que  no es un domingo cualquiera», me oigo volver a  decirme).

Veo con sorpresa que hay una gran cola en el centro de la sala de votaciones. ««Que bien», pienso.  «¡Y qué coñazo!», repienso. «Nos va tocar esperar un buen rato». Busco los carteles indicativos de la urna que me corresponde y descubro con alivio que no hay nadie esperando.

En la mesa flanquean a la presidenta por su izquierda los dos maduros (más de 50 y pico), barbados y de aspecto bregado, delegados de PSOE e IU. Por la derecha, dos jóvenes (no más de 25) del PP, uno de ellos con cara de niño y mirada firme, tal vez con un destello desafiante. El contraste me parece, más que significativo, esclarecedor. No sé por qué se me vienen a la cabeza escenas de las asambleas del 15-M en Sol y en la plaza de La Prospe.

La presidenta me pregunta si quiero introducir yo mismo los sobres que ya llevo preparados en la mano.  Le digo que sí, retira de las urnas el papel que tapa las ranuras y deposito el sobre blanco donde los blancos y el sepia donde los suyos. Mirando a izquierda y a derecha, deseo a los miembros de la mesa que la jornada les sea leve. Todos sonríen.

Mientras avanzo hacia la salida paso por delante de la mesa donde están los montones de papeletas de toda las candidaturas. Un niña de unos seis o siete años, al borde por tanto de eso que antes se llamaba «el uso de razón», está cogiendo una papeleta de cada montón y con mucho cuidado, como el que pone a salvo piezas de una colección valiosa, las va introduciendo en una carpeta escolar.
¿Esta la tienes ya? le pregunto mientras le ofrezco una papeleta tomada al azar de uno de los tacos del medio.
A ver, a ver me dice fijándose en el emblema de la parte superior—. Me parece que sí
 Busca entre las que ya lleva guardadas y me enseña una igual. «De verdad contra la crisis», alcanzo a leer en un recuadro de la papeleta. Después sigue su recolección con una diligencia que tal vez anuncie un brillante futuro político..., aunque a mi cabeza acude, sin poder remediarlo, un chiste fácil, : «¿Será la niña de Rajoy?». No me importa confesar que la escena me llena de algo que bien podría definir como orgullo democrático. Nadie es perfecto.

Un poco más adelante, ya cerca de la puerta, un delegado del PSOE monta guardia. Su cara me suena de verle por el barrio y me acerco a preguntarle sus impresiones.
—Con lluvia y todo, está viniendo mucha gente. Más que otras veces me dice.
Y eso será bueno, ¿no? le respondo mientra dirijo una mirada cargada de intención hacia la credencial que cuelga de su pecho.
Me mira con gesto algo desconfiado y después sonríe abiertamente:
No sé si sacaremos la mayoría absoluta, pero ganamos seguro.
Escruto con atención sus ojos pero no advierto en ellos ni un punto de ironía. Me da la impresión de que está hablando en serio. Ahora el que se sonríe antes de enfilar la puerta soy yo.

Después de llevar casi 35 años («piensa, Grogo, piensa») pudiendo ejercer el derecho al voto y ejerciéndolo, y a pesar de todo el agua oscura y casi negra que he y hemos visto correr bajo los puentes de la política y hacia sus albañales, todavía siento una punzada de emoción a la hora de ir  a votar. Supongo que se trata de alguna enfermedad incurable. O tal vez solo de un exceso de memoria... que, como bien es sabido, Funes mediante, también puede llegar a convertirse en un tipo de dolencia sin posible cura.

Por la tarde-noche, después de tener las primeras confirmaciones de hasta qué punto se cumplían los pronósticos, nos fuimos al cine a ver la última de Polanski. Teatro filmado. Al salir, las calles estaban tranquilas y había dejado de llover.
A ver qué coños dice ahora la Prima de Riesgo —oigo que dice alguien de un grupo que camina por la acera de enfrente. Y lo oigo con las mayúsculas puestas y sin segundas intenciones.

Al llegar a casa me entero de la muerte de Javier Pradera. Busco en El país de hoy su artículo, y al leer su título, «Al borde del abismo», siento un estremecimiento que no se calma con la lectura. Es inevitable sentir detrás de cada palabra la presencia de un hombre que habla de un futuro inmediato que intuye que ya no verá. Una gran pérdida.  

Atando cabos al final de la jornada e intentando sobrevolar sobre las ruinas circulares, caigo en la cuenta de que han tenido que pasar casi cuatro años para que por fin se desvele el secreto mejor guardado del nuevo «presidente de todos», tan secreto que ni él mismo podía sospecharlo:  la prima de riesgo es la niña de Rajoy.

viernes, 18 de noviembre de 2011

oHmenaje


Mientras espero a que llegue a El Buscón 
mi ejemplar de Cien mil millones de poemas 
y oigo en la radio comentar 
que ya somos 7.000 millones de humanos, 
dejo correr mis dedos como huéspedes 
que exploraran las salas de una vieja mansión...



No sé si la experiencia dará para un soneto,
mas como veo que tengo ya un par de alejandrinos
y aquí llega el tercero —pardiez, ni el conde Olinos*
se diera tanta maña—, plantaré cara al reto.

El caso es que se anuncia, en un videofolleto*,
que otros Cien mil millones de poemas peregrinos
corren ya por el mundo, fatigando caminos
a lomos de un volumen que troncha su esqueleto.

Qué buena idea —pienso—: darle al verbo otra vuelta
por el bosque animado de la escritura lúdica
con cuyas setas* ¿nunca? ¿nadie? se envenenó…

Así que, amigos, ¡hala!, rimad a pierna suelta
y que ni dios se quede sin su esterilla búdica*
(¡pero que no se entere Queneau*, que no, no, no!)





*Asteriscii hipervincula sunt*
Imagen superior tomada de Ceslava.com.
El amanuense infatigable trabaja aquí.
Animus jocandi
mutatis mutandis

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Aria pulita


Sente l'aria! Non è più pulita?

Se lo oí en televisión, quizás en el Telediario de la 1, a un ciudadano italiano de mediana edad, verboso y gesticulante, y más contento que unas pascuas mientras festejaba en la calle, en medio del general jolgorio, la caída de Berlusconi . No sé si lo transcribo bien. Pero lo que creí entender, y a fin de cuentas lo entendido, me parece una expresión feliz y el mejor resumen de lo que debe de haber supuesto en Italia la caída de tan Nefasto personaje, aunque haya sido tan tardía (¡17 años!) y deje como herencia un país cómplice, exhausto de tanto reír y al borde del precipicio. O quizá ya en el mismo Averno, ese sitio en el que tarde o temprano todos llegaremos... a vernos.

Menos mal que, si el aire vuelve a estar limpio, al menos el pensamiento podrá volar libre.


Imagen: «La cadutta dei Cavaliere» 
Foto AP, tomada de El Sol de México






martes, 15 de noviembre de 2011

El ángel de Berlín


El verdadero ángel de Berlín.
El ser valiente que sostiene con su voz el mundo.
El que hace durar la noche más allá de los muros de la ciudad dormida.
El que es capaz de sujetar el agua entre sus manos.
El ángel de ojos nacidos de la lumbre.
El ángel de todas las miradas que hacen falta para que el día no se desmorone.
Y el ángel de las palabras verdaderas.
Tantos ángeles reunidos en el Ángel.
El viejo Homero sabía bien quién era: lo dejó dicho.
Y cada brizna de silencio que crece cada día no hace más que recordarlo.
Las alas del deseo vuelan sobre Berlín,
como en aquella película de Wenders,
y ya todos los ángeles han dejado de lado sus trompetas.
Ahora son almas, nuestras almas, el murmullo
que nos crece entre la piel y el aire
cada vez que miramos hacia el cielo.


Imágenes 
(Arriba) Columna de la Victoria (Siegessäule)  en el Tiegarten de Berlin © AJR, 2006. 
(Abajo) detalle © Werner Kunz .

domingo, 13 de noviembre de 2011

De Caín a Candeleda



Mientras recorro, una vez más, las hermosas tierras mesetarias siguiendo con el dedo los itinerarios que abren surcos aún visibles en la memoria (¡aquellos 15.000 km recorridos en algunas pocas semanas a principios de los 90 y de los que aún conservo en algún cajón una treintena de viejas casetes con el "trabajo de campo"), sueño con volver a la ruta, andar a la deriva de los caminos y tomarle de nuevo el pulso a lo que queda de la Vieja Castilla, que en estos años ha crecido mucho hacia atrás (Atapuerca), se ha modernizado hasta extremos que tal vez aún no se valoran en lo que valen, y parece instalarse en esa dimensión inestable llamada futuro con los mismos claroscuros que los demás países del país, aunque con mucho más peso del pasado presente en el horizonte. Vieja Castilla a la que tanto debo (¡palabra!), hosca y querida como una abuela orgullosa a la que nunca acabaré de entender del todo, imagen recurrente que alimenta la firme sospecha de que pocas cosas son tan de verdad como la plenitud contagiosa de sus cielos infinitos y sin embargo difícilmente soportables...

En fin, todo esto, potenciado por la melancolía de los primeros días (tan tardíos) de verdadero otoño, no es más que una excusa para dejar constancia de que trabajo en una nueva edición de la Guía Total de Castilla y León, que desde hace más de dos décadas se viene publicando en la colección gris de Anaya Touring. Y que, entre dato y mapa, entre llamadas telefónicas, consultas a Internet, desbrozamientos de tanta información reiterada y pertinaz en los errores, y algunos viajes apresurados, me entretengo en cruzar el vasto territorio en varias direcciones, a vista de Google Earth y con una vara de medir en la mano.

Quede constancia meramente nominal y gepeésica de algunos itinerarios posibles entre los extremos de los cuatro puntos cardinales. Otro día tal vez cuente qué extraños caminos de la memoria y de la realidad pueden llegar a unir nombres tan cargados como los de Caín y Candeleda. Castilla y sus topónimos: una novela aún viva.

De Caín (LE) a Candeleda (AV): 436 km
De Villanueva de la Sierra (ZA) a Beratón (SO): 506 km
De Balouta (LE) a Iruecha (SO): 570 km
De Nave de Mena (BU) a El Payo (SA): 512 km



viernes, 11 de noviembre de 2011

Acrósticos


Todas las noches, a veces ya casi de madrugada, doy un largo paseo con Pancho por las calles de Madrid. Esta noche hemos ido desde López de Hoyos hasta Diego de León por Príncipe de Vergara y vuelta por General Pardiñas y María de Molina, hasta enfilar por Canillas el viejo mundo de Millás. La gran novedad son los cartelones y banderolas que colonizan farolas y paredes, aunque me parece que en mucha menor cantidad que otra veces, con la habitual disputa entre manchas azules y mareas rojas, con rosas y gaviotas a la greña, y solo de vez en cuando alguna voluntariosa rareza que no llega a destacarse en un mundo dividido por dos.

Aunque la mayor parte de nuestro recorrido se adentra en el barrio de Salamanca, yo diría que en el itinerario son mayoría los espacios comprados por el PSOE, y lo cierto es que al poco rato el paseo discurre bajo una suave invasión del lema que figura sobre estas líneas. No tardo en caer en la cuenta de que la lectura visual del mensaje sobre fondo rojo pone de relieve una torpeza o intencionalidad tal, que solo da pie para pensar que:
a) o bien ha sido voluntariamente buscada o
b) después de detectada, ha sido asumida,  pensando que tal vez será posible darle la vuelta y sacarle partido, algo así como lo que hizo Rajoy cuando, en el debate del lunes, se equivocó la primera vez llamando Rodríguez Zapa... a Rubalcaba y después se dio cuenta de que aquello podía ser un hallazgo y lo repitió, ya teatralmente, gustándose, varias veces más.

Es verdad que, en teoría,  hay una tercera posibilidad razonable: «Pero si está bien claro lo que dice el eslogan... ¿no? ¡Deja de buscarle tres pies al gato!» Aunque si se piensa bien, esa opción, que podríamos denominar de una tercera vía ingenua, en el fondo cae claramente del lado de lo torpe.

Pero vayamos al comentario de texto. En el mensaje electoral del PSOE, en su sopa de letras mayúsculas, hay mensajes explícitos que aunque solo sea como mera materia visual sin duda han de actuar sobre la conciencia de los electores, que se supone que antes son, y aunque sea parcamente y en «letras gordas», lectores, mirones al menos. ¿Cómo se le puede pasar a alguien por alto que, leído en vertical, a modo de acróstico, en ese texto salta a la vista un rotundo PPQQ? ¡P P Q Q! ¿Cómo lo ven? ¡¿No es fantástico?!(como diría Punset).

¿Y qué  puede querer decir, que dirá de hecho, aunque sea subliminalmente, ese rotundo  PPQQ, PPcucú, en la mente de quien lo vea?  ¿Se trata de un guiño astuto, en plan juego de niños? O tal vez, y con solo una leve variación fonética (pero casi no visual), ¿deberemos leerlo como PP CoCo, como diciendo qué miedo,  mira quién viene? O más aún, y por alusiones entre dos letras que comparten un cierto aire de familia y un indudable parentesco sonoro, ¿no se estará insinuando un PPKK  PPcaca, de evidente sentido ambarino?   Podrían explorarse más caminos, pero ya me parecen un tanto jacobinos (aunque tal solo sean peregrinos sin más).

Hay también en el mensaje una par de EREs que seguro que no van a pasar inadvertidos a unos cinco millones de españoles, e incluso a varios cientos de miles más a quienes, por desgracia, esas siglas les recordarán que sobre su horizonte se cierne lo indeseable. Claro que siempre cabrá preguntarse si esos ERE no actuarán, en la mente desprovista de prejuicios, de consuno o al alimón (también hay algún OE, OE) con los PPQQ, de modo que las asociaciones acongojantes antes descritas tendrían aquí su prolongación, y el mensaje completo, incluida la parte expresa, dejaría flotando en la mente del votante algo así como un «OjO, fíjate bien, que viene el CoCo y PP CaCa te dará ERE..., a no ser que pelees».

Hay también un REI bien visible, sobre el que no me atrevo a especular, y algunas que otras posibles sugerencias que dejo a la imaginación de quien quiera adentrarse en ellas. Muy llamativo es, también, el enorme POR QUE que parece estar gritando desde el centro mismo de la sopa de letras (hacia el flanco derecho, para ser exactos). Confieso que ese grito me ha conmovido y tal vez decida mi voto.

De momento, en el mensaje del PP no he visto nada raro. Bueno, la verdad es que, aparte de que tengo oído que se basa en la palabra «cambio» (lo que me parece el colmo de la originalidad y hasta puede que tenga un poco de recochineo),  aún no sé nada del lema del partido presunto ganador de estas elecciones en las que, a estas alturas, la incógnita mayor, pero no la única, reside en saber si ganará Mariano o se impondrá Rajoy  (aunque también es cierto que corren tiempos extraordinariamente movedizos).

En fin, que si veo algo raro, o si Pancho me ladra para que me fije en algún detalle, les prometo que vuelvo y se lo cuento.


Tomás Segovia, elogio del corresponsal


Coinciden muchos de quienes lo conocieron y lo trataron en subrayar el carácter algo huraño del poeta Tomás Segovia, que acaba de fallecer en México, su otra patria, pero sin duda la misma, porque es la lengua la verdadera cuna que ennoblece a cualquier poeta. No deja de resultar llamativo que sean «muchos» los que sostienen esa opinión, pues si la sequedad o la intemperancia de carácter o la adustez fueron tan marcadas, difícilmente puede explicarse que «tantos» pudieran dar cuenta  de ello y contarnos, con pormenor mayor o solo tautológico, su trato y conocimiento de alguien que, por lo demás, con asiduidad se exponía a la mirada de todos mediante esa costumbre de escribir en el café que ya va pareciendo cosa de otra época, aunque aún muchos la practiquen y esté viviendo incluso un revival a través de los cibercafés y la movilidad que favorecen los escritorios portátiles y las nuevas   tablillas.

Yo no puedo decir que Tomás Segovia fuera huraño o amable porque de cerca solo lo vi una vez, tal vez hacia mediados de los noventa del siglo pasado, y apenas intercambié con él un saludo en el que casi no me dio tiempo a manifestarle mi reconocimiento de lector y admirador de su obra, en especial de su todavía vigente Anagnórisis, de sus inteligentes ensayos sobre la naturaleza de la poesía, de sus estimulantes sonetos eróticos, sus traducciones... A esos méritos añadiría ahora (entonces aún no era posible) los de su condición de corresponsal privilegiado de Octavio Paz, una circunstancia que no he visto subrayada en ninguna de las varias necrológicas que he leído y que me parece que conviene destacar. Por motivos diversos, al menos dos.

La publicación por el Fondo de Cultura Económica en 2008 de 55 de las cartas que Paz escribió a Segovia entre 1957 y 1985 hizo posible rescatar reflexiones y datos muy valiosos sobre episodios creativos del poeta mexicano, al tiempo que, entre líneas pero con una presencia muy visible, dibujaba el perfil del interlocutor y nos dejaba con el deseo de ver la otra cara de la conversación, es decir las cartas de Segovia que dieron pie a momentos tan luminosos del autor de Piedra de sol. Unas cartas (es sabido que el "dueño"  de la correspondencia es el destinatario) que deben de estar en poder de la Fundación Octavio Paz.

En los dos últimos años, además de seguir puntualmente su blog ahí sigue colgado en su Escaparate, con fecha del pasado 3 de octubre, un largo poema escrito en agosto de 2010 y que ahora cobra el sentido  de un testamento vital, mantuve un breve intercambio de notas con Tomás Segovia (y desde este ángulo sí puedo testimoniar su gran afabilidad y cortesía). En uno de mis escritos, tras un comentario sobre una edición de sus Sonetos votivos, le preguntaé directamente por el asunto de las cartas a Paz. Esta fue, cortipegada de su correo,  la respuesta que me dio:

Querido amigo: En efecto, nunca recibí sus halagüeñas líneas. Yo, ya se lo imaginará, creo que usted tiene razón y que mis sonetos son como usted dice. La errata, por supuesto, es también como usted dice.
     En cuanto a mis cartas a Octavio Paz dudo de que se publiquen algún día. Las tiene la viuda de Octavio y yo no tengo copia. Ella a su vez no tenía copia de las de Octavio que yo tenía. Cuando me las pidió le envié copia y le pedí copia de las mías. Nunca me contestó. Como muchas otras personas, nunca entendí por qué publicó sólo las de Octavio, pero parece que no tiene ninguna intención de publicar las mías, y no sé si de conservarlas.
     Un muy cordial saludo lleno de gratitud - Tomás

¿Llegaremos algún día conocer esas cartas? No es que sean necesarias para seguir leyendo a un poeta y creador que quizás sembró en demasiadas direcciones. Pero es muy probable que en ellas se encuentren argumentos para seguir pensando que Tomás Segovia tiene aún muchas cosas que revelarnos.

Hace poco más de un mes (el 6 de octubre), recibí, supongo que como otros muchos seguidores del blog de Tomás, la noticia del viaje que el poeta emprendía a México para recoger el premio Poetas del Mundo Latino, compartido con Juan Gelman, con detalle del periplo acordado, los actos de homenaje que se celebrarían, las dudas sobre algunos protocolos pendientes, todo ello a través de la carta de uno de los organizadores, carta que Segovia compartía al tiempo que invitaba  a todo el mundo («aunque sea in mente», decía) a estar presente. Como otras veces, me tomé la carta en plan personal y le contesté con estas líneas:

Bueno, lo importante es saber si finalmente serán uno o dos los homenajes. Yo no daría un paso sin despejar ese balón. Bromas aparte, qué buenas noticias. Y me tomo la invitación completamente en serio (también in mente): estaba buscando alguna excusa para organizarme un periplo por Tierra Caliente y esta es una inmejorable coartada.
Enhorabuena, maestro. Qué bien que la justicia (y no solo la poética) sea a veces puntual. 
Alfredo

Sirvan estas palabras y los pequeños testimonios como homenaje de un lector agradecido. Y también como reclamo para que las cartas mencionadas vean la luz. Ojalá que no tardando mucho pudiéramos leer, completo, el testimonio de una amistad que también fue, en sus mejores momentos, un lúcido diálogo y controversia entre dos mentes brillantes, además del reflejo verbal de dos corazones comprometidos con un parecido sentir.


jueves, 10 de noviembre de 2011

CorpSang


Le corpsfaitdusang qui 
fait du corpsqui faitdu 
sangquifaitducorpsqui  
fait du sang  qui faitdu 
corpsquifaitdusangqui 
fait du corpsquifait  
(dados, 1)

Paul Valéry, Réflexions simples sur le corps.
 Imagen: Empedrado, de Adriana Mufarrege



Ѡ
Había echado ya a rodar este dado sobre el papel de una vieja agenda y le seguía dando vueltas entre los dedos y la mente cuando, en la visita ya acordada a mi odontóloga, la dulce doctora me explicó que el implante que necesito para cubrir el hueco de una muela recientemente extraída (esa caverna que ahora mismo mi lengua se empeña en seguir explorando) exige regenerar el hueso afectado (osteogénesis, me parece que dijo), para lo cual me va a extraer «un poco, no mucho» de sangre, que luego centrifigurá «en tu presencia», subraya ella y, después de seleccionadas las plaquetas adecuadas, le añadirá no sé qué tipo de sustancias estimuladoras del desarrollo de los principios biológicos activos implicados en el crecimiento óseo, de modo que una vez conseguida la mezcla regeneradora, mediante una pequeña operación dejará en la zona afectada un cultivo que, si todo va bien y la naturaleza cumple como se espera con su trabajo, en unas pocas semanas debe hacer posible que mi maxilar inferior esté listo para poder enraizar en él un soporte de titanio sobre el que será reconstruida la pieza... Supongo, sé, que mi relato está lleno de imprecisiones técnicas y de balbuceos (y hasta disparates) científicos, que no sería difícil remediar con alguna consulta a una de esas fantásticas webs médicas en las que estas cosas se explican con meridiana (!) claridad, si bien no exenta a veces de una asombrosa frialdad: prosa que siempre parece tener vocación forense y hasta forestal, como de  siembra de cenizas ya presentida... Pero me quedo, cómo no, con el «dado» que me regaló Valéry, pues me parece que contiene una más exacta razón del procedimiento y, además, como todas las metáforas de largo alcance, aporta una clave visible de la vida que no solo ayuda a comprenderla sino a vivirla  con mayor intención: cuerpo y sangre entrelazados en una danza que nos permite seguir bailando...  (No por nada, caigo ahora, la pura mención de una y otro, sangre y cuerpo, sostiene el gran misterio del sacramento y rito decisivo de la fe cristiana y explica su imaginativo rodeo para que la necesidad del sacrificio pueda seguir estando presente en la vida de los fieles sin resultar insoportable.)

Todo lo cual es una buena excusa 
para escuchar la nueva luz de Luz Casal
que acaba de sacar disco 
y mañana 11.11.11 cumple años.

martes, 8 de noviembre de 2011

Que no se entere Queneau



Recibo de la Editorial Demipage, habitual generadora de buenas noticias y de libros de no escaso interés, esta presentación de uno de sus últimas obras, que anuncia ni más ni menos que cien mil millones de poemas. Si la sorpresa ante la cifra se dispara, al saber que se trata de sonetos el asombro alcanza límites no contables. Y más aún al descubrir que la propuesta lúdica incita a la creación de sonetos por parte de los lectores, con lo cual, a poco que la propuesta tenga algún éxito, se van a quedar pequeñas las clásicas comparaciones con las estrellas del cielo o las arenas del mar. 

La gracia y claridad del vídeo, incluida su precisión sobre los «alejandrinos de catorce sílabas», me excusan de más comentarios. Me limito a compartirlo, confiado en los nombres que lo avalan  y, como digo, en el buen quehacer de una editorial que ha mostrado su habilidad para remover ciertas aguas más o menos estancadas (inolvidables, por ejemplo, aquellas Crónicas del hombre pálido, de Juan Gracia Armendáriz, que cada viernes llegaban puntualmente a mi buzón). 


Por lo demás, este libro pone en circulación un juego al que apuesto que no tardará* en sumarse, desde su sepultura de Juvisy-sur-Orge o desde donde sea que se encuentre, el homenajeado y verdadero padre de la idea, el gran patafísico y obsesivo matemático Raymond Queneau (en la foto superior, tomada ahora ya no sé de dónde***). Tiempo al tiempo.



*Curiosamente, cuando anoche, nada más colocar la foto de Queneau que preside este texto, intenté postearlo, el ordenador comenzó a actuar por su cuenta: abandonó el editor de blogger en el que estaba tecleando, cerró una a una las doce o trece páginas de internet que tenía minimizadas y los documentos que tenía abiertos, volvió al escritorio, lo vació de iconos, cerró la sesión, apagó el monitor y, tras una pausa que duró una eternidad, se reinició en un para mí inexplicable proceso de rigurosa vuelta atrás, hasta poner ante mis ojos atónitos la entonces aún más inquietante mirada de Queneau (de momento no he podido volver a localizarla en la red, pero lo seguiré intentando ), y todo ello mientras yo notaba cómo me iba invadiendo un terror espeso y desamparado..., más que nada porque pensaba que se trataba de un virus y no había puesto a buen recaudo una parte importante del trabajo del día. Serían las cuatro de la mañana cuando, tras encender y apagar sin contratiempos el equipo en un par de ocasiones, pude comprobar, aliviado, que todo había sido una falsa alarma (al menos eso espero)... Pero no me atreví a colgar el post, lo que hago ahora, desde otro ordenador, al tiempo que añado esta nota. Tal vez lo que ocurrió fue solo que algún programa de actualización automática de Windows se puso en marcha al dar yo la orden de aceptar para enviar el post... Pero quién sabe... No sé si la experiencia dará para un soneto, pero les aseguro que el susto fue real. Mejor que no se entere Queneau, que no se entere Queneau, que no se entere, que no, que no, que no...

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Eva: lean mis labios


No es fácil hablar con libertad de Eva, el debut en el largometraje de Kike Maíllo, sin caer en los inconvenientes del destripamiento o ‘despellejamiento’ (eso me sugiere siempre el término spoiler) de la trama, sin duda uno de los pecados más graves en que puede caer cualquier cinéfilo que trate de compartir sus entusiasmos (o sus frustraciones). Así que me limitaré a recomendar con viveza esta obra extraña, por poco frecuente, de la cinematografía española, una peli de ciencia ficción cercana (incluso cotidiana) que rinde tributo por igual a la “madre de todas las batallas” del género, la inmortal 2001: una odisea en el espacio (1968), y a obras maestras de la talla de Blade Runner (1982), no menos imperecedera en su estela tutelar, o a Wall-E (2008), otro prodigio creativo, quizás no tan redonda en su maestría como las anteriores pero con momentos (muchos) del máximo nivel.

Como prueba de esta filiación baste subrayar que el punto de inflexión desde el que la historia narrada en Eva afronta su desenlace es una escena “calcada” de uno de los momentos culminantes de 2001… (y no puedo decir más: lean mis labios). Y que Blade Runner está presente en ella tanto en la parte de la juguetería robótica (en la que también se cuela de forma felina Wall-E) como sobre todo en el tema del trasfondo emocional de la naturaleza de los humanos y sus réplicas.  No me resisto a añadir a la lista, aunque con reservas y guiado más que nada por sugerentes razones nominales («Dime qué ves cuando cierras los ojos»), la interesante incursión que nuestro Kubrick nacional, Alejandro Amenábar, en su singular periplo por los géneros, hizo en la ficción científica con Abre los ojos (1997).

Bien insertada en esa tradición, la fuerza de Eva reside, en primer lugar, en un guión excelentemente pautado (entre sus firmantes aparece el nombre de Sergi Belbel), colgado de un avance narrativo, la espectacular y turbadora secuencia inicial, que actúa como soporte y búmeran del relato. Y, a renglón seguido, en una fotografía que sabe aunar cercanía y extrañeza para que la historia imaginaria logre imponerse sin sobresaltos pero con intriga. Y también, de forma muy particular, en la selección atinada de actores, plasmada en un reparto donde brilla por igual el trío protagonista: la revelación de la niña Claudia Vega (apuesto a que le disputará el Goya a la también debutante María León de La voz dormida), una Marta Etura en estado de gracia, y un cada vez más convincente Daniel Brühl, cuya contribución está a la altura del inolvidable Alexander Kerner de Goodbye, Lenin! (2003), su revelación. Alberto Ammann, aunque demasiado atado a la pose elegante de un personaje que podría haber tenido otros matices, también mantiene el nivel, al igual que Anne Canovas, en un papel más secundario pero muy bien resuelto. Hay que destacar como se merece la especial contribución de Lluís Homar, que da vida a 'Max', un robot tan emotivo como memorable, cuya interpretación entrañaba algunos riesgos que el actor salva con maestría.

Y de la película propiamente dicha, de su argumento, ¿qué decir? Pues que es una historia que nos remite a la insatisfacción que la vida lleva implícita, a los terrenos oscuros que ni siquiera la creatividad más exitosa logra hacer comprensibles, a las barreras insalvables que siempre hay en toda relación, a la fría satisfacción que propicia la inteligencia cuando no es capaz de dar respuesta sensible a los sentimientos, o a lo mucho que aún nos falta por saber de eso que, desde Goleman para acá, llamamos ‘inteligencia emocional’ y que sin duda está abriendo todo un nuevo campo interdisciplinar (neuropsicología, pedagogía, filosofía...) para seguir avanzando en la apasionante tarea de saber qué es lo humano; en suma, la conciencia que se analiza a sí misma y trata de extraer de ese proceso algunas claves para seguir luchando por la posible felicidad.

Eva, con su nombre inaugural, bien puede ser considerada una innovadora aportación española a un género tan antiguo como el propio cine, pero que siempre está en trance de invención y renovación: la ficción que consigue abrir una raya de lucidez en el desentrañamiento científico y poético (hermoso binomio) de la realidad.

lunes, 31 de octubre de 2011

Urbe, Nacional


No ha sido para mí ninguna sorpresa que Emilio Urberuaga, el gran Urbe, haya ganado, por fin, el Premio Nacional de Ilustración. Lo que sí ha sido es una gran alegría, como acabo de comentarle por teléfono. El artista madrileño, figura destacada de una añada prodigiosa (la de 1954), es conocido sobre todo por haberle prestado su más que presumible imagen infantil a Manolito Gafotas, el personaje de Elvira Lindo, sin duda el héroe carabanchelero más famoso del mundo mundial.

Pero Emilio tiene además tras de sí una trayectoria larga, variada y hasta compleja, incluso con su deriva cortazariana y sus personales y puede que autoparódicas visiones de «cocodrilos» y «cosas negras». Es el suyo un itinerario fraguado sobre terrenos, como el del libro de texto, que pueden llegar a ser extremadamente rocambolescos en sus exigencias y en los que he sido testigo de su capacidad para salvar peticiones de autores algo más que enrevesadas.

A estas alturas, la trayectoria profesional de Urberuaga le avala como uno de los más destacados creadores de estilo en el panorama ilustrado de la literatura infantil española. Y no es dífícil percibir su impronta en muchos jóvenes dibujantes. Incluso se podría hablar de un «toque Urbe» (mezcla de claridad, expresividad y un amplio poder de sugerencia) como un rasgo presente en una de las tendencias dominantes en este campo.

De un tiempo a esta parte, Urberuaga es, cada vez más, autor de sus propias historias, un «narrador de imágenes», como él se ha definido en alguna ocasión, que no deja de ahondar en su mundo para mostrarnos personajes y situaciones que, de tan cercanos y envolventes como consigue mostrarlos, a veces podemos llegar a creer que nacen de nuestros propios sueños. O tal vez del sueño del niño que podríamos llegar a ser... a poco que nos concediéramos alguna oportunidad.

Felicidades, maestro, aún mantengo bien vivo el recuerdo de lo mucho que disfrutamos con aquellas clases de música.


jueves, 27 de octubre de 2011

A torre da derrota*




L a      partid a     e s t á      p e r d i d a
d e     antemano,    y      la  derrota
e s     u n a    torre     a bol ida.
Sobre   sus  ruinas aún flota
el humo  gris de  la  vida
calcinada  por  la  hueste
de    una     maldición     celeste
que    d i c t a m i n a    la    huida
de    todo    l o    q u e   s e    e spera.
Pero      pongo     e n     es e     envite
 s  i n g u l a r         el     paso      abierto
d e l     día    y     de    su     q u i m e r a:
 s u     l u z      será      la     que       evite 
que      solo     el      error    sea    cierto.

                                                                              [palíndromos ilustrados, 0]

* El palíndromo del título (en gallego) es obra del escritor Gonzalo Navaza, y da nombre a uno de sus libros (Xerais, 1992). Los demás juegos son espontáneos y están, también ellos, encerrados en la torre.

imagen: Castillo de Orgaz. © AJR, 2010